El golpe militar del 23 de marzo de 1982

Ayer se cumplieron 27 años del golpe de Estado que protagonizó un grupo de militares jóvenes de la Brigada militar Mariscal Zavala y como resultado del cual fue derrocado el Presidente Constitucional de la República, general Fernando Romeo Lucas García, a pesar de que solamente le faltaban cuatro meses para concluír su mandato, aunque la intención original de los golpistas era solamente exigirle que anulara la reciente elección presidencial de la cual ya había sido declarado ganador el general Ángel Aníbal Guevara Rodríguez, postulado por el Frente Democrático Popular (FDP) integrado por los partidos Institucional Democrático (PID) y Revolucionario (PR), pero se acusaba al gobierno de haber hecho fraude. Además, los jóvenes autores de la insurrección se oponían a que Guevara llegase a la Presidencia de la República porque tenían viejos resentimientos contra él por diferentes motivos, uno de ellos era que a uno de esos oficiales, el capitán Rodolfo Muñoz Piloña, cuando Guevara era ministro de la Defensa, le había negado permiso para ir a gozar de una beca al extranjero.
Ángel Aníbal Guevara Rodríguez nació en 1924 en el municipio de la Democracia, departamento de Escuintla, ingresó a la Escuela Politécnica como cadete número 1011 de la Promoción 48, y realizó sus estudios militares en Guatemala y Panamá. Fue miembro del Estado Mayor Presidencial cuando el Presidente de la República era el general e ingeniero Miguel Ydígoras Fuentes, donde fue compañero del entonces capitán Lucas García. Alcanzó el grado de general de brigada en 1976, en 1979 fue nombrado Jefe del Estado Mayor y en 1980 asumió el cargo de ministro de la Defensa, que desempeñó hasta agosto de 1981, cuando renunció al aceptar en 1982 la nominación de su candidatura presidencial por el Frente Democrático Popular para las elecciones presidenciales del 7 de marzo de 1982, de las cuales fue declarado ganador. Tan seguro se sentía de haber triunfado que en el momento del golpe se encontraba tomándose unas vacaciones en Miami.
Pero dos semanas más tarde se produjo ese levantamiento en la brigada militar Mariscal Zavala para exigir al gobierno anular el resultado electoral y convocar a nuevas elecciones, lo cual se negó a hacer el general Lucas García y fue depuesto por los oficiales jóvenes alzados. El comandante del Mariscal Zavala era el coronel Óscar Rodolfo Cuyún Medina, a quien los alzados fue al primero que pidieron que fuese a visitar al presidente Lucas García para pedirle que anulara las elecciones, pero él se negó a hacerlo por el respeto (y sospecho que el temor) que le tenía al mandatario, por lo cual fue hecho prisionero. Entonces le pidieron eso mismo al coronel José Domingo García Samayoa, quien no era bien querido por la oficialidad, y a los dos les encarcelaron. El capitán Rodolfo Muñoz Piloña estuvo al mando de los cañones que fueron emplazados en el Parque Central y fué él quien ordenó a un teniente de apellido Gordillo que los apuntara al Palacio Nacional y a Casa Presidencial. Por cierto que estos cañones no habrían servido para nada, realmente, salvo para amenazar al gobierno y hacer el escándalo, porque si los hubiesen disparado las balas habrían ido a caer al Parque Morazán o al Hipódromo del Norte.
Desde hacía algún tiempo se venía fraguando el golpe de Estado en reuniones que tuvieron lugar en la casa del general Manuel Sosa Ávila, en las cuales participó principalmente el bachiller Lionel Sisniega Otero, de vieja militancia política anticomunista desde que fue locutor de la radiodifusora clandestina llamada ?La Voz de la Liberación? durante la invasión a Guatemala del ejército que se organizó en Tegucigalpa, Honduras, organizada y patrocinada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos de América y encabezó el coronel Carlos Castillo Armas para derrocar al gobierno revolucionario electo popularmente del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, y posteriormente desempeñó el cargo de director del Instituto Guatemalteco de Turismo y después fue diputado durante el régimen del general e ingeniero Ydígoras Fuentes mientras era militante del partido Movimiento de Liberación Nacional cuyo máximo dirigente era el licenciado Mario Sandoval Alarcón. Otro de los participantes en estas reuniones, en calidad de delegado militar del MLN, era el general retirado Ríos Montt, hermano político o cuñado del anfitrión por estar casado con su hermana, María Teresa. Otro que tuvo participación en la organización de este golpe de Estado fue el veterano revolucionario Danilo Roca Barillas, pero tanto él como Sisniega fueron ignorados y rechazados por el general Ríos Montt cuando asumió el poder y ellos trataron de acercarse. Fue a tal extremo peligrosa la traición del general Ríos Montt que ambos tuvieron que vivir escondidos por un largo tiempo.
El general Ríos Montt se hizo cargo del poder después de haber sido llamado repetidas veces por medio de la radiodifusora oficial TGW “La Voz de Guatemala” urgiéndole que se presentara en el Palacio Nacional pero, en vista de que no se presentaba, los alzados comenzaron a convocar también a los coroneles Héctor Mario López Fuentes y Óscar Humberto Mejía Víctores.Y cuando Ríos Montt escuchó que ya estaban buscando a un sucesor para hacerse cargo del poder, se presentó en el Palacio Nacional y exigió integrar un triunvirato con los coroneles Horacio Egberto Maldonado Schaad, comandante del cuartel Guardia de Honor y Francisco Luis Gordillo Martínez, comandante del Cuartel General, a quienes solicitó que se pusieran el uniforme de batalla, denominado ?chipilín?, para que los tres se presentaran igualmente uniformados. Y así fue, en efecto.

Momento en el que el general Ríos Montt hacía su ingreso al Palacio Nacional acompañado del general Maldonado Schaad y del coronel Gordillo Martínez.
La creencia generalizada ha sido que el autor de ese cuartelazo fue el capitán Rodolfo Muñoz Piloña, pero eso no es verdad, aunque él fue uno de los principales protagonistas porque fue quien comandó la artillería que hubo en el Parque Central apuntando al Palacio Nacional y a la Casa Presidencial. Pero quienes verdaderamente organizaron el levantamiento fueron dos oficiales de comunicaciones de la base Mariscal Zavala, los tenientes Orlando Aguilar Meléndez y Mauro Jacinto Carrillo, quienes posteriormente formaron parte de la discutida “Juntita” que rodeó al gobierno del general Ríos Montt. Por cierto que este último fue brutalmente asesinado hace poco más de un mes. Fue decapitado y le amputaron las manos. Pero son tantos los asesinados que se han sucedido durante estos tiempos que no se hizo escándalo. Ni siquiera sus ex compañeros de Avemilgua exigieron una investigación.
El general Ríos Montt siempre ha alegado que el gobierno del general Carlos Manuel Arana Osorio hizo fraude en las elecciones de 1974 cuando fue postulado por el partido Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG), el Frente Unido de la Revolución (FUR) y el partido Revolucionario Auténtico (PRA), coaligados como Frente Nacional de Oposición (FNO), de tendencia ideológica izquierdista. Tanto él como quienes le postularon han venido asegurando que él ganó la elección, pero la verdad es que fue derrotado por el general Kjell Eugenio Laugerud García, candidato del régimen cívico-militar vigente desde 1970 y dominado por dos fuerzas de extrema derecha, el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y el Partido Institucional Democrático (PID), además de que su triunfo fue confirmado por el Congreso de la República.
Según los resultados oficiales, Ríos Montt quedó en segundo lugar con 228.000 votos, 70.000 menos que Laugerud García, pero tanto él como sus partidarios alegaron que habría ganado de no haberse operado un fraude. Su denuncia de fraude electoral y su proclamación de supuesto presidente electo no surtieron el menor efecto en el país, porque se negó a encabezar una manifestación de protesta de los partidos de oposición a quienes respondió que no quería provocar inútil derramamiento de sangre. Y como no había tenido el cuidado o la precaución de pedir su baja del Ejército cuando lanzó su candidatura, fue conminado por el presidente de la República, general Carlos Manuel Arana Osorio, a presentarse inmediatamente en Casa Presidencial y creyó que era para reconocer su triunfo y felicitarle, y al llegar ante el mandatario se le cuadró militarmente y le dijo: ?¡A las órdenes de usted, señor Presidente!?, por lo cual, según me contó posteriormente el general Arana Osorio, éste se dijo a sí mismo ?¿A sí?, ¿Con que a mis órdenes? Pues entonces te vas a ir mañana mismo de Agregado Militar a España?. Y se dice que le dio un millón de dólares para que llevara a viajar por Europa a toda su familia.
A continuación, el general Ríos Montt fue enviado como Agregado Militar a la embajada de Guatemala en Madrid, la cual estaba a cargo del doctor Armando Sandoval Alarcón, donde sirvió hasta 1977. Ya de vuelta en Guatemala, en 1978, abandonó la religión católica, entre otros motivos por sentirse decepcionado de que su entrañable amigo y padrino de sus hijos, el azobispo metropolitano Mario Casariego y Acevedo, se negó a darle su apoyo cuando él quería reclamar que le habían “robado” las elecciones de 1974 y se adhirió a la secta de la Iglesia del Verbo, implantación local de la Gospel Outreach, una iglesia evangélica pentecostal con sede en Eureka, California. Obsesionado con el milenarismo que predicaban los misioneros del Verbo, arribados tras el terremoto que devastó el país en 1976, Ríos Montt se entregó a las tareas pastorales y divulgativas.
Se dice que el 23 de marzo de 1982, mientras se producía el cuartelazo, el general Ríos Montt se encontraba explicando pasajes de la Biblia a unos prosélitos cuando un grupo de soldados irrumpió en el templo donde impartía sus lecciones para anunciarle que el general Lucas García había sido derrocado y que “los cabecillas del golpe eran el general Maldonado Schaad y el coronel Gordillo Martínez” quienes le pedían que asumiera la presidencia de la Junta Militar de Gobierno, aunque también hay quienes aseguran que se encontraba escondido desde hacía dos días. Pero es falso que los dos militares antes mencionados hayan sido “los cabecillas del golpe”, y fue él quien les convocó a ellos para no asumir él solo toda la responsabilidad.

Toma de posesión del triunvirato de facto compuesto por el general Horacio Egberto Maldonado Shaad, el general Efraín Ríos Montt y el coronel Francisco Luis Gordillo Martínez.
El general Ríos pasó a integrar el triunvirato gobernante, hasta que el 9 de junio la ?renuncia? (obligada) de los otros dos triunviros dejó en sus manos todo el poder con el título de “presidente de la República”, erigiéndose al mismo tiempo en Comandante en Jefe del Ejército y ministro de Defensa. Así fue como la insurrección “de los Oficiales Jóvenes” frustró la toma de posesión, el 1 de julio, del general Guevara, a pesar de haber sido el legítimo vencedor en los comicios del 7 de marzo.
Ríos derogó la Constitución vigente, clausuró el Poder Legislativo, declaró el Estado de Sitio, impuso un antidemocrático y arbitrario Estatuto General de Gobierno e implantó el régimen militar puro y duro, suscitó interés y apoyos por su anuncio mesiánico de combatir a los “cuatro jinetes del moderno Apocalipsis”, como designó al hambre, la miseria, la ignorancia y la subversión, así como a la corrupción y a las depredaciones exclusivistas de la clase dirigente presuntamente depuesta.
El 10 de abril lanzó el Plan Nacional de Seguridad y Desarrollo (PNSD), estableció los juicios secretos, engendro normativo de carácter eminentemente totalitario que ligaba el desarrollo socioeconómico de Guatemala al exterminio de la subversión y el adoctrinamiento de la población en el “nacionalismo”. En buena medida alimentados por prejuicios chauvinistas, culturales y raciales, Ríos y sus colaboradores hablaban de integrar unos colectivos, campesinos e indígenas, que fueron bautizados como Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), cuya inmadurez en los valores patrióticos y su analfabetismo les hacía especialmente vulnerables frente al proselitismo del comunismo. Los conceptos recurrentes eran los de “Poder Nacional” y “Seguridad Nacional”, considerado como la amalgama de los poderes políticos, económicos, psicosociales y militares.

El general Ríos Montt se puso la misma banda presidencial que usó el general Laugerud Garcia. En esta foto con algunos de sus colaboradores, entre ellos el coronel aviador y abogado Manuel de Jesús Girón Tánchez, secretario general de la Presidencia tanto del general Ríos Montt como del general Mejía Víctores.
Por de pronto, la administración estadounidense de Ronald Reagan, muy preocupada por la repetición en Guatemala de la efervescencia revolucionaria que a punto estuvo de ganar la partida por el poder en El Salvador entre 1979 y 1981, reconoció al gobierno de Ríos y levantó la suspensión de toda ayuda militar decretada en 1977 por el alelado presidente Jimmy Carter, por lo cual el Ejército pudo haber perdido la guerra con la subversión guerrillera y Guatemala estuvo en serio peligro de caer en manos del comunismo.
Pero eran tantas y tan seguidas las tonterías y locuras que estaba haciendo el “presidente” de facto, general Efraín Ríos Montt, sobre todo por sus insoportables prédicas dominicales televisadas y transmitidas por cadena nacional de radio, que la Institución Militar tomó la decisión de simplemente “sustituirle” sin que hubiese derramamiento de sangre. Asimismo, los militares ya no podían seguir soportando que los jóvenes oficiales de menor grado, que habían dado el golpe e integraban lo que se llamaba “La Juntita”, impartiesen órdenes a los oficiales de más alto rango, porque tal cosa era aberrante y trastocaba por completo la jerarquía militar. En efecto, era inaudito que un coronel tuviese que cuadrarse y rendir honores a un capitán o un teniente, lo cual ocurrió a menudo para disgusto de los coroneles y para orgullo de los vanidosos capitales y tenientes. Me parece que esta etapa fue sumamente perjudicial para la Institución Militar. La tan controvertida “Juntita” estaba compuesta por el coronel Víctor Manuel Argueta Villalta, el teniente coronel Mario Enríquez, el mayor Arturo Sánchez Gudiel, el capitán primero Rodolfo Muñoz Piloña, el capitán segundo Mario Rivas, los tenientes Orlando Aguilar Meléndez y Mauro Jacinto Carrillo y el subteniente Mauricio López Bonilla.
Le informaron que los comandantes de la Institución Militar habían acordado revelarle de ese cargo y él solicitó que el cambio fuese en una ceremonia formal que debería tener lugar a las 11 de la mañana, en su despacho del Palacio Nacional, lo que algunos oficiales se negaron a aceptar, pero lo que realmente quería el viejo y matrero zorro era jugarles la vuelta y hacer tiempo suficiente para ir a pedir apoyo al Mariscal Zavala, donde el comandante se negó a darle su apoyo y entonces acudió al comandante de la Policía Militar Ambulante, quien le respondió que estaba dispuesto a jugarse la vida por él para darle su apoyo, tras de lo cual llenó de francotiradores los alrededores del Palacio Nacional y quien estaba al mando de un pelotón de soldados ordenó disparar contra los automóviles de unos oficiales que se habían negado a aprobar la solicitud. Pero, finalmente, el 8 de agosto de 1983 le obligaron a dejar el cargo y abandonar el Palacio Nacional por la puerta trasera y asumió el mando como Jefe del Gobierno de facto el general Óscar Humberto Mejía Víctores, quien venía desempeñando el cargo de ministro de la Defensa.
NOTA. Les he contado lo que he sabido acerca de la forma como se fraguó y desarrolló el levantamiento de los oficiales jóvenes en la brigada militar Mariscal Zavala que tuvo como epílogo el golpe de Estado que derrocó al Presidente Constitucional de la República, general Lucas García con el propósito de aclarar la historia. Antes de terminar quiero decir que se ha dicho que participó en el golpe de Estado en forma traicionera quien hasta entonces era el Jefe del Estado Mayor Presidencial del general Lucas García, coronel Héctor Ismael Montalván Batres, pero una persona que estuvo cerca durante todos esos acontecimientos me ha asegurado que tal cosa no es verídica, pero se interpretó que había sido así porque cuando el general Ríos Montt asumió el mando pidió al coronel Montalván, con quien estaba emparentado por la familia Sosa, permanecer en ese cargo por corto tiempo más hasta que lo sustituyó el coronel Víctor Manuel Argueta Villalta, quien antes del golpe era comandante de batallón en la Guardia de Honor y también está emparentado políticamente con Ríos Montt por estar casado con una hija del ingeniero Enrique Sosa Ávila, hermano de la esposa del general. Lo he aclarado en aras de la verdad histórica.

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