Mis 80 años

Buenos Aires, Argentina, 11 de noviembre de 2008. Les confieso que nunca creí que llegaría a vivir tantos años, debido a una larga serie de circunstancias. Pero Dios ha querido que lo haga y aquí estoy todavía, escribiendo para ustedes. Como es bien sabido, en Guatemala esto no es cosa fácil, sobre todo de un tiempo a esta parte, cuando por robarle a uno un teléfono celular o un automóvil son capaces de matarle. Además, por haberme dedicado toda mi vida a esta ocupación periodística tan incomprendida e intolerada y durante los diferentes períodos dictatoriales que hemos tenido que soportar en el transcurso de nuestra triste era sumamente peligroso publicar cualquier cosa que pudiese incomodar a los tiranos sucesivos. Y si todo eso fuera poco, en mi juventud fui muy ?travieso? en eso de andar enamorando mujeres que algunas veces estaban casadas porque en esa época las jóvenes todavía eran vírgenes y solamente las casadas tenían derecho a usar su sexo. ¡La virginidad era una peste! A menos que uno frecuentara a las prostitutas o acosara a las sirvientas. Y como a mí no me gustaba ni lo primero ni lo segundo, me veía obligado a enamorar a mujeres casadas porque la mayoría de las mujeres jóvenes y solteras permanecían en estado de virginidad hasta que contraían nupcias. La virginidad era una especie de requisito indispensable para que las mujeres pudiesen casarse, En consecuencia, era sumamente arriesgado tener relaciones amorosas con mujeres casadas porque uno estaba expuesto a que un marido celoso lo matara si lo sorprendía infraganti o si tan solo sospechaba que su mujercita le ponía cuernos con uno. ¡Era peligrosísimo!
Las sucesivas dictaduras eran otro peligro mortal. Cuando uno opinaba algo que les molestaba se exponía a que lo capturaran, lo apalearan, lo encarcelaran y lo fueran a tirar a una frontera para que uno se fuera al exilio.
Pero gracias a Dios he logrado sobrevivir también los excesos en las comidas y las bebidas, así como todas las diferentes experiencias sicodélicas de aquellos años a las cuales me expuse por haber participado en los experimentos de la Psicosíntesis del doctor Salvador Roquet. Además, en unos años fui hippy, me dejé el pelo largo y me fui de aventón de Guatemala a las montañas de Tallequah, Oklahoma, y después a Chicago, sin llevar dinero en la bolsa, sino pidiendo aventón a los automovilistas.
En fin, en mi vida he corrido muchos riesgos mortales y a pesar de ello aquí estoy todavía.
Doy infinitas gracias a Dios por la vida tan intensa que me ha permitido vivir, con altos y bajos, llena de pasiones y de satisfacciones. He vivido a plenitud, no me puedo quejar. Y aunque nunca he sido una persona adinerada, he tenido la fortuna de hacer grandes amigos por todas partes del mundo, algunos de ellos sumamente famosos e importantes, Ese ha sido mi más grande tesoro en la vida. Agradezco a todos ellos por su amistad, que les aseguro que ha sido recíproca de mi parte.
Por todo lo anterior, doy gracias a Dios por la vida. Doy gracias por los padres que me dio, por mis amigos fieles y queridos doy gracias por la patria que me tocó en suerte tener, mi amada Guatemala. Doy gracias a Dios por todas las personas a las que he amado, especialmente por las mujeres que también me han dado su amor. Doy gracias a Dios por la linda y amorosa esposa que tuve, mi amada Anabella. Doy gracias a Dios por mis hijos, Jorge Jr. (el mayor) y Alejandro (el menor), quien ahora me acompaña en este periplo, pero también por Juan Pedro (qepd) y por Rodrigo, a quienes siempre he querido como si fuesen hijos míos. Doy gracias a Dios por ustedes que me leen, porque un periodista que no tiene lectores es como si no existiera.
En síntesis, no puedo quejarme de la vida que he tenido. Por el contrario, durante mucho tiempo he sido muy feliz con lo que me ha tocado vivir, aunque también he tenido muchas decepciones, traiciones, tristezas, sinsabores y dolores.
Y en este día, cuando estoy cumpliendo 80 años de haber nacido, he querido dejar un testimonio de mi gratitud por todo ello.

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