VIVENCIAS EN MÉXICO

A las 7:10 de la mañana del miércoles 04 del mes en curso abordé un Airbus A319 del vuelo 589 de la empresa aérea centroamericana TACA con rumbo a la terminal aérea de San Salvador, denominada Comalapa, donde aterrizamos a las 08:00 horas en punto, después de haber volado 50 minutos; y luego, a las 08:50, abordamos otro Airbus pero tipo A320-100/200 del vuelo 230 con destino a la terminal aérea internacional de la Ciudad de México, la cual ostenta el nombre del inmortal indio oaxaqueño Benito Juárez quien fue el autor de la trascendental Reforma Liberal de México y un patriota que logró derrotar y expulsar del territorio mexicano a las tropas francesas que apoyaban al invasor Fernando Maximiliano José, Archiduque de Austria, Príncipe de Hungría y de Bohemia, Conde de Hapsburgo, Príncipe de Lorena, Emperador de México, por lo cual un humilde indio nacido en Oaxaca ha merecido pasar a la historia como Benemérito de las Américas.
Por cierto que existe la novelesca versión de que, en contra de lo que ha venido diciendo la historia, Maximiliano no murió fusilado en el Cerro de las Campanas, de Querétaro, porque Juárez le perdonó la vida gracias a que ambos eran masones y, además, escuchó las peticiones de clemencia de varios dirigentes mundiales, pero le dejó con vida con la condición de que el príncipe austriaco desapareciese sin dejar rastro, por lo cual Maximiliano vivió después de incógnito en San Salvador, durante varios años, con el nombre ficticio de Justo Armas y descalzo por haber hecho la promesa a la Vírgen de Guadalupe de no volver a usar zapatos durante el resto de su vida si ella le salvaba vida.
Pero volviendo a mi viaje al Distrito Federal, después de volar durante 2 horas y 10 minutos, exactamente, aterrizamos con estricta puntualidad, a las 12:10, como TACA suele hacerlo. Al bajar del avión me sorprendió mucho ver cómo ha crecido el inmenso edificio de la terminal aérea internacional a la cual le han agregado muchísimo a lo que yo conocía antes. Y como me pude dar cuenta de que era demasiado largas las distancias que había que caminar para llegar a las instalaciones de Migración y Aduana, me acogí a la oportuna presencia y eficiente servicio de numerosos carritos que hay por todas partes para transportar a los pasajeros incapacitados, o los de avanzada edad (como yo).
Es impresionante ver la numerosa cantidad de empleados incapacitados que se mueven en sillas de ruedas y están encargados de desempeñar diferentes funciones, entre ellas la de orientar a los visitantes y la vigilancia. Sin ningún contratiempo, ni la más mínima molestia, pasé por la encargada de Migración y luego fui a recoger mi maleta para pasar por la revisión de aduana, pero no la registraron.
Al salir de la Aduana para ir a tomar un taxi para que me llevase al hotel, tuve la grata sorpresa de ver a mi amigo Gabriel Escobar, y a su lado a su primo, mi estimado compatriota licenciado Eduardo Guayo Palomo Escobar, quien ya tenía varios días de encontrarse en esa ciudad atendiendo asuntos familiares relacionados con el reciente fallecimiento de su amada esposa, mi querida y bien recordada amiga Ana María Mahr Kanter de Palomo (qepd), una mexicana nacida en Chiapas que integró en Guatemala una linda familia.
Gabriel y Guayo estaban esperando a una prima de ambos, la encantadora señora Mercedes de Dalton, con residencia en San Salvador, quien voló en el mismo avión que yo para unirse a su hermana Liliana de Bendaña y su esposo, el distinguido abogado y diplomático René Arturo Bendaña Valenzuela, residentes en San Pedro Sula (Honduras). Según tengo entendido, este licenciado fue embajador hondureño en Estados Unidos y en España. Todos viajaron a México para participar en las alegres celebraciones del 70 cumpleaños de su simpático primo, el abogado Gabriel Escobar Ezeta, propietario de la Notaría No. 5 de Toluca, las cuales tuvieron lugar el sábado 06, a partir del mediodía, en una elegante residencia situada en el exclusivo Club de Golf “Los Encinos” de esa ciudad, y continuaron el domingo 07 en un rancho cercano de su propiedad, para compartir unos cuantos tequilas y tacos de barbacoa de ternera que fue horneada bajo tierra durante muchas horas, como tradicional “quita-crudas” o “quita-gomas”.
Gabriel Escobar Ezeta me llevó en su vehículo al hotel Presidente InterContinental, el cual desde hace muchos años ha sido mi favorito en la Ciudad de México y donde también se hospedó mi amigo Guayo Palomo.


Guayo Palomo frente al hotel Presidente InterContinental de México.


Guayo atendía constantemente llamadas telefónicas de muchas personas

Yo también fui amablemente invitado a participar en las dos parrandas, pero sólo pude asistir a la primera, el sábado, donde tuve oportunidad de conocer a Margarita, una muy joven y réquete chula abogada, encantadora, que actualmente es la novia del afortunado “viejo verde” que obviamente es Gabriel (¡qué envidia!) gracias a que hace muy poco tiempo volvió a divorciarse, aunque ignoro si fue por segunda o por tercera vez. Pero no pude quedarme en Toluca para el “quita-cruda” del domingo en el rancho para comer tacos de barbacoa enterrada de ternera y beber unos cuantos tequilas, porque tenía más deseos de aceptar una amable invitación para ir a la casa de mi viejo y querido amigo el licenciado Jacobo Zabludovsky y su encantadora esposa Sarita, de toda mi estimación. Jacobo Zabludovsky es hoy, en mi opinión, el principal ícono del periodismo mexicano, y tuve el agrado de trabajar con él varios años hace 37 años, en el recordado programa “24 Horas” de la poderosa empresa Televisa, que duró muchos años.
Después de haberme registrado en la recepción del hotel, subí a mi habitación y tan pronto abrí mi maleta y acomodé un poco mi ropa en el closet, bajé inmediatamente al lobby a juntarme con Guayo para ir a comer unas sabrosas ostras de Baja California porque, lamentablemente, esta vez no tenían ostras francesas de las llamadas Fina-Clara, en el restaurante Pied de Cochón, situado en ese mismo hotel, que opera con franquicia del original con ese mismo nombre que está en el mercado Les Halles de París y es mundialmente famoso por su sopa de cebolla. Después fuimos a almorzar al magnífico restaurante Hacienda de Los Morales, donde comenzamos comiendo unos sabrosos tacos de Escamoles, que son huevos de hormigas que constituían el caviar de los aztecas.
Al día siguiente, por la mañana, caminamos unas cuantas cuadras por el Paseo de la Reforma hasta el renombrado Museo de Antropología e Historia, para ver una exposición extraordinaria sobre la impresionante Teotihuacán, denominada “La ciudad de los dioses” o “La ciudad donde los hombres se hacen dioses”. ¡Qué exposición tan interesante! Es sumamente grande la cantidad de obras de arte de la cultura teotihuacana que hay en esta exposición, por lo que es fácil deducir -aunque cueste admitirlo- que los teotihuacanes, que invadieron varias veces a los mayas, eran mucho más desarrollados y artísticos que estos. Lo cual me hizo llegar a la conclusión de que eso explica que los habitantes de estas tierras seamos tan subdesarrollados en comparación con nuestros vecinos del norte.
Si alguno de mis lectores tiene oportunidad de visitar la Ciudad de México durante los próximos días, le sugiero que vaya a ver esta exposición y le aconsejo que para poder apreciar como se debe lo que contiene, pague el alquiler de unos audífonos especiales para escuchar atentamente las doctas explicaciones de lo que vaya a ver. (Continuará)

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