El presidente Colom está confundido

Es bien sabido que el arte de gobernar no es cosa fácil, sino es algo sumamente difícil y delicado, por lo cual es una tarea que en todos los países civilizados se encomienda exclusivamente a personas debidamente preparadas y capacitadas para desempeñarse como estadistas, a personas que entienden que el poder les ha sido otorgado temporalmente por el pueblo que paga por sus servicios para que trabaje a su servicio y no para que haga lo que le dé la gana y se sirva de él. Para ello tiene la obligación de ceñirse estrictamente a las atribuciones que le señala claramente la Constitución de la República y todas las demás leyes vigentes.
Pero en Guatemala, lamentablemente, muchas veces hemos cometido el error de confiar esa delicada responsabilidad a personas que no se han hecho merecedores de esa confianza, como ha sido de sobra demostrado, porque han sido individuos que se han mareado con la altura tan pronto asumieron sus cargos y han perdido el sentido de las proporciones; al extremo que en algunas oportunidades se ha confiado el mando de la nación a personas corruptas e inescrupulosas que en las campañas electorales han logrado engañar a los votantes haciéndoles creer que son las mejores opciones que hay entre los aspirantes a ese cargo, pero tarde o temprano han demostrado que lo único que perseguían era satisfacer su vanidad e incrementar su fortuna personal con la corrupción, como fue el caso reciente del tristemente recordado Alfonso “Pollo ronco” Portillo, quien después de haber huído del país hace cinco años para no ser juzgado en los tribunales de justicia, y de haber solicitado asilo político en México, fue deportado de allá pero el ya famoso juez Xitemul lo dejó en libertad con solo pagar una mínima fianza que no tiene proporción con el monto por el que se le acusa de peculado. ¡Y ahora amenaza al país con formar y dirigir una nueva organización política! ¡Sólo eso faltaba!
Pero volviendo al tema de hoy, al analizar con ecuanimidad las lamentables y condenables declaraciones que el viernes y el sábado pasados hizo el ingeniero Álvaro Colom Caballeros, Presidente Constitucional de la República, después de haber asistido a la Plaza de la Constitución en compañía de su esposa a una misa pública que ofició el Arzobispo y Cardenal Rodolfo Quezada Toruño para pedir a Dios por la paz, a la que asistieron también miles de católicos que participaron en la marcha contra la violencia y por la paz, se tiene que llegar a las siguientes conclusiones:
1) que es evidente que de nada sirvieron ?el santo sacrificio? de la misa y todas las invocaciones y oraciones en favor de la paz del ?príncipe de la Iglesia?, porque tan pronto concluyó la ceremonia el mandatario salió a dar declaraciones excesivamente agresivas que no contribuyen a la paz y armonía entre los guatemaltecos, sino, todo lo contrario, enardecen aún más a sus críticos y opositores;
2) que el Presidente Colom está confundido cuando actúa y habla como si fuése un rey soberano y los guatemaltecos fuésemos sus súbditos, o fuese el dueño de una finca que se llama Guatemala y nosotros sus peones;
3) que es obvio que los esposos Colom se confunden si se creen intocables y que sus críticos son conspiradores que persiguen la inestabilidad de su gobierno;
4) que los esposos Colom no entienden que los verdaderos desestabilizadores de su gobierno y de todos los presidentes que se han sucedido en nuestro país son ciertos lambiscones que siempre hay entre quienes les rodean y para granjearse sus simpatías les dicen constantemente que hay una conspiración en su contra de parte de quienes critican sus actos y que las publicaciones en los medios de comunicación ?obedecen a un plan para alterar la marcha del gobierno?, lo cual es totalmente falso;
5) que el Presidente Colom tiene que entender que no es que se quiera faltar al respeto ni, mucho menos, insultar a su esposa, la señora Sandra Torres Casanova de Colom, sino lo que se exije es que si ella va a desempeñar funciones tan importantes y a manejar un presupuesto de tantos millones de quetzales, debe asumir oficialmente un cargo público determinado y específico y responsabilizarse legalmente de sus actos, porque ella no ha sido electa por el pueblo y no basta que su amante esposo ?le confíe? una responsabilidad indefinida sin explicar con toda claridad en qué consiste ésta y cuáles son los propósitos que persigue, porque el gobierno es una propiedad privada de su amoroso marido, el Presidente de la República;
y 6) finalmente, que el más alto funcionario público del país se permitió el inaceptable abuso y falta de respeto de insultar a sus críticos llamándoles ?estúpidos?, lo cual un mandatario prudente no debe hacer jamás si no quiere que éstos a su vez le califiquen de igual manera en todos los medios de comunicación del país.

EDITORIAL DE PRENSA LIBRE
“Por considerarlo muy oportuno y sumamente atinado, reproduzco a continuación el Editorial que publica hoy el matutino Prensa Libre, porque creo que todos los guatemaltecos debemos leerlo cuidadosamente:
Ante los insultos de Álvaro Colom
Álvaro Colom Caballeros tiene obligación, como ciudadano, como político y como Presidente de la República, de pedir excusas públicas a los guatemaltecos en general, a quienes votaron por él y, en especial, a las víctimas de sus exabruptos del viernes y sábado recién pasados, en los que primero insultó a quienes han criticado la forma como trabaja su esposa dentro del gobierno, y luego se permitió calificar a la Prensa de copartícipe en un supuesto plan para desestabilizar al régimen.
El insulto es el recurso de quienes no tienen capacidad de discutir sus ideas o explicar las causas de sus decisiones. Implica además una personalidad que no congenia de ninguna manera con los valores básicos de la democracia. Y la acusación de conspiraciones y asonadas contra un régimen político constituye una calumnia, que ha sido característica notoria de los gobernantes de limitadas capacidades para ejercer cargos, que muchas veces les llegan luego de varias intentonas eleccionarias.
PRENSA LIBRE rechaza la calificación de ?ridículo y estúpido? a quien critica al gobierno. Igualmente criticaría con severidad a quien públicamente lo hiciera con cualquier presidente, por considerar que sería un abuso del derecho de expresar el pensamiento, garantizado por la ley constitucional respectiva. Rechazamos también que la Prensa sea calificada de desestabilizadora, porque el derecho de opinión e información se refiere a todos los temas, y ello incluye a como es ejercida la tarea de gobernar, así como a quienes se llama para hacerlo.
Constituye ejemplo de pensamiento absurdo, es decir opuesto a la razón, acusar a la Prensa de conspiración porque publica críticas, ya sea propias o de ciudadanos columnistas o que opinan como parte del trabajo periodístico informativo. El presidente Colom pensaba distinto cuando era político opositor, dos veces derrotado en las urnas.
Se necesita mucha imaginación para ver en los escritos periodísticos el armamento que será utilizado para derrocar o para desestabilizar a un gobierno. Llama la atención que casi todos los gobernantes guatemaltecos, desde 1986 a esta parte, han tratado de culpar a la Prensa del derrumbe de su popularidad, sin ver que éste es ocasionado por la repetición de errores y acciones indefendibles realizadas por funcionarios.
El presidente Álvaro Colom cree que los críticos rechazan los planes gubernativos, cuando lo que causa duda es cómo se quieren realizar, con mil 600 millones de quetzales al control directo o indirecto de su esposa, Sandra Torres de Colom. Ella no fue electa para ningún cargo público, y por eso no esta legalmente obligada a dar cuentas. Está sujeta a la crítica de cualquier ciudadano.
El presidente Colom, al insultar, cae en el ?analfabetismo político?, del cual acusa a los críticos. Y al hacerlo demuestra su necesidad de leer los discursos para evitar esas explosiones emotivas que afectan la dignidad del cargo presidencial. Su tarea de hoy es redactar el discurso de excusa a los guatemaltecos ante exabruptos pronunciados, por ironía, durante la marcha por la paz.”

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