MISCELÁNEA

* Diputados: ¿títeres, robots o soldados?
Ha llamado poderosamente la atención el hecho que los dirigentes de los partidos políticos que tienen representación en el Congreso de la República hayan impedido a sus diputados que pudiesen votar en favor del dictamen 3625 de la Comisión de Relaciones Exteriores sobre el establecimiento en Guatemala de una Comisión Internacional contra la Impunidad ?CICIG- y les hayan obligado a votar a favor de la creación de esa comisión de la Organización de Naciones Unidas (ONU), so pena de ser expulsados de su correspondiente partido. Quien amenazó públicamente y con mayor firmeza a los diputados que integran su bancada fue el ingeniero Álvaro Colom Caballeros, porque en una forma que no hace honor a su apellido materno se permitió amenazar con expulsar de su partido a los diputados que no votasen a favor de la creación de la mentada CICIG.
Y los diputados que han sido electos por el pueblo para que representen sus intereses, bajaron la cabeza dócilmente y obedecieron disciplinadamente la orden a todas luces arbitraria del líder de su partido, y votaron en favor de lo cual en conciencia están en contra porque así se los ordenó el Secretario General y candidato presidencial de su partido, un político que dice ser de ideología Demócrata-Social, pero en esta ocasión estaba temeroso de que sería políticamente incorrecto hacer lo contrario y podría acarrearle una pérdida de votos en vísperas de las elecciones del 9 de septiembre.
Este tipo de comportamiento de los diputados, ha sido igual al de los títeres o es como el que se observa en entre los militares, en los cuarteles, donde sus elementos son obedientes y no deliberantes. Pero los diputados son elegidos por el pueblo para que le represente en el parlamento y voten en conciencia, por lo que están obligados a no actuar como títeres o robots, sino como seres pensantes y deliberantes.
Estoy convencido de que la mayoría ?si no todos- de los diputados que ayer aprobaron la creación de la CICIG ni siquiera se tomaron el cuidado de leer el dictamen 3625 de la Comisión de Relaciones Exteriores emitido el 18 de julio próximo pasado. ¡Mucho menos han leído el texto del convenio que aprobaron ayer por el temor a ser señalados de favorecer al narcotráfico, la delincuencia organizada y la impunidad! Y, consecuentemente, les podría hacer perder votos en las próximas elecciones.
Estoy seguro que por lo menos algunos de los diputados del partido UNE que ayer votaron disciplinadamente a favor de la creación del CICIG lo hicieron simple y sencillamente por disciplina al observar la línea partidaria, aunque en conciencia están convencidos de que lo patriótico y legal habría sido votar en contra. Y se equivocó el candidato presidencial de dicho partido al considerar que hizo lo políticamente correcto porque le granjeará los votos de quienes querían que se aprobara porque ya no soportan esta situación de impunidad que impera en nuestro país debido al crecimiento de la delincuencia y de la corrupción y el mal funcionamiento del sistema judicial y gobierno mediocre que preside el licenciado Óscar Berger. Se ha equivocado porque al obligar a los diputados de su bancada en contra del dictamen de la Comisión de Relaciones Exteriores que preside la licenciada Zury Ríos Montt de Weller en el que se nota la docta pluma y enjundioso análisis jurídico del diputado y abogado Jorge Ríos Castillo, del FRG, y al votar a favor de la creación de la CICG ha perdido la posibilidad de que en la segunda vuelta electoral voten por él los miembros del FRG, el único partido político realmente disciplinado que hay en el país. Y esto podría acarrearle graves consecuencias y hoy más que antes tiene mejores posibilidades de ganar el general Otto Pérez Molina, candidato del PP.
* Julio Lowenthal fue “purgado”
Aunque no sólo en el partido UNE ha ocurrido esto, porque el arquitecto Julio Lowenthal Foncea, diputado de ese partido, corrió la misma suerte, según declaraciones del general de la ?mano dura?, secretario general y candidato presidencial del PP, por haber votado en contra de la aprobación de la CICIG. Pero Lowentgal razonó su voto de la siguiente forma:
?Durante la ronda que hiciera el señor Vicepresidente de la República a las diversas bancadas para recabar sus impresiones, le expuse algunos puntos que consideré importantes y que continúan motivando mi rechazo al contenido de fondo para la creación de la Comisión CICIG,
?La respuesta a la consulta planteada a la Corte de Constitucionalidad por el Congreso de la República, lamentablemente, fue vaga e imprecisa y además condicionante.
?1) la CC no respondió a la pregunta sobre si el CONTENIDO del Acuerdo con la ONU para crear la CICIG era constitucional o no. Respondió que CREAR la CICIG no era inconstitucional. Consecuentemente, esquivó la respuesta a una pregunta precisa.
?2) Además, la CC agregó que, al aprobarse la CICIG, el Congreso tendría que asegurar la autonomía del Ministerio Público. Esto solamente puede hacerse si el Congreso dictamina en el sentido que se debe firmar un Acuerdo entre el Ministerio Público y la CICIG antes que esta última entre en vigor, lo que no está contemplado.
?3) En consecuencia, el Congreso debiera en todo caso aprobar la creación de la Comisión CICIG en base a un dictamen que asegure que la CICIG normará sus actuaciones dentro del marco de la Constitución Política de la República de Guatemala.
?4) El dictamen de la CC menciona varios artículos constitucionales que limitarían el accionar de la CICIG, pero no hemos podido leer, ni la prensa de Guatemala ha difundido el contenido del dictamen completo de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.
?5) Sospecho que ese dictamen saca a luz las contradicciones que contiene la opinión consultiva de la CC.
?6) A juicio de nuestros Asesores y de varios Abogados Constitucionalistas, el Acuerdo que crea la CICIG contiene varias inconstitucionalidades, pero se ha vuelto ?políticamente incorrecto? oponerse a ellas o señalarlas, como el que la CICIG estaría facultada para firmar convenios con otros Estados sin la aprobación del Congreso de la República.
7) Casi no se escucha ni se lee que las Naciones Unidas no ha firmado ni un solo Convenio de esta naturaleza con ningún otro país, ni en este Continente, ni con países Árabes o Africanos. Guatemala sería, pues, un experimento muy válido para la ONU. Podría estar de acuerdo con un instrumento de esa naturaleza, pero no al margen de nuestra Constitución que, dicho sea de paso, lleva mi firma como Diputado Constituyente,
?Haciendo uso de mi derecho a un voto de conciencia, VOTO EN CONTRA.?

* Homenaje a Frida Kahlo

Por conmemorarse este año el centenario del nacimiento de la mundialmente famosa pintora y activista política mexicana Frida Kahlo, la embajada de los Estados Unidos Mexicanos ha organizado una Exposición Colectiva en su homenaje, la cual será inaugurada hoy a las 18:00 horas en el Centro Cultural Luis Cardoza y Aragón en las instalaciones de la Embajada de México.
Magdalena del Carmen Frida Kahlo Calderón nació en el pintoresco y señorial barrio de Coyoacán, al sur de la Ciudad de México, el 6 de julio de 1907, aunque ella decía haber nacido en 1910, año del inicio de la Revolución Mexicana, porque quería que su vida comenzara con el México moderno. Este detalle muestra su singular personalidad, caracterizada desde su infancia por un profundo sentido de la independencia y la rebeldía contra los hábitos sociales y morales ordinarios, movida por la pasión y la sensualidad. Orgullosa de su mexicanidad y de su tradición cultural se enfrentó a la reinante americanización. Todo ello mezclado con un peculiar sentido del humor.
Frida fue la tercera hija de la mexicana Matilde Calderón González y Guillermo Kahlo, un fotógrafo judío alemán cuya familia era originaria de Oradea, en Rumania. No obstante, la guía de la ciudad alemana de Baden-Baden apunta que el artista nació en Pforzheim, pequeña ciudad del estado y que sus abuelos y las generaciones anteriores pertenecían a la burguesía local y eran de religión luterana.
Su vida quedó marcada por el sufrimiento físico que comenzó con la polio que contrajo en 1910 y continuó con diversas enfermedades, lesiones, accidentes y operaciones. Esta primera enfermedad le dejó una secuela permanente: la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda.
En 1922 entró en la Escuela Nacional Preparatoria de México D.F., entonces la más prestigiosa institución educativa de México la cual empezaba por primera vez a admitir no sólo a hombres. Allí sus travesuras la convirtieron en la cabecilla de un grupo mayoritariamente formado por muchachos rebeldes con los que realizó innumerables tropelías en la escuela teniendo generalmente como víctimas a sus profesores. Fue precisamente en esta escuela donde entrará en contacto con su futuro marido, el conocido muralista mexicano Diego Rivera, a quien se le había encargado pintar un mural en el auditorio de la escuela.
En 1925 aprendió la técnica del grabado. El 17 de septiembre de ese mismo año un accidente de autobús la dejó con lesiones permanentes para el resto de su vida debido a que su columna vertebral quedó fracturada y casi rota, así como diversas costillas, cuello y la pelvis, su pie derecho se dislocó quedando machacado, su hombro se descoyuntó y un manillar le atravesó desde el estómago hasta la pelvis. La medicina de su tiempo la torturó con numerosas operaciones quirúrgicas (32 a lo largo de toda su vida), corsés de distintos tipos y diversos mecanismos de “estiramiento”.
El aburrimiento que le provocaba su postración la llevó a empezar a pintar: en 1926, todavía en su convalecencia, pintó su primer autorretrato, el primero de una larga serie en la cual expresó los eventos de su vida y sus reacciones emocionales ante los mismos. La mayoría de sus pinturas las realizará estirada en su cama y en el baño y por esa circunstancia siempre estaba rodeada de espejos. Sin embargo, su gran fuerza de voluntad y energía por vivir le permitieron una importante recuperación.
Tras esa recuperación, que le devolvió la capacidad de caminar, una amiga íntima la introdujo en los ambientes artísticos de México donde se encontraban, entre otros, el pintor Diego Rivera y la conocida fotógrafa, artista y comunista Tina Modotti, con quien tuvo una apasionada relación lesbiana.
Frida contrajo matrimonio con Diego Rivera el 21 de agosto de 1929. Su relación consistió en amor, desenfrenadas aventuras con otras personas, tanto hombres como mujeres, un vínculo creativo, odio y un divorcio en 1940 que solamente duró un año.
Poco después de su divorcio, Frida terminó un autoretrato constituido de dos personalidades: “Las dos Fridas”. En este cuadro asimiló la crisis marital, a través de la separación entre la Frida en traje de Tehuana, la que le gustaba a Diego, y la otra Frida, de raíces europeas, la que existió antes de su encuentro con Diego. Los corazones de las dos mujeres están conectados uno al otro por una vena, la parte europea rechazada de Frida amenaza con perder toda su sangre.
Al matrimonio lo llegaron a llamar “unión entre un elefante y una paloma” pues Diego era enorme y muy gordo mientras que ella era pequeña y delgada. Por otra parte; Frida, debido a sus lesiones, nunca pudo tener hijos, lo cual tardó muchos años en aceptar.
A pesar de las numerosas aventuras de Diego con otras mujeres, que llegaron a incluir a la hermana de Frida, él la ayudó en muchos aspectos. Él fue quien le sugirió que vistiera con el traje tradicional mexicano consistente en largos vestidos de colores y joyería exótica. Esto, junto a su semblante cejijunto, se convirtió en su imagen de marca. Él amaba su pintura y fue también su mayor admirador. Frida, a cambio, fue la mayor crítica de Diego y el amor de su vida.
Entre 1937 y 1939 el destacado político ruso León Trotsky, uno de los autores junto con Lenin y Stalin de la Revolución Bolchevique, vivió exiliado en México y acogido junto con su esposa en la casa de los Rivera Coyoacán. Allí tuvo Frida un romance con el líder comunista pero, tras su asesinato a manos de un estalinista español natural de Barcelona, de apellido Mercader, fue acusada como autora intelectual del mismo. Esto la llevó a ser arrestada pero finalmente fue dejada en libertad cuando Mercader fue arrestado.
En 1938 el poeta y ensayista del surrealismo André Bretón calificó su obra de surrealista en un ensayo que escribió para la exposición de Frida en la galería Julien Levy de Nueva York. No obstante, ella misma declaró más tarde: “Creían que yo era surrealista, pero no lo era. Nunca pinté mis sueños. Pinté mi propia realidad”.
En 1939 expuso en París en la galería Renón et Collea gracias a Bretón. Su estancia en la capital francesa la llevó a relacionarse con Picasso y a aparecer en la portada del Vogue francés. Por entonces Frida era conocida en el mundo entero.
En la primavera de 1953 la Galería de Arte Contemporáneo de esta misma ciudad le organizó, por primera vez, una importante exposición. La salud de Frida era muy mala por entonces y los médicos le prohibieron el asistir a la misma. Minutos después de que todos los invitados se encontraran en el interior de la galería se empezaron a oír sirenas desde el exterior. La muchedumbre enloquecida se dirigió al exterior, allí estaba una ambulancia acompañada de una escolta en motocicleta. Frida Kahlo había sido llevada a su exposición en una cama de hospital. Los fotógrafos y los periodistas se quedaron impresionados. Ella fue colocada en el centro de la galería. La multitud fue a saludarla. Frida contó chistes, cantó y bebió la tarde entera. La exhibición había sido un éxito rotundo.
Ese mismo año le tuvieron que amputar la pierna por debajo de la rodilla debido a una infección de gangrena. Esto la sumió en una terrible depresión que la llevó a intentar el suicidio en un par de ocasiones. Durante ese tiempo, debido a que no podía hacer mucho, escribía poemas en sus diarios, la mayoría relacionadas con el dolor y remordimiento.
Murió en Coyoacán el 13 de julio de 1954. No se realizó ninguna autopsia. Fue velada en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México y su féretro fue cubierto con la bandera del Partido Comunista, hecho que fue muy criticado por la prensa. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas las alberga la Casa Azul de Coyoacán, el lugar donde nació.
Sus últimas palabras en su diario fueron: “Espero que la marcha sea feliz y espero no volver”.

* Su última manifestación

A raíz de la intervención de los Estados Unidos en Guatemala que derrocó al gobierno revolucionario del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, a principios de julio de 1954 Frida Kahlo y Diego Rivera organizaron y encabezaron una manifestación callejera en la cual ella tomó parte a pesar de sus impedimentos y dolencias, aunque un trecho lo hizo sentada en una silla de ruedas, por ratos se ponía de pie para caminar al frente de los manifestantes junto a su marido con una banderita de Guatemala en sus manos. El ?ciudadano? Jorge Toriello (quien fue presidente de la Guatemala cuando fue miembro del triunvirato que se llamó Junta Revolucionaria de Gobierno, que asumió el poder como consecuencia del movimiento armado del 20 de octubre de 1944) y yo, que venía de estudiar en la Universidad Georgetown de Washington, nos encontrábamos en la ciudad de México y cuando nos enteramos decidimos sumarnos a la manifestación, y cuando Diego Rivera se enteró de nuestra presencia nos mandó a invitar a unirnos a ellos a la cabeza y así lo hicimos por un trecho. Al terminar nos invitaron a acompañarles a la Casa Azul, en Coyoacán, a tomar unos tequilas. Así fue como tuve el privilegio de conocer personalmente a ambos y debo decir que a pesar de que ella ya estaba muy marchita, porque eso fue pocos días antes de morir, seguía siendo una mujer interesante y atractiva.

* Columna de Jacobo Zabludovsky
En su habitual columna de los lunes en el Gran diario mexicano El Universal, titulada BUCARELI, el famoso periodista mexicano Jacobo Zabludovsky -viejo y querido colega y amigo mío- publicó el artículo Frida en mi recuerdo el cual reproduzco a continuación:
?A mediados de 1953 estuve algunas mañanas en la Casa Azul donde hace cuatro días se inauguró una exposición de tesoros personales de Frida Kahlo. Fue Frida quien me recibió cuando empecé un reportaje sobre Diego Rivera destinado al Noticiario Continental, rollo de 10 minutos que se exhibía en los cines de México.
?Diego no tarda en llegar?, me dijo Frida sin levantarse de su silla de ruedas. Frente a ella un cuadro sobre el que aplicaba mínimas pinceladas de color con alguno de los largos pinceles desplegados como abanico entre los dedos de una mano cargada de anillos. ?Fue por su sombrero?, me dijo Frida sin despegar la vista de la tela, concentrada en su labor. La trenza recogía el pelo en su nuca. Cuando entró Diego, Frida se puso de pie haciendo gran esfuerzo y lo recibió con ternura delicada, casi maternal, inadecuada ante sus volúmenes: el de ella leve, el de él rotundo. Lo besó en la frente y pensé que el sapo, como lo llamaba María Félix, se convertiría en príncipe. Correspondió el pintor al cariño también con suavidad, ambos tomándose su tiempo. ?Vámonos?, me dijo Diego. ?Los espero a comer?, nos dijo Frida. El reportaje lo hicimos en dos lugares donde Diego realizaba obras distintas. En uno, la fuente de Lerma en Chapultepec, era pintor. En otro, el Anahuacalli al sur de la ciudad, era arquitecto. Diego y yo bajamos de una destartalada camioneta en la fuente, mientras su hija Lupe (¿o era Ruth?) se despedía: ?Volveré por ustedes antes de comer?.
El Diego real era lo opuesto al Diego satanizado por comunista, antropófago confeso, autor de declaraciones lapidarias. Era el suave compañero parisino de Picasso y Modigliani, el personaje principal de la novela Julio Jurenito de Ilya Ehremburg, el centro de todas las miradas en la embajada soviética cada aniversario de la Revolución de Octubre.
?El agua arrastra mucha arena y materias químicas. No hay pintura resistente al golpe y paso del agua. Yo inventé una fórmula y mi trabajo aquí no sufrirá deterioro durante muchas décadas?. Algo le falló a Diego porque antes de un año hubo necesidad de desviar la corriente. Regresamos a la casa. Alcé la vista al techo de la cochera para comprobar que la hoz y el martillo seguían ahí. Frida nos esperaba a la mesa en su silla de ruedas. Ocuparíamos los mismos sitios los días siguientes. Frida me pareció más delgada, menuda. Cambiaba sus vestidos y sus alhajas, por la casa corrían los escuincles sobrevivientes de la Conquista, perros negros, pelones, chaparros, gordos, de tan alta temperatura que los aztecas los usaban para calentarse los pies, pero ahora ellos corrían entre los nuestros y los de judas y esqueletos de cartón.
En esa época Frida no disfrutaba el prestigio de gran pintora, ni mucho menos de autora de obras maestras. Aunque estudió pintura antes de conocer a Diego, su mérito se atribuía más a ser su esposa que a talento propio. Algunos dudaban que lo tuviera y otros, contra la corriente que ha hecho de Frida la pintora más famosa del mundo, lo siguen dudando.
Ese mismo año de mi reportaje abrió una exposición en la Galería Arte Contemporáneo, la única muestra individual en México mientras ella vivía. Al día siguiente la escena se repitió. Diego: pantalón de mezclilla azul, camisa a cuadros rojos y marrones, sombrero de palma con ramas verdes y frescas, ?para protegerme del sol, así lo hacen los indios a quienes todavía tenemos mucho que aprender?. Un ancho cinturón de hebilla tosca sobre su barriga, zapatones mineros, ojos saltones y lacrimosos, manos pequeñas para ese cuerpo. La cara de Frida irradiaba dicha. Se puso de pie, más podía el amor que la invalidez y el periodista era testigo único de las tiernas frases y suaves caricias como si Diego fuera un niño frágil y ella una madre recia.
?Aquí en este lugar quiero que me entierren?, señalaba Diego en un rincón del Anahuacalli. La construcción de piedra volcánica evocadora de una pirámide estaba a medias. Nunca la vio terminada. Diego trazaba figuras en la tierra y daba instrucciones. ?Con este maestro y cuatro albañiles lo hemos hecho todo. En el interior no hay sombras, gracias a un sistema de celosías de piedra descubierto por los aztecas. Los arquitectos mexicanos no lo usan porque copian a Le Corbusier y otros extranjeros, en lugar de aprovechar lo bueno que hay en México. He construido esta Casa de Anáhuac para colocar mi colección de figuras precortesianas, que usted vio en Coyoacán. No quiero que vaya a caer en manos de alguno de nuestros museógrafos y la coloque como cajas en una zapatería. Por eso construyo esto?.
Pero antes de dejar el Anahuacalli, Diego se detuvo y repitió: ?Sí, amigo, esto lo hago también para que aquí me entierren, en este lugar. He dispuesto que así se haga?. Y el Anahuacalli está terminado y abierto. Pero Diego no está allí.
Si Frida viviera celebraría este mes sus 100 años gozando un regalo no soñado en aquella semana de visitas a su casa: su fama es hoy mayor que la de Diego y sus cuadros se cotizan en el mercado muy por encima que los de él. Sobre ella se siguen escribiendo libros, representando obras teatrales, filmando películas y montando exposiciones como la de Bellas Artes y la de la Casa Azul. Único caso en la historia en que una mujer tiene exposiciones simultáneas de sus obras en dos recintos del máximo nivel.
Conocí a quienes la entendieron como nadie y fueron decisivos en su vida trágica: Alejandro Gómez Arias, su novio en la Escuela Nacional Preparatoria, y Lola Olmedo, recaudadora y vigilante de cada objeto que pudiera recordar a su amiga. Vivieron su época. Le dieron lo que más quería: amor. De eso está hecha la exposición de la Casa Azul?.
¡Es bello este artículo de Jacobo Zabludovsky! Es uno de esos artículos que a cualquier veterano periodista, como yo, con más de 60 años en este oficio, le habría gustado escribir.

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