MISCELÁNEA 23/05/09

* No todo está perdido en nuestra patria:
El asesinato de Rodrigo Rosenberg: un parteaguas
Es innegable que los guatemaltecos estamos viviendo una de las peores crisis políticas en nuestra Historia contemporánea, como consecuencia del execrable asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg Marzano. Y no es precisamente porque los políticos de oposición al actual gobierno estén aprovechando este crimen -que ha conmovido hasta sus cimientos a nuestra sociedad- para ?desestabilizar al régimen?, como han dicho el presidente de la República y sus voceros, porque, está de sobra comprobado que el gobierno de Álvaro Colom se desprestigia y desestabiliza a sí mismo con su populismo trasnochado, sus constantes desaciertos, sus violaciones a la Constitución y a las leyes y abusos de poder.
Pero el asesinato del licenciado Rosenberg Marzano pasará a nuestra Historia como un parteaguas en la era más tenebrosa y violenta que se ha sufrido, porque vino a despertar a la juventud que, como consecuencia de ese asesinato, está participando en manifestaciones y otras actitudes que tal parece reivindican a nuestro pueblo que, después de haber padecido tantos años de sucesivas dictaduras, tanto militares como civiles, está demostrando que ya no está dispuesta a seguirlo soportando en silencio.
Por eso digo que no todo está perdido. En los medios escritos y mediáticos de hoy he encontrado varios artículos que me han conmovido y creo necesario reproducir en este blog. Comenzando con éste de la valiente y activa periodista Sylvia Gereda Valenzuela, co-directora de elPeriódico, a quien felicito por este artículo y la insto a que no preste atención a ciertas personas negativas que han enviado comentarios en contra, porque, lamentablemente, esa es la característica sicológica típica en muchos de nuestros compatriotas.

Nuestros jóvenes guerreros de la paz
Tienen los rostros quemados, algunos están afónicos pero todos están convencidos que van a generar un cambio en el país.
Por: Sylvia Gereda Valenzuela
El poder de los jóvenes guatemaltecos se hizo sentir en medio de una de las crisis más grandes de ingobernabilidad que ha sacudido nuestro país. Fue una fuerza espontánea que surgió de la unión de muchos jóvenes.
Todo empezó con una simple llamada a los amigos más íntimos para decir: ?¡Tenemos que hacer algo!?, después de la muerte del abogado Rodrigo Rosenberg; 5 días después lograron convocar a cerca de 50 mil personas en una manifestación y a más de 60 mil en las redes sociales de internet. Son los nuevos héroes de Guatemala, que se asocian al germen de un movimiento que ha sabido canalizar ?una energía que estaba ahí, la indignación latente? de la sociedad guatemalteca que en el último año y medio contempló impávida el asesinato de 6 mil 200 personas, reportó la Associated France Press (AFP).
Lo que estos jóvenes guatemaltecos consiguieron fue histórico, se aglutinaron en la Plaza Italia de manera pacífica para exigir justicia y paz y por un instante la delincuencia se detuvo. No se reportaron robos ni agresiones y yo, que acudí al lugar soy testigo de la energía positiva que vibraba en el lugar. La única vez que vi algo similar fue para la venida del papa Juan Pablo II.
En Guatemala se ha producido un fenómeno único a través de las redes sociales como Facebook, mySpace, Twitter, Hi5, etcétera, que han conseguido levantar el colectivo de un pueblo dormido y arrodillado ante el miedo.
El día que se dio a conocer el video de Rodrigo Rosenberg, bastaron dos horas para que la red de Facebook estuviera plagada de mensajes y copias del video. En minutos, la indignación abarrotaba con mensajes las páginas electrónicas.
¿Cómo consiguen las redes sociales impregnar ese sentimiento de solidaridad a una Guatemala que hasta hace unas semanas no parecía ponerse de acuerdo?
Posiblemente, porque la muerte de Rosenberg y su denuncia sobre un Estado paralelo y una corrupción enraizada en las más altas esferas fue la gota que derramó el vaso de la tolerancia ante la violencia, que desde hacía mucho tiempo había llegado a sus límites. Además, porque miles de guatemaltecos que han sufrido la violencia en carne propia decidieron ya no callar.
Entonces, los jóvenes conscientes de este poder que les otorgan las redes electrónicas no dudaron en tomar su rol protagónico.
He sido tan impactada por los jóvenes guerreros que en lugar de mi fotografía de Facebook, he colocado ahora el mensaje conmovedor que un joven universitario de 20 años me hizo llegar, ?Guatemala, yo nunca te abandonaré?.
El día que me lo entregó el país colapsaba en mil pedazos y él con su grupo de amigos me dijo convencido: ?Ya no voy a tener miedo de salir a la calle, de defender mi libertad, de cumplir la ley, de exigir justicia. Ya no voy a tener miedo de vivir en mi tierra y cambiar su futuro?.
Entonces, no pude más que confirmar que los jóvenes están tomando su rol protagónico y pasaban de ser simples espectadores a ?protagonistas de su futuro?. Luego, con el paso de los días, he ido conociendo uno a uno a algunos de los jóvenes valientes que han sido los protagonistas de esta historia de unidad, el número no sobrepasa los diez. Algunos estudiantes de Derecho de la Universidad de San Carlos, otros de la Francisco Marroquín, un buen grupo de la Rafael Landívar, otros músicos y comunicadores.
Es apasionante ver la mística de estos jóvenes, que hasta hace una semana no se conocían, pero que fueron unidos por una tarima y una causa, la paz de Guatemala. Todos tienen los rostros quemados por el sol, algunos ya están afónicos de tanto hablar en micrófonos y otros más se muestran efusivos ante la posibilidad de un cambio generado por ellos mismos. Vamos a transformar el país, me dijo una joven decidida.
Este lunes entregaron en el Congreso más de 30 mil firmas para pedir que se retire la inmunidad a Colom y se apruebe la iniciativa de ley de Comisiones de Postulación para hacer más transparente la elección de jueces.
Todos descartan que quieran desestabilizar el país, como se apunta desde el Gobierno y vociferan que la juventud está presente y es imparable.
Lo cierto del caso, es que las ?ciberturbas? llegan a tener mucho poder. Lo supo el presidente estadounidense Barack Obama, que agradece su victoria a su amplia campaña por internet.
Obama solicitó apoyo económico a través de las redes sociales y consiguió US$300 millones donados por cerca de 1 millón de cibernautas. Además gestionó más de 50 mil eventos por internet.
La comunidades por internet son imparables y solamente necesitan que alguien prenda el fósforo para que se activen. No son complotistas, no son desestabilizadoras, simplemente muestran el sentir de un pueblo que no está dispuesto a tener miedo.
Estoy ante uno de los acontecimientos más importantes en la historia y ahora es cuando me da gusto haber apostado por mi juventud chapina. (Fin del artículo de Sylvia Gereda Valenzuela)

* En las páginas de Opinión de Prensa Libre, en su acostumbrada sección EL QUINTO PATIO, la columnista Carolina Vásquez Araya publica hoy este interesante artículo:
La integridad no está obsoleta
Aunque parezca cuento de viejos, en el pasado sí hubo épocas de un ejercicio político inteligente, estratégico, idealista y enfocado en el engrandecimiento del país. La codicia y la corrupción ?tan normales para los políticos actuales? eran mal vistas, y quien se enriquecía a costa del abuso de poder se exponía a ser señalado públicamente. Por supuesto, corruptos siempre hubo.
Las cosas han cambiado y en la actualidad se tiende a creer que la integridad es una limitación innecesaria en la realización de un proyecto de vida. Así se han ido delineando los nuevos modus operandi políticos, empresariales y profesionales. El abogado más tramposo es el más ?buzo? y quien no utiliza los trucos del chantaje, el soborno y la extorsión, es considerado un baboso.
Así como sucede con los profesionales de las leyes, también se observa entre quienes ejercen la medicina o se mueven en el ámbito de las finanzas, porque la degradación moral no tiene especialización y se cuela por todos los resquicios de la sociedad.
En el ámbito político, la mentira se ha entronizado como estrategia de comunicación, con el aval de todos los estamentos oficiales. La propaganda de gobierno ?la cual debería ser ilegal por constituir un despilfarro innecesario de fondos públicos? está llena de inexactitudes. Los gobernantes de turno colocan su rúbrica en cada obra que se construye, en cada tragante que se limpia, en cada chorrito que se instala. Buscan el reconocimiento personal en un trabajo que no es más que su obligación e intentan construir imagen a costa del esfuerzo y el dinero de otros.
Esta distorsión de los valores no es poca cosa. A partir de una práctica viciada del poder se van corrompiendo una tras otra las instituciones fundamentales para el ejercicio democrático y, a partir de ese punto, deja de existir el Estado de Derecho.
Lo que hoy se vive en Guatemala, la confrontación entre sectores, patrocinada y avalada por el Gobierno, el distanciamiento entre los políticos y sus electores, y la falta de credibilidad que todo ello causa, es sólo una muestra de lo profundo del desgaste que experimenta el sistema. A ello se agrega la descomposición del sector justicia y de las fuerzas del orden, con lo cual el cuadro está completo.
Urge una vuelta al orden, una depuración efectiva de los organismos del Estado y un retorno a los valores que dieron sentido al establecimiento de la democracia. De otro modo no existirá la menor probabilidad de superar la crisis actual ni de salir adelante con un proyecto de nación coherente, sólido y con mínimas expectativas de éxito. El país lo merece, pero sobre todo lo merecen sus habitantes honestos y trabajadores. (Fin del artículo de Carolina Vásquez Araya)

*Carlos Castresana pide prudencia en acusaciones
El jefe de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), Carlos Castresana, hizo una declaración en la que solicitó tener prudencia y abstenerse de especular en el caso del asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg.
“A todas las posibles fuentes, informantes que nos permitan esclarecer los crímenes, les pedimos que sean serios, responsables y discretos. La mejor manera de ayudar a la investigación no es publicar la existencia de informantes, menos con sus nombres y apellidos?, expuso Castresana. Pidió que las informaciones que se quieran aportar se lleven discretamente al Ministerio Público (MP) o a la sede de la CICIG de manera confidencial.
“Lo que se puede crear es que los maten si en verdad tienen información, o crear expectativas que no están justificadas”, declaró; y agregó: “ambas son perjuiciosas”.
Castresana aseguró que están obligados a verificar todas las hipótesis que puedan darse para el esclarecimiento de los asesinatos denunciados por el licenciado Rodrigo Rosenberg Marzano.
Estas declaraciones se originan dos días después de que el abogado Juan Carlos Solís Oliva sindicó a tres personas de ser responsables del asesinato de Rosenberg y los medios de comunicación sirvieron de caja de resonancia y llegaron al colmo de la irresponsabilidad de publicar sus nombres y apellidos. A eso se refiere hoy el Editorial de Prensa Libre que reproduzco a continuación:
Embates de la desinformación
En la medida en que baja la repercusión del video dejado por el asesinado abogado Rodrigo Rosenberg, comienzan a aparecer las consabidas estrategias de personas y sectores con distintos intereses, orientadas a contaminar, desvirtuar o invisibilizar las eventuales pruebas de aquel abominable crimen o de torcer el curso de la investigación, de manera que jamás se llegue a los autores intelectuales y materiales de la trama.
Las instancias involucradas en la persecución del delito, y aquellas que sin serlo deben asumir ciertas procuraciones de ese ámbito, debido a la desconfianza ciudadana en las primeras, deben conducirse con prudencia y cautela frente a esas estratagemas, sin que ello desemboque en un pesimismo extremo que desestime aportes con posibilidades de dar luces en el intrincado crimen.
Esa mesura debe motivar la duda razonable ante las intenciones de quienes se ofrezcan como voluntarias y patrióticas fuentes de información, con el propósito inicial de valorar su idoneidad a la luz tanto de la lógica investigativa como de los antecedentes éticos, políticos, penales, familiares, sociales y de otra índole. Guatemala es un país pequeño, y eso facilita el conocimiento del perfil personal de quienes se mueven en los diversos campos de la vida nacional.
Sobre todo, resulta determinante la capacidad de escrutar con acierto y obtener conclusiones fundadas acerca de las intenciones de generar aquel tipo de información, entre las cuales pueden figurar las siguientes, que son comunes en ese tipo de fenómenos: a) para apartar la atención de los verdaderos responsables; b) para vengar rencillas de vieja data con enemigos personales, como parece ser el caso de la carta incriminatoria de un abogado polémico; c) para agraviar a personajes de la vida política, empresarial o profesional, con el propósito de manchar su trayectoria y situarlos en el ostracismo de las potencialidades de servicio público o privado, y d) por el simple afán de protagonismo, en un país donde por lo general la mentira y la difamación no llegan a los estrados de la justicia, por la tendencia a ver a sus autores como sujetos pintorescos en ruta a la demencia.
La imperiosa necesidad de resolver este asesinato, tanto por tratarse de la privación alevosa de una vida humana como por los aparentes intereses sucios con ramificaciones en altas esferas del poder político, obligan a las instituciones del Estado con posibilidades pesquisitivas a dar toda su cooperación a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). Es importante, a este respecto, la conciencia de que el tiempo juega en contra del esclarecimiento del suceso, porque a medida que se aleje de la coyuntura se hará más difícil la recolección de testimonios y evidencias, y la trepidancia de la dinámica nacional creará el riesgo de que otras conmociones tiendan a relegarlo.
Esta cooperación debe partir de un manejo institucional responsable de los escenarios, a efecto de no caer, inocente y torpemente, en las bufonadas de quienes manejan una agenda espuria cuyo circo pasa, sin duda, por el afán mediático para el logro de fines inconfesables. (Fin del Editorial de Prensa Libre)

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