El concierto de Carlos Santana


El genial guitarrista Carlos Santana es mundialmente famoso y aunque nació en Autlan de Navarro, en el Estado de Jalisco (México), el 20 de julio de 1947, ha trascendido todas las limitaciones geográficas para convertirse en una figura musical y espiritual universal.

Cordial bienvenida a mi hermano Devadip
Interrumpo la serie de artículos que he venido escribiendo con el título de Comunistas, izquierdistas y anticomunistas para dar cabida a estas palabras de cordial saludo de bienvenida al extraordinario guitarrista de origen mexicano y de fama mundial Carlos Santana, a quien tuve el privilegio y el gusto de conocer personalmente durante su visita anterior a Guatemala en 1973, cuando ofreció un inolvidable concierto en el Estadio Mateo Flores, donde también se presentará esta noche. Y aconsejo a quienes vayan a asistir que preparen su espíritu para tener una experiencia realmente memorable. Les aseguro que nunca van a olvidar que asistieron a este concierto.
Esa misma noche, después de haber asistido al inolvidable concierto, como lo hicieron tantos miles de personas que, como yo, quedaron sumamente impresionados, me encontraba en el restaurante Ricardo?s, en la zona 9, propiedad de mi entrañable amigo de origen libanés Richard Aoun, cuando, de pronto, sorpresivamente, sin ningún tipo de anuncio, entró Carlos Santana acompañado de uno de los músicos de su conjunto. A pesar de que su concierto había tenido cerca de tres horas de duración y era casi media noche y el clima estaba frío, iba vestido con una sencilla T-shirt con una imagen impresa de Jesucristo y unos jeans. De inmediato nos hicimos amigos y en corto tiempo nos identificamos como hermanos en la permanente búsqueda de Dios a través de las prácticas de la meditación yoga. Él tenía el nombre sánscrito Devadip (ya olvidé lo que significa) y yo me llamaba Krishna Kumar, que significa en sánscrito joven Krishna. Yo tenía 45 años de edad y él tenía sólo 26. Me impresionó muchísimo su firme convicción espiritual y enorme sencillez, a pesar de que ya para entonces tenía fama mundial. Al retirarse de Ricardo’s me invitó a visitarle cuando tuviese oportunidad de viajar a San Francisco y me dejó su número de teléfono para que le llamara cuando fuese a hacerlo. Y en el transcurso del tiempo le llamé por teléfono una vez sólo para saludarle, y él atendió mi llamada muy cordialmente, pero nunca tuve oportunidad de ir a visitarle.
Lamentablemente, a pesar de que estoy invitado para asistir esta noche al concierto que ofrecerá en el estadio Mateo Flores, debido a mis 80 años de edad no quiero correr el riesgo de mezclarme entre los muchos miles de personas que van a estar ahí, de manera que por este medio le doy la más cordial bienvenida y el día de hoy dedico este blog para reproducir un magnífico reportaje de Jorge Sierra que publicó el domingo 1 del mes en curso el diario Siglo 21. Me gustó tanto cuando lo leí que llamé por teléfono a las oficinas de ese periódico para pedirles que me enviasen el texto y el colega José Luis Escobar me hizo el favor de enviármelo por correo electrónico, lo cual le agradezco mucho. Reproduzco ese reportaje completo porque me parece excelente y estoy convencido de que yo no habría podido haberlo mejor.


El mundialmente famoso guitarrista de origen mexicano Carlos Santana entró sorpresivamente al club nocturno Ricardo’s poco tiempo después de su inolvidable concierto en el estadio Mateo Flores y se situó tranquilamente al lado de la orquesta a escuchar a los músicos guatemaltecos. Junto a él estoy yo y un poco más lejos Richard Aoun con varios músicos y empleados del lugar. A esta sorpresiva visita se refiere más adelante Jorge Sierra en su excelente reportaje.


En determinado momento, Carlos Santana pidió que le permitiesen una de las guitarras para tocar una samba con de los músicos del conjunto de Ricardo’s, para deleite de todos los presentes. Yo estoy vestido totalmente de negro y con un suéter con cuello de tortuga y sonrío con obvia satisfacción por tan grata sorpresa.

Este es el reportaje:

Carlos Santana
Guitarrista y guerrero
multidimensional

Jorge Sierra
Especial para Siglo 21
Después de 36 años, el legendario músico llega al país en medio de una gira latinoamericana de 13 fechas. Con su guitarra en ristre y una banda de diez músicos recorrerá una carrera de cuarenta años. Aquí habla con Siglo 21 sobre su música y las creencias que nutren su espíritu.
Carlos Santana habla a cuerpo limpio y a pecho descubierto con una voz serena, arrojada posiblemente de sus fervientes creencias espirituales. Desde San Francisco, California, EE.UU., concede por teléfono una entrevista a Siglo 21, y rememora su primera visita a Guatemala, en 1973: ?Recuerdo muy bien cuando tocamos en tierras guatemaltecas. Lo más claro que retengo fue el día que fui a la plaza central a tomar jugo de caña. También que visité la Catedral y que a la vuelta de la iglesia había una tienda que vendía motivos religiosos, donde compré tres láminas de Jesucristo. Fui también a un pueblo para ver los ojos de la gente. Mi mente, gracias a Dios, trabaja bien. He desarrollado una ?amnesia celestial?, que me permite recordar sólo lo bueno. De lo demás no me acuerdo…?, dice, antes de echarse a reír.
Santana regresa al país, al Estadio Mateo Flores, luego de 36 años, en la única fecha centroamericana de la gira Live Your Light, con la cual promociona Multi Dimensional Warrior, la más reciente compilación de su obra. Está por cumplir 62 años y hace más de 40 formó su propia banda, luego de ser parte del colectivo Santana Blues Band, con la cual participaría en el mítico Festival de Woodstock y grabaría sus primeros álbumes.
Al momento de aludir aquellos años y ese primer disco, Santana (1969) ?que este año cumple cuatro décadas de aparición?, lo ve como una obra hecha bajo ciertas condiciones y, a su vez, como una declaración de principios: ?De ese trabajo no tengo nada que cambiar. Todo ha sido hecho con Dios. Gracias a Él aterrizamos en San Francisco, y todo lo que asimilé en ese entonces se procesó en el Festival de Woodstock. Desde ese momento aprendí que muchas personas se dan a la tarea de representar sólo un charquito, una tina, un pedacito de su mundo, mientras que nosotros queríamos representar el Océano Pacífico. Es decir, hay quienes representan a su ciudad o país, y nosotros, en cambio, representábamos a todos los corazones humanos del mundo. Los traíamos a todos, sin dejar a nadie atrás. Por eso mismo digo que no soy turista de África, Palestina, Japón o Guatemala, sino que soy parte de la familia, y así me encanta creer. Y eso lo dispuso Dios. Nosotros no invertimos pasión o emociones en fronteras o naciones. Para mí, somos una única familia que hizo Dios. Dentro de una misma luz. Por ello, cuando subimos a un escenario la gente nos ve diferente. Y lo digo sin complejo de superioridad ni de inferioridad. Representamos a esa luz que unifica y no separa?.
Sin pasar de moda
Posterior a su placa debut, que incluía los éxitos Evil ways y Jingo, apareció Abraxas (1970), una obra maestra, grabada a sus 22 años, que logró un amplio espectro de fusiones (rock, ritmos afrocubanos, blues y jazz). El álbum fue incluido en el libro Los 1,001 discos que deben escucharse antes de morir, de Robert Dimery y otros noventa críticos musicales. ?Es un honor para mí que la gente lo vea así?, dice Santana, y agrega: ?Aunque para mí uno de esos discos es Sketches of Spain (1960) de Miles Davis, y cosas así. Yo creo que esa elección se debe a cómo el público se identifica con las canciones que estuvieron de moda, con rumba y todo. Y aunque algunas rumbitas no tuvieran letra, la gente comprende con claridad la melodía hasta hacerlas relevantes en comparación con muchas cosas que pasan de moda y se convierten en polvo. Nosotros, gracias a Dios, aquí estamos. Y aún podemos soñar que algún día tocaremos con Yo Yo Ma (el violinista francés de origen chino)?.
Ya sea por el tipo de melodía o por el carácter que Santana y su banda le imprimen a sus canciones, éstas cuentan con un público que durante décadas les ha sido leal. Quizá en parte tenga que ver el hecho de que para él, ?la música es la unión de dos amantes: melodía y ritmo. La melodía es la mujer, y el ritmo es el hombre. Son dos cosas que se necesitan en forma vital para levantar un poco el ánimo a la gente, pero también para que llore, ría y podamos celebrar que todos somos hijos e hijas de Dios. Dios no es pecado; Dios no ve sombras ni tampoco separación. Lo que Dios quiso es bueno, porque Dios es bueno. Y cuando tocamos, esa vibración, ese sonido y esa resonancia están presentes?.
Éxito sobrenatural
Como todos los músicos excepcionales, Santana pasó por esa curva natural de desarrollo. Después de casi 10 años de éxito, vivió un tiempo de bajo perfil con un material instrumental y místico. En este período experimentó como solista, cerca del jazz. Pero no fue sino hasta en 1999, cuando firma para el sello Arista, que reaparece con el disco Supernatural. La exitosa producción se convirtió en su undécima nominación al Grammy, de un caudal de casi una treintena de álbumes grabados. Como si nada, en la ceremonia de la 42 edición de la entrega de los premios Grammy, en 2000, se echó a la bolsa nueve de los galardones, y el disco terminó por vender 24 millones de copias alrededor del mundo. Canciones como Smooth, Do you Like the Way, Wishing it Was, Corazón espinado y The Calling, al lado de figuras como Maná, Lauryn Hill, Dave Mathews, Everlast y Eric Clapton, cautivaron por su manufactura y por traslucir no sólo algo novedoso, sino también ese tradicional sonido santanesco. En suma, después de siete años de silencio, recuperó la sístole y la diástole de su carrera.
Así, ese tipo de reuniones supusieron un pozo de petróleo por explotar. Por tanto, lo replicó en dos discos posteriores, Shaman (2002) y All that I am (2005). En el primero participan Divo, Plácido Domingo, Seal, Macy Gray, Alejandro Lerner y la banda de P.O.D. En el segundo aparece junto a la cantante Mary J. Blige, Steven Tyler, Will.I.A.M., Joss Stone y Los Lonely Boys.
Hoy, cuando se podría pensar que ya lo hizo todo, que su peregrinaje de aventuras musicales ha llegado a su fin, de tajo aclara: ?No, no lo he hecho todo. Quiero interpretar todavía con más gente. Me faltan bastantes personas. Yo puedo grabar solo, pero disfruto mucho el intercambio con hermanos y hermanas de todo el mundo?. Y lo dice así como si de una cita se tratara y a la que debe acudir indefectiblemente.
Y es que ya desde el disco Carlos Santana & Buddy Miles ¡Live! (1972), quiso dar un giro al experimentar con su repertorio y con el del baterista y cantante, ex integrante de la Band of Gypsys de Jimi Hendrix. Si bien el disco no era lo que sus seguidores esperaban, logró vender un millón de copias, y le dio carta de validez a sus nuevos lances estilísticos.
En vivo hay fiesta
Santana no tiene empacho en reconocer que, como aseguran muchos, sus conciertos resultan más luminosos que sus discos. ?Es cierto. Ver a Santana en concierto es completamente diferente por las razones que ya mencioné. Lo que voy a decir no lo digo para lucirme, sino para ratificar que Dios tiene sus dos manos en mi corazón y no me suelta. Tampoco yo lo suelto. Así que cuando tocamos se produce otra chispa?.
De su visita al país el guitarrista mexicano comenta que su concierto puede durar hasta tres horas, y que incluirá material de sus últimos discos. ?Como tengo una discografía tan grande trataremos de tocar un poquito de todo?, adelanta. El recital lo ofrecerá utilizando cualquiera de sus cuatro guitarras, entre ellas la Red Guitar (PRS), la misma que utilizó en sus sonados éxitos, flanqueado por su engrasada New Band, integrada por el respetado tecladista Chester Thompson (ex Tower of Power y Earth, Wind and Fire); el baterista Dennis Chambers (Special EFX y Dave Sanborn); el bajista Benny Rietveld (The Crusaders y Miles Davis); el trompetista Bill Ortiz (Cachao, Patti Austin y Tito Puente); el trombonista Jeff Cressman (Poncho Sánchez, Pete Escovedo); el guitarrista Tommy Anthony (Gloria Stefan, Shakira, Steve Winwood); los cantantes Andy Vargas y Tony Lindsay; y los percusionistas Karl Perazzo (Malo, Dizzy Gillespie, Andy Narell), y Raúl Rekow (Malo, Sapo).
1973, IMPOSIBLE OLVIDAR
?¿Usted le llegó al concierto de Santana, ese? Ya vas, ahí estuve brother, todavía ando de gran trip (?) ¿Sabe cómo fue esa onda? El viento se sintió invadido por las ondas sonoras mestizas. Fusión de sentimientos encontrados, distintos palpitares se fundieron para producir una música rítmica y sensual. Amalgama armónica de percusión afrolatina y un feeling especial en la guitarra líder. Santana pegó fuerte entre la gente. Simón, y es que ese chavo la metió en Woodstock, tres días de paz, amor y música. Tocó Sacrificio del alma, puta, que la rolona sonó imponente en ese altar?. Esta conversación entre dos roqueros, recreada en la novela Cuerpo y alma por el escritor y músico guatemalteco Maco Luna, describe la primera llegada al país del guitarrista mexicano, en septiembre de 1973. Santana vestía de blanco cuando ofreció un apoteósico concierto en el Estadio Nacional Mateo Flores, auspiciado por la entonces Primera Dama, Álida España de Arana, a beneficio de las obras sociales de la Presidencia.
?Fue todo un acontecimiento?, recuerda hoy Luna, ?porque el pueblo guatemalteco no estaba acostumbrado a conciertos de grupos internacionales de esa talla. El Festival de Woodstock estaba cercano en nuestra memoria; descansaba aún fresco el recuerdo de su participación en el mismo. Por eso, su llegada fue toda una novedad?. Lo que ocurrió ese día en el estadio, Luna lo describe con espontaneidad: ?La respuesta fue masiva. Las nalgas colmaron los graderíos del Mateo Flores y la concurrencia estuvo muy prendida con todas las rolas de Santana. Aplausos, gritos y avioncitos de papel surcaron el cielo al compás de las vibraciones de su música. Todo fue buena vibra al calor de las fogatas que ardieron solidarias en honor a Carlos Santana?.
Otro asistente al mítico concierto, Freddy Carrera, ex Caoba y Eva, ahora líder del grupo Rockstalgia, era entonces un guitarrista en ciernes. Como tal, recuerda: ?La impresión que causó en todo el público, en especial entre los músicos, fue muy grande. En esa época no era frecuente escuchar en vivo a un guitarrista como él. A mí, en lo personal, me impactó tanto que a partir de entonces figuró entre mis favoritos. Para los músicos que amamos el rock la llegada de Santana significó el mayor acontecimiento musical, por el inmenso aporte que este genial guitarrista y compositor ha hecho al género. Su próxima visita ha provocado igual o mayor entusiasmo entre nosotros?, confiesa Carrera.
Pocos saben que después del concierto el guitarrista mexicano y algunos de sus músicos decidieron conocer el ambiente nocturno de la ciudad. A eso de las diez y media de la noche ingresaron al centro nocturno Ricardo?s, en la 6a. avenida de la zona 9. ?La gente empezó a llenar el lugar que estaba vacío por el concierto?, describe el baterista y pianista Luis Estrada. ?Tocábamos, y de repente Santana y algunos de su banda se unieron a nosotros en una especie de jam session. Tocamos Samba de sausalito. Eso sí, así como llegaron, así desaparecieron porque el lugar resultó muy pequeño para todos?. De esa manera y sin creérselo, Estrada había vivido la mejor noche artística de su vida, al tocar la batería con Santana.
EL BENEFACTOR, EL MÍSTICO
Santana le ha dado la vuelta al mundo. Literalmente. De hecho, grabó discos en Japón, Sudáfrica y Suiza. En ese periplo, su particular creencia espiritual, más su sensibilidad humana le despertó el deseo de brindar apoyo a los niños. De ahí los casi $2 millones entregados a la Fundación Milagro, que constituyó junto a su familia en 1998. El fin de la misma es ayudar a organizaciones que trabajan con niños de escasos recursos en las áreas de educación, salud y formación artística. Sus beneficios han llegado a algunos sectores de San Francisco, Californa, en EE.UU., pero también a Guatemala, Argentina, India y Sudáfrica. No está de más decir que brinda apoyo abiertamente (aunque no necesariamente el económico) a organizaciones como Greenpeace, Amnistía Internacional, Museum of Tolerance, Save the Children, American Indian College Fund, y otras más.
Todo esto tiene como plataforma sus creencias espirituales. En realidad lo suyo, podría decirse, es lo ecuménico, pues igual abraza a Jesucristo, a Krishna, a Buda o a Mahoma, como también a las místicas de los pueblos indígenas. En su website (www.santana.com) promueve el Minicurso para vivir, un libro que propugna la transformación humana en forma práctica. Cuando se le pregunta qué es lo que considera más difícil de comprender para conseguir esa anhelada evolución, descarga una parte de él que está en ebullición. ?Lo más difícil de entender para los latinoamericanos, desde México hasta Brasil, incluido Puerto Rico, es que nosotros fuimos adoctrinados dentro de la Iglesia Católica. Ésta enfatiza mucho en el pecado, en juzgar, en condenar, en el miedo, la vergüenza y todas esas cosas que son negativas. Pero Dios no ve nada de eso. Esas son cosas de Godzilla, no de Dios. Godzilla es un monstruo que cuando se encabrona, se enoja, mata a la gente. Dios es puro amor. Yo tomo muchas cosas que dice Jesucristo pero no tomo lo que no es de Dios. Él es incapaz de derrumbar el mundo y decir: ?Ya me encabroné con todos ustedes, y los voy a ahogar?. Ese no es Dios. No creo en eso. Para mí, Dios es una luz de puro amor, de pura compasión y ternura. Es como una madre. Una madre no cuenta cuántas escaleras va a limpiar para llevarle comida a sus hijos. Así que si una madre es madre con ese amor, imagínate Dios. Por eso digo que para los latinos lo más difícil es deshacerse de ese tatuaje, de ese adoctrinamiento de que debe temerle a Dios. Dios no quiere que le tengamos miedo. Al contrario: abramos nuestra mente, nuestro corazón y nuestros brazos para recibirlo todos los días, para que lo que es tuyo, lo riegue de bendición?.
Desde esa perspectiva admite que se considera un guerrero multidimensional como se titula su último disco recopilatorio, ?así como lo han sido la Madre Teresa, Simón Bolívar, Desmond Tutu, Dalai Lama, y como lo son muchas mujeres y hombres que nomás nacen para unificar y hacerle ver a la gente en el concierto de separaciones, que no están separados?.
Se creería que esa anhelada unificación de razas y credos en el mundo es más una utopía, un fruto incierto, que una realidad. Pero como dijo el escritor francés Henri Barbusse: ?Sólo intentando lo imposible se realiza lo posible?. ?Esa frase me encanta?, dice Santana, ?pero al mismo tiempo, para Dios no hay imposibles. Sólo existen para la mente humana?.
SUS DISCOS FUNDAMENTALES
Abraxas (1970)
La radical experimentación que ofrecía la placa, se mostraba lejos de lo que en ese entonces hacían Jefferson Airplane o Grateful Dead. Fusionar rock con ritmos afrolatinos, jazz y blues fue todo un acto de provocación. El disco vendió 4 millones de copias, gracias a temas como, Black magic woman y Oye cómo va. Desde entonces quedó patentado el sonido de su guitarra. Según la revista Rolling Stone, con este disco, ?Santana hizo por la música latina lo que Chuck Berry había hecho por el blues?. Para muchos, una obra maestra.
Caravanserai (1972)
Este disco dibujó en forma temeraria e impecable un rock-latino-jazz, con boyante creatividad. Fue una impredecible gema de la década, que incluía tonadas pegajosas, rock e igual jazz fusion (terreno este último con el que desarrollaría piezas largas e instrumentales). Se escuchan solos de guitarra intensos e introspectivos, cualidades ausentes en sus primeros discos. Hay que mencionar el beneficioso aporte de su nuevo tecladista Tom Coster. Eso sí, el disco requiere varias escuchas para absorber del todo el contenido. Aquí incluye, Look up, Just time to see the sun, Stone flower.
Love, devotion, surrender (1973)
Este sería el primero con centro de gravedad espiritual, con seducción al jazz y a la total experimentación. Es decir, expande su personal estilo. Grabado al lado del raudo guitarrista inglés John McLaughlin y de una plantilla de músicos de lujo, se recrea obra del mítico y místico saxofonista John Coltrane. Piezas como Naima, A love supreme, Meditation, incluye esta grabación. A partir de entonces, Santana haría similares incursiones, como Ilumination, Carlos Santana & Wayne Shorter e Hymns. Todos, delicados platos para gourmets.
Amigos (1976)
Este fue el séptimo. De la mítica banda que tocó en el Festival de Woodstock, sólo quedó su director y el bajista David Brown. Aún así, el grupo tuvo arrestos para explotar su vena comercial. De ese modo, selecciona piezas más breves, con más gancho y con mayor recurso vocal. En otras palabras, donde antes hubo influencias de jazz aquí resultan ritmos alegres y latinos salpicados de rhythm and blues, funk y música folclórica latina. El resultado: uno de los discos más dinámicos producido desde Santana III, con memorables piezas como Europa, Take me with you y Dance sister.
Blues for Salvador (1987)
Después de arar en el desierto, el guitarrista decide grabar su cuarto disco como solista. Ya había hecho discos que habían sido ignorados; entonces pasa a la fase de verse el ombligo y dinamita toda una gama de expresiones como las vividas a sus inicios. La pieza de blues que le da título a la placa consigue una nominación al Grammy, y el resto es ambiguo entre solista y grupo con ansias de quedar bien con todos. El álbum incluye la instrumental Beeper dig beeper, como también Hannibal, Now that you know y Trane. Participa de invitado, el batería Tony Williams.
Supernatural (1999)
A finales de 1997, firma para el sello Arista, que tiene como presidente a Clive Davis, quien le hizo lo mismo en su primer contrato discográfico 30 años atrás. El experto productor matrimonió el característico sonido de la guitarra de Santana con voces contemporáneas, a fin de conectarse con un nuevo y joven público. Una mezcla pícara, digamos, con resultados afortunados, entre ellos nueve premios Grammy en 2000. Así Santana consigue retomar su puesto en la historia de la música.

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