Dos conciertos de la Orquesta Sinfónica de Xalapa

Para festejar que está cumpliendo 25 años de exitosa actividad cultural y artística, la Organización para las Artes de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), de cuyo directorio es presidenta mi admirada y querida amiga Geraldina Baca-Spross, y vicepresidente mi estimado amigo el Dr. Carlos Enrique Zea Flores, se hicieron los arreglos necesarios -que son muchos- para ofrecer un banquete musical a los melómanos del país y contrataron dos conciertos de una de las más notables orquestas sinfónicas de América Latina, la Orquesta Sinfónica de Xalapa, bella capital de Veracruz, Estados Unidos Mexicanos, bajo la dirección titular del aplaudido maestro Fernando Lozano, de largo y destacado historial internacional. Hacía 50 años que no venía a Guatemala una orquesta sinfónica, y son muy complicados los arreglos que hay que hacer, comenzando por el transporte de tantas personas y de tantos instrumentos musicales.
* El primer concierto
El primero de los conciertos se llevó a cabo la noche del miércoles 17 en el Auditorio Juan Bautista Gutiérrez, en las instalaciones de la UFM, y la primera parte del programa consistió en la Obertura de la ópera “La Flauta Mágica” K. 620 del genial compositor nacido en Salzburgo Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, conocido como Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), y después el Concierto en do menor No. 2 para piano y orquesta del compositor, pianista y director de orquesta ruso Sergéi Vasíliévich Rajmáninov o Rakmaninov o Rachmaninoff (1840-1893) con la solista Guadalupe Parrondo, una impecable pianista mexicana que es hija de padre mexicano y madre peruana. Por su excelente interpretación se hizo merecedora de una larga ovación de pie de toda la numerosa concurrencia, lo cual la obligó a regresar varias veces al escenario para recibir el aplauso o agradecerlo. Vale la pena mencionar que el piano de gran cola que tocó la pianista Parrondo es un Boesendorfer Imperial.
Después del intermedio, la Orquesta Sinfónica de Xalapa interpretó la Sinfonía en mi menor, No. 5, Op. 64, de Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893), o Tchaikovsky, en la cual se lucieron particularmente el primer corno, los clarinetes y las trompetas y, en general, todos los instrumentos de viento. En los cuatro movimientos, la orquesta mantuvo un exquisito e inmaculado sonido aterciopelado. Es una lástima que haya personas que no se toman el cuidado de ver en el programa de mano que algunas composiciones tienen varios movimientos y para aplaudir hay que esperar hasta que termine el último. Sin embargo, hay algunos despistados que aplauden al terminar el primer movimiento, con lo cual perturban a los artistas, porque les corta la emoción que están poniendo en su interpretación.
Esta orquesta sinfónica de Xalapa es algo verdaderamente impresionante. México tiene muchos motivos para sentir satisfacción y orgullo de algunas de sus características, y esta magnífica orquesta sinfónica de Xalapa es uno de ellos. No en vano tiene la reputación de ser una de las mejores orquestas de los Estados Unidos Mexicanos, y hay quienes agregan que también es una de las mejores de América Latina. Y su director titular, el maestro Fernando Lozano, ha demostrado que es digno de ella. Por algo fue escogido por la ex Primera Dama de México, señora Carmen Romano de López Portillo (qepd), una concertista de piano que era la esposa de mi estimado amigo el ilustre presidente José López Portillo (qepd), para organizar y ser el primer director de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de México, que ella llevó de viaje por toda Europa para dar conciertos. Por esos días tuve el honor de conocer al maestro Lozano, con quien nos presentó la bella esposa del presidente López Portillo cuando yo era embajador de Guatemala ante su gobierno.
Después de cada uno de los números que fueron interpretados la noche del miércoles, el primer grito de “bravo” que se escuchaba entre el numeroso y complacido público, salía de la garganta de mi querido y admirado amigo el maestro Jorge Sarmientos, quien durante el intermedio me contó que dirigió varios conciertos de esta gran Orquesta Sinfónica en diferentes temporadas, cuando el director titular era el maestro Luis Herrera de la Fuente.
Por cierto que la neuropatía que de la que padece últimamente el maestro Sarmientos, que le obliga a dirigir sentado, le ha caído bien, por otra parte, porque ha adelgazado y se ve muy rejuvenecido.
Al terminar el programa, el público se puso de pie y ovacionó con tanto entusiasmo a la orquesta y a su director titular, que ofrecieron el primer encore, que consistió en un delicioso arreglo del maestro veracruzano Mateo Oliva de la popular canción “Veracruz”, original de mi querido y recordado amigo el inmortal compositor jarocho Agustín Lara (“El flaco de oro”). Antes de que terminase la interpretación, todos los miembros de la orquesta, incluyendo a su director titular, cantaron en coro una parte de la canción.
Y después de otra ruidosa y persistente ovación de pie, el maestro Lozano regresó al podio para dirigir esta vez el melodioso Huapango que lleva el nombre de su autor, el malogrado músico vanguardista jaliciense José Pablo Moncayo García, quien durante varios años fue director de la Orquesta Sinfónica de México y hasta su muerte dirigió la Sinfónica del Conservatorio. Debo decir que ha escuchado las interpretaciones del Huapango de Moncayo de varias orquestas, pero ninguna de ellas me ha parecido tan gratamente sonora y descriptiva como la de la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
Posteriormente, el maestro Lozano tuvo la prudencia retirarse discretamente por bambalinas después de agradecer la nueva ovación y ordenar los miembros de la orquesta que le siguieran, porque de no haber sido así es probable que a estas alturas todavía estaríamos en ese auditorium de la UFM escuchándoles y aplaudiéndoles con mucho entusiasmo.
Los otros números del programa de anoche fueron el Concierto en re mayor, para violín y orquesta, Op. 35 del compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski, o Tchaikovsky, con la participación como solista del excelente violinista mexicano Manuel Ramos, radicado en los Estados Unidos desde hace 26 años y actualmente miembro de la Orquesta Sinfónica de Saint Louis, Missouri. Es un hecho que el maestro Ramos es un extraordinario violinista, con una excelente técnica interpretativa, por lo cual mereció la ovación de pié que se le tributó. Fue lamentable, sin embargo, que su vestimenta no haya correspondido a su extraordinaria capacidad interpretativa, porque salió luciendo una chaqueta blanca como si fuera un smoking tropical, terriblemente arrugada por la espalda, mientras todos los integrantes de la orquesta sinfónica estaban de riguroso frac.
* El segundo concierto
Anoche, jueves 18 de septiembre, tuvo lugar el segundo concierto, que se desarrolló en la gran sala que lleva el nombre de mi admirado amigo el ingeniero, arquitecto, escultor y gran pintor quetzalteco Efraín Recinos, en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias; y, aunque no hubo un lleno completo, asistió numeroso público.
El programa comenzó con la suite “Veracruz” del compositor jarocho Mateo Oliva que anoche fue estrenada en Guatemala, y al escucharla daban ganas de gritar “¡Sólo Veracruz es bello!”. En ella se encuentran tonadas de sones jarochos y huastecos como “La Vieja”, “La bruja”, “Colás”, “La sirena”, “El Querreque”, “El cascabel” y “La Bamba”.
Continuó el programa con el Concierto en re mayor, para violín y orquesta, Op. 35 de Tchaikovsky, con el gran violinista mexicano Manuel Ramos, como solista.
Después del intermedio, la Sinfónica de Xalapa interpretó magistralmente los once movimientos de la suite ?Cuadros de una Exposición? del compositor ruso Modest Petróvich Mussorgski (1839-1881), que son: I) Promenade, II) Gnomus, III) El Viejo Castillo, IV) Tuileries, V) Bydlo, VI) Ballet de los Polluelos, VII) Samuel Goldenberg y Schmuyle, VIII) El Mercado de Limoges, IX) Catacumbas, X) Baba Yaga, y, finalmente, XI) La Gran Puerta de Kiev.
Esta fue una de las mejores interpretaciones de esta suite que he escuchado en toda mi vida. Como era de esperarse, la nutrida ovación de pié que les tributó el público emocionado les obligó a hacer el mismo par de encores, de la noche del miércoles: la popular canción del compositor Agustín Lara “Veracruz” y el Huapango de Moncayo. Ambos fueron una verdadera delicia para los oídos. De nuevo el maestro Lozano optó por hacer mutis por el foro y le siguieron los miembros de la orquesta, aunque el público seguía aplaudiendo, pero si no se hubiesen entrado todavía estarían tocando más encores, porque los melómanos de Guatemala somos muy dados a pedir “otra” y “otra” a los intérpretes.
No me cabe la menor duda de que fue un acierto de mi querida y admirada amiga Geraldina Baca-Spross (¡qué lindos ojos tiene!) el haber celebrado en esta forma los 25 años de la fecunda labor que ha desarrollado la Organización para las Artes de la UFM. Hacía 50 años que no venía a Guatemala una orquesta sinfónica. ¡Y qué bueno que fue ésta la que vino después de tanto tiempo! Le deseo a la Orquesta Sinfónica de Xalapa que continúe cosechando muchos éxitos por todas partes donde se presentan. Fue un placer haberles escuchado, muchas gracias. Que todos los integrantes del Consejo Directivo reciban mis más calurosos aplausos y sinceras felicitaciones.
Para terminar, quiero quejarme de la mala educación de algunas personas que no obstante que durante el intermedio suenan tres llamadas para que regresen a sus asientos tan pronto se escucha la tercera para que no perturben a los músicos con el ruido de sus pasos y la búsqueda de sus sus asientos, anoche hubo varias personas mal educadas que entraron a buscar sus asientos cuando ya estaba comenzando la interpretación de la suite “Cuadros de una Exposición”. Otra cosa molesta fue que el aire acondicionado de la sala estaba demasiado frío, lo cual reseca la garganta a personas que se ven obligadas a toser o a estornudar. Anoche parecía una hielera la platea. ¿Me pregunto por qué tienen que poner tan frío el aire acondicionado. ¿Para contrarrestar el calor que producen conciertos como estos dos? No lo creo necesario ni conveniente.

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