No creí que mis ojos lo verían

Logro histórico en la vida política de los Estados Unidos de América.
Por primera vez en la historia de ese gran país, un hombre de raza negra será postulado candidato presidencial de uno de los dos principales partidos tradicionales. No creí que mis ojos lo verían algún día, aunque muchas veces pronostiqué que si los negros se ponían de acuerdo y se lo proponían, algún día llevarían a la Casa Blanca a un presidente de su raza. Y por lo visto todavía lo han alcanzado a ver mis ojos ya viejos y cansados de ver tantas insólitas vicisitudes políticas que se han sucedido en el mundo.

Senador Barack Obama, primer candidato negro a la presidencia en EE.UU.
El senador por el estado de Illinois, Barack Hussein Obama, de 47 años de edad, afirmó ayer que se convertirá en el “candidato demócrata” a la Casa Blanca, tras haber conseguido sumar más de los 2 mil 118 delegados que necesitaba para derrotar en el proceso de elecciones primarias a su contrincante, la senadora por el estado de Nueva York Hillary Rodham Clinton.
El senador Obama obtuvo ya el número de delegados que necesitaba para la nominación. “Hoy termina una travesía histórica y comienza otra, una travesía que traerá un nuevo y mejor día para Estados Unidos de América. Gracias a ustedes hoy puedo decir que seré el candidato demócrata para la presidencia de los Estados Unidos”, dijo Obama, el primer afroamericano con posibilidades reales de llegar a ocupar la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero.
Después de cinco meses de celebrar 14 elecciones primarias del partido Demócrata en distintos estados de la Federación Americana, ayer se celebraron las dos últimas, que tuvieron lugar en Dakota del Sur y Montana. En el primero ganó la senadora Clinton por 56 a 44 por ciento y en el segundo ganó el senador Obama por 50 a 46 por ciento.
En el tramo final de la campaña demócrata, el equipo de Obama adoptó una estrategia a dos puntas: esperó el reparto de los delegados de las dos últimas primarias y alentó una “avalancha” de superdelegados para acelerar el resultado. Su estrategia consistió en ganar más delegados que su rival, aunque tuviese que descuidar la cantidad de votos populares que pudiesen obtener.
El propio Obama mezcló sus últimos actos con llamadas telefónicas a algunos de los 100 superdelegados que continuaban indecisos. ¿Cuál fue el argumento que empleó en esas llamadas? Convenció a varios superdelegados diciéndoles: “Cuanto antes podamos unir al partido, más pronto podremos empezar a enfocarnos en John McCain y en la elección de noviembre”. Su esfuerzo dio resultado, y varios referentes del partido se pronunciaron en favor de él. Entre ellos, el ex presidente Jimmy Carter.
Así, la puja demócrata se asemejó a una cuenta regresiva. La noche del lunes, Obama se fue a dormir teniendo 2071 delegados, o sea 47 menos que los que necesitaba para la nominación, mientras que la senadora Clinton contaba con 1915 delegados y necesitaba otros 203. Pero hacia la tarde de ayer la situación había cambiado dramáticamente: él lograba 2109 (9 menos que los necesarios), mientras que ella sufría la fuga de otros cinco superdelegados que cambiaron de bando.
Para cuando en Dakota del Sur y Montana cerraron las urnas, los resultados eran poco menos que anecdóticos, salvo la irrupción de una sorpresa fenomenal, con dos triunfos arrasadores de la senadora Clinton.
Si no, los 47 delegados en danza se repartirían en partes casi iguales, lo que permitió a Obama alcanzar el número necesario de delegados. Eso fue lo que ocurrió. Clinton ganó en Dakota del Sur por 56 a 44 por ciento, mientras que Obama ganó en Montana por 50 a 46 por ciento.
El final estaba cantado, aun cuando el círculo íntimo de los Clinton pedía más tiempo y paciencia. Hillary reunió a su equipo de trabajo, a sus seguidores y a sus donantes en Nueva York, desde donde había anunciado su precandidatura a la Casa Blanca. “Estoy en la lucha para ganarla”, prometió entonces, segura de que no tendría alguna competencia significativa. Obstinada hasta el final, se negó anoche a “cerrar” formalmente su campaña, aunque agradeció a todos por su tiempo y esfuerzo, lo que podría ser interpretado como su retiro. A pesar de que fue derrotada por su rival Obama, el discurso que pronunció en el gimnasio del colegio Baruch de Manhattan pareció el de una triunfadora. En ningún momento mencionó que Obama ya había obtenido el número necesario de delegados para ser nominado candidato, ni tampoco que ella había sido derrotada. Llegó sonriente y todo el tiempo demostró alegría, como si se sintiese ganadora, al igual que su marido el ex presidente Bill Clinton y que su hija Chelsea.
Sin embargo, ya es oficial: Barack Obama, el joven senador mulato nacido en Hawaii y educado en Jakarta, Indonesia, mezcla de raza negra de parte de su padre, un africano nacido en Kenya, y una mujer de raza blanca “más blanca que la leche”, descendiente de escandinavos, cuyo desafío al statu quo había sido interpretado hace sólo seis meses como una aventura utópica; pero ya es, a partir de anoche, el candidato del partido Demócrata a la Casa Blanca.

Se creía que la senadora Hillary Clinton era imbatible, pero no fue así.
Contra todos los pronósticos que se hicieron al principio de las primarias, que vaticinaban el triunfo indiscutible de la senadora Hillary Rodham Clinton, el casi desconocido senador Obama desbancó las aspiraciones y la temible maquinaria electoral que se creía imbatible de la ex primera dama, y se convirtió en el primer candidato presidencial de raza negra en la historia del país más poderoso del mundo, donde en un tiempo no muy lejano los negros eran tratados como ciudadanos de segunda o tercera clase y tenían que ocupar asientos especiales en los transportes públicos, usar servicios sanitarios sólo para ellos y tenían vedado el acceso a ciertos lugares públicos que frecuentaban sólo los blancos.
Hillary Clinton se negó anoche a reconocer su derrota y el triunfo de Obama, pero dejó abierta la puerta a la posibilidad de aceptar ser candidata a la vicepresidencia. En horas de la mañana de ayer trascendió que otros legisladores demócratas de Nueva York le preguntaron en el transcurso de una larga conferencia telefónica si tendría inconveniente en ser la candidata a la vicepresidencia y ella les contestó: “¡Estoy abierta a eso!”, aunque varias horas más tarde sus partidarios vitorearon “¡Denver! ¡Denver!”, para pedirle que extienda la pelea hasta la Convención Nacional que se celebrará en agosto en esa ciudad. El posible binomio que integrarían el senador Obama y la senadora Clinton ha merecido ser llamado dream-team (?pareja soñada?), porque sus partidarios están totalmente convencidos de que con ese binomio estaría asegurado el triunfo del partido Demócrata.
Ese mismo matiz es el que meses atrás había invocado también el tercero en la contienda demócrata, John Edwards, cuando dijo adiós a sus sueños de ganar la nominación. Mantuvo abierta la puerta para regresar a la pelea en caso de que algo ocurriese a sus rivales.
Esa es una opción latente para la senadora Clinton, que más tarde evaluará sus números y posibilidades cuando hable en próximos días con los consejeros del partido Demócrata. La “suspensión” de su campaña le permitiría reaparecer durante la convención partidaria y quedarse con la nominación si acaso Obama cayese envuelto en un escándalo demoledor o sufriese un atentado.
Cuenta para eso con el controvertido argumento de que ella obtuvo más de 17 millones de votos populares, 300.000 más que Obama, tal como arrojan dos de los seis métodos posibles para el conteo.
La senadora Clinton habría encabezado el recuento si se hubiesen incluído sus victorias en Florida y Michigan, en la que Obama ni siquiera figuró como candidato, tal como dispuso el Comité Demócrata Nacional. En esos casos, ella obtuvo entre 194.000 y 304.000 votos. Pero quedaría en segundo lugar si sólo se incluye Florida.
?El ciclo de las primarias ha llegado a su fin. Seré el candidato nominado del partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos?, declaró Obama ante decenas de miles de seguidores que cantaban, gritaban y bailaban en el centro de convenciones de Minneapolis, el mismo en el cual dentro de tres meses se celebrará la convención del partido Republicano en la que será lanzada la candidatura del senador por Arizona John McCain.
De inmediato, Obama comenzó a tender puentes para unir al partido Demócrata y elogió a su ahora ex rival: ?Hillary ha hecho historia?, declaró a manera de reconocimiento. Y agregó que él es un mejor candidato gracias que tuvo una competidora tan formidable como su amiga la senadora Clinton, cuya brillante trayectoria política elogió.
El flamante candidato demócrata también aprovechó su emotivo discurso, que enardeció a la multitud que le aclamaba, para marcar diferencias con quien va a ser su contrincante en la elección presidencial del 4 de noviembre, el candidato del partido Republicano John McCain. ?Este es nuestro momento para dar vuelta la página de la política del pasado y traer nueva energía e ideas a los desafíos que enfrentamos”, urgió mientras tenía a su lado a su esposa Michelle. Minutos antes, la senadora Clinton, la otrora candidata “inevitable”, había evitado reconocerlo como el candidato, algo que podría ocurrir en el transcurso de esta semana.
“Hacia dónde iremos ahora no es una decisión que me tome a la ligera. La decisión no la tomaré esta noche”, dijo la senadora que llegó acompañada de su esposo, el ex presidente Bill Clinton, con quien conformó el matrimonio más poderoso en los Estados Unidos durante el último cuarto de siglo, y de la hija de ambos, Chelsea.
Obama, en cambio, a partir de ahora tendrá un único rival, McCain, de 71 años de edad, a quien vinculará tanto como le sea posible con el nombre y las políticas del desprestigiado presidente George W. Bush, para potenciar la idea de que los demócratas encarnan el cambio y los republicanos sólo piensan en un tercer mandato consecutivo en el Salón Oval de la Casa Blanca.
“Por eso estoy compitiendo por la presidencia de los Estados Unidos de América. Porque necesitamos un cambio”, urgió Obama a sus miles de enfervorizados seguidores que cantaban en coro “¡Sí podemos! ¡Sí podemos! ¡Sí podemos!”
Aunque invitó a McCain a debatir y dejar atrás las apelaciones “al miedo, las insinuaciones, las divisiones”, volvió a criticar a su rival Republicano por su respaldo a la invasión a Irak. Lo cual es apenas un anticipo de la campaña que todavía no empieza de cara al 4 de noviembre, pero promete que será muy interesante. Y por los vientos que soplan no me sorprendería en lo más mínimo que el sucesor del presidente George W. Bush vaya a ser Barack Hussein Obama.

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