Hay izquierdistas e izquierdosos

En Guatemala, como en todo el mundo, hay ciertas personas que se dicen “izquierdistas” simplemente porque son empedernidos enemigos del capitalismo y de todo lo que esté relacionado con los Estados Unidos de América, país al que culpan de todo lo malo que ocurre en el planeta, al extremo de que son capaces de hacer una manifestación con pancartas frente al edificio de la embajada norteamericana para protestar cuando su mujer les está poniendo cuernos. Se la pasan señalando de ?derechistas?, ?reaccionarios? y ?enemigos de la democracia? a todos los que no comparten exactamente las ideas y las actividades de ellos y demás personas que se dicen izquierdistas pero en lo que se refiere a la libertad se comportan como intolerantes derechistas. No entienden que las manecillas del reloj se juntan en determinado punto tanto cuando giran hacia la derecha como cuando se giran hacia la izquierda. Abominan al dictador chileno general Augusto Pinochet por haber derrocado al gobierno comunista del doctor Salvador Allende, pero son fanáticos admiradores y aplauden a brutales dictadores que han sido consumados asesinos, tales como el criminal comunista soviético José Stalin que hizo matar a millones de sus opositores, y el doctor Fidel Castro, quien ya lleva 50 años gobernando dictatorialmente la isla de Cuba sin dar elecciones libres, ni permitir que se ejerza la libertad de expresión, ni tolerar que se organice una oposición política. Más que izquierdistas, estos fundamentalistas del marxismo-leninismo son ?izquierdosos? tan dictatoriales como los extremistas de la derecha.
Una actitud tan intolerante como las de los fanáticos extremistas es la que llevó a nuestro país al estéril, destructivo, sangriento y doloroso enfrentamiento armado que tuvo más de tres décadas de duración y cuyo resultado solamente sirvió para que algunos “vivales” o “largos” que decían que luchaban por imponer en el país la libertad y la democracia, se situaran en posiciones políticas estratégicas para hacer su modus vivendi y lucrar a la sombra de sus supuestos ideales. Pero al final de cuentas no trajo ningún beneficio importante a nuestra patria a pesar de la destrucción del patrimonio nacional y de los miles de muertos y heridos que produjo. A estas alturas del siglo XXI sería estéril y tonto regresar a lo mismo.
El lunes de la presente semana, mi estimado colega y amigo el periodista Juan Luis Font, co-director de elPeriodico e indudablemente uno de los mejores periodistas que hay en Guatemala -de definido pensamiento de izquierda, pero no un fundamentalista izquierdoso como otros que navegan con bandera de “revolucionarios”-, escribió un brillante artículo que publicó en su acostumbrada columna de los lunes, por el cual le felicito, y por considerarlo una excelente exposición de la diferencia que existe entre izquierdistas sensatos e “izquierdosos” obcecados radicales, y porque creo que es de sumo interés también para los lectores de este blog voy a permitirme reproducirlo a continuación para beneficio de quienes por algún motivo todavía no lo hubiesen leído antes. Dice así:
La izquierda a la que perteneces
El ideario de la vanguardia de la revolución.
Por: Juan Luis Font
?Estos últimos días han sido vividos por muchos felices herederos de la izquierda como una especie de jubileo glorioso. Ha partido Bush. Ha llegado Obama al poder y ha ordenado detener las torturas en Guantánamo. Keynes resucitó. Y el neoliberalismo o el liberalismo a secas quedaron varados en la marea baja.
Hay un resurgimiento del viejo pensamiento de la izquierda y no son pocos los pensadores y columnistas ?una y otra cosa no son siempre lo mismo, como atestigua mi caso- que por estos días dejan que se les vea el fustán de la revancha.
Los guatemaltecos vivimos un poco de ese ánimo triunfante. El riesgo radica en que se reactive un pensamiento que no define precisamente a la izquierda moderna en el mundo, sino otro muy poco útil, el cual, con perdón de los héroes y los santos, nos llevó a una revolución fallida de la que aún no nos recuperamos.
¿Cuáles son las características de ese pensamiento?
– Creer que todo mal y toda injusticia es obra consciente y deliberada de un poder superior, omnipresente y egoísta en extremo, encarnado por la oligarquía o la clase dominante, a las cuales se atribuye unas facultades tan portentosas que sólo son comparables a las que el catecismo le concede a la versión negativa de Dios. O sea al demonio.
Esta forma de pensamiento evade atribuirle algún grado de responsabilidad de los problemas a quien los padece.
– Ser rabiosamente antiyanqui (menos en la dieta, claro, porque los revolucionarios también tienen derecho al consumo de importados). Se sabe que el mal tiene por sede Washington. Por su culpa somos pobres y gracias a nuestra pobreza ellos son ricos. Los gringos impiden nuestro desarrollo. Eso lo constata históricamente la caída del gobierno de Arbenz y ahora es una incordia que los electores de ese país hayan elegido a un presidente negro porque resulta más apropiado odiar a un opresor canche.
– Pensar antes en el reparto que en la generación de riqueza. Propiciar que las personas construyan su propia prosperidad, sin establecer dependencia de otro poder supremo pero en este caso benévolo (o sea Dios o sea el Estado), no ha sido una prioridad de la vieja izquierda.
– Confiar en que el cobro de impuestos a los ricos o poner fin al contrabando será suficiente para financiar al Estado. Eso se llama confundir la realidad con los deseos. En las socialdemocracias modernas, Suecia o Finlandia por ejemplo, las clases medias e incluso los obreros pagan altos impuestos directos para financiar el estado de bienestar.
– Soñar con la construcción del hombre nuevo. O creer que el mundo puede confiarse de la bondad del hombre (y la mujer, por aquello de la equidad de género). Del mismo modo que es cándido ?y perverso- creer que la mano invisible corregirá toda desviación del mercado, también es insensato creer que el ser humano sea capaz de actuar sólo a partir de sentimientos nobles. Así no es la naturaleza humana.
– Sostener que hay un sistema capaz de generar riqueza alternativo al mercado. Perdón pero, hasta nuevo aviso, con mayor o menor regulación, aún no se ha descubierto otro. Y miren que se han dilapidado vidas y bienes para probar que aquello existe.? (Fin del artículo)
Como consecuencia de este brillante artículo, la publicación cibernética de elPeriódico recibió 48 comentarios ?algunos de ellos sensatos y ecuánimes, pero también otros terriblemente negativos e injustos- que, como de costumbre, fueron publicados debajo del artículo de Font. Entre los primeros reproduzco algunos, comenzando por el primero en la lista, que envió Hugo Novales Contreras, que dice así:
?Pues sí. Izquierdas hay muchas. Las hay dogmáticas, pero también racionales. Las hay revolucionarias y reformistas. Intelectuales y bochincheras. Radicales y light.
El problema es la gana de algunos de arogarse (sic) la “marca” de la izquierda, el derecho exclusivo a llamarse “izquierdistas”. A los más moderados nos dicen: Si sos liberal, no sos de izquierda. Si fuiste a Disney, no sos de izquieda. Si comés en Mac, no sos de izquierda. Si estudiás en universidad privada, no sos de izquierda. Si aceptás al mercado, no sos de izquierda. Si lees a Font, no sos de izquierda. Si hablás inglés, no sos de izquierda. Y así, la lista es larga… Pareciera que más que ganar aliados, esta gente quiere ser el grupo más pequeño en el espectro ideológico. (o, en todo caso, la bancada más pequeña del Congreso)?.
Este otro que envió Oscar Argueta:

?Excelente artículo. Que forma de puntualizar tan certeramente las justificadas críticas para la izquierda dogmática que abunda en Guate.?
Y este otro enviado por Roberto Farfán:

Estimado Juan Luis, lo felicito por una claridad de pensamiento que no pelea con discursos ideologicos si no mas bien con errores ideologicos. Es una pena que aun con ideas tan claras mucha gente se sienta atacada.?
Pero también hubo otros sumamente fanáticos, negativos y totalmente contrarios a la sensatez, como el que envió Andrés Zepeda (el bobo de la caja), uno de los organizadores y padres (o hijos) de las prostitutas (o trabajadoras sexuales) integrantes del equipo de fútbol ?estrellas de la línea?, que dice lo siguiente: ?Juan Luis: a juzgar por tu discurso (por llamarlo de algún modo), parecés influido más por las ideas de la Marro que por las de tu alma mater carolingia. ¿Abjuraste ya de éstas últimas? ¿O simplemente se te fueron olvidando?
Como sea, estás dando por sentadas cuestiones bastante dudosas, como la supuesta ?naturaleza? humana. ¿De qué estás hablando exactamente cuando te referís a ella? ¿No se te ha ocurrido pensar que mucho del ser humano, comúnmente atribuido a su ?naturaleza?, es producto más bien de sus circunstancias particulares, de su historia concreta?
Por otra parte, me gustaría saber qué entendés por ?mercado?, y me llama asimismo la atención que, aun siendo periodista, pasés por alto flagrantemente un hecho que, a pesar de su obviedad, se sigue ocultando públicamente: me refiero a la sistemática desinformación practicada por los grandes medios de comunicación (y sus obedientes repetidoras) en contra del ?consumidor? de noticias, al extremo de que lo usual es que éste acabe actuando en contra de sus propios intereses. La evidencia en tal sentido no sólo es abundante sino que salta a la vista, por más que te empeñés en ridiculizarla con caricaturas como ésa según la cual ?todo mal y toda injusticia es obra consciente y deliberada de un poder superior, omnipresente y egoísta en extremo, encarnado por la oligarquía o la clase dominante?.
No basta con omitir ofensas y palabrotas: si de verdad querés que tus lectores (y lectoras, por aquello de la equidad de género) respetemos tus argumentos, procurá explicar algunos conceptos para que no parezcan repetidos de memoria, sin previa apropiación reflexiva de tu parte.? (Fin de los comentarios)
Estos comentarios tan radicalmente encontrados comprueban que, como dice hoy el título de este artículo, en nuestra sufrida Guatemala hay izquierdistas e izquierdosos.

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