Atentado o asalto a José Luis Felipe Valenzuela

Luis Felipe Valenzuela

José Luis Felipe Valenzuela Carrillo

Como podrán darse cuenta por el título de esta nota, llamo José Luis Felipe –y no sólo Luis Felipe o simplemente Felipe, como muchos le llaman– al estimado director ejecutivo de la cadena radial Emisoras Unidas y columnista del diario Siglo Veintiuno, quien el jueves pasado fue víctima de un cobarde asalto callejero en el que le hicieron tres diparos y uno de ellos le impactó en la oreja y en la cara, lo cual todavía se investiga si fue obra de la delincuencia común para robarle su vehículo, o si fue un atentado criminal con el deliberado propósito de asesinarle. Porque el hecho de que le hayan disparado tres balazos, a pesar de que él no opuso resistencia, y no le hayan robado el automóvil aunque las llaves estaban en la puerta, hace sospechar que la  intención premeditada haya sido asesinarle como consecuencia de su destacada actividad periodística. Pero tampoco se puede descartar que haya sido un simple asalto de parte de vulgares delincuentes comunes porque, dolorosamente, esa es la tónica del día. Sólo en lo que va del año se han cometido más de cuarenta asesinatos de pilotos de camionetas, sin mencionar los innumerables asaltos callejeros para robar teléfonos celulares. De manera que no se debe extrañar que éste también haya sido un intento de asalto para robar de parte de delincuentes desalmados que le dispararon cuando él salió corriendo para huir del lugar. Por eso me parece que es demasiado prematuro que se hagan conjeturas, sin duda para darle un cariz político al caso y probablemente responsabilizar al gobierno, como la que están haciendo indebidamente algunas personas e instituciones (entre ellas un miembro de Acción Ciudadana que participó ayer en el programa de radio A primera Hora, que difunde Emisoras Unidas, y también un boletín de la Cámara Guatemalteca de Periodismo) quienes califican este hecho de “atentado” antes de que se compruebe finalmente si fue un asalto para robarle o un atentado para asesinarle, en vez de esperar hasta que se dilucide si fue una cosa o la otra. En vano traté de hablar con una de las protagonistas en ese programa, la periodista Beatriz Colmenares, para preguntarle el nombre del representante de Acción Ciudadana que había dicho eso, pero a pesar de que le dejé mi atenta solicitud de que me devolviese la llamada con la persona que me contestó el teléfono en elPeriódico, ella no lo hizo. Probablemente no le caigo bien o no le mereció importancia. ¡Así es la vida! ¡Ni modo!

Sinceramente, no me parece justo, ni ecuánime, que por el hecho de que esta vez la víctima haya sido un destacado periodista -además de ser una persona tan estimada y valiosa-, se haga tanto escándalo a pesar de que todos los días se producen muchos otros casos parecidos con los asaltos callejeros para robar automóviles o teléfonos celulares y los numerosos asesinatos a choferes de camionetas y a sus ayudantes… pero a estos y ya los vemos como “el pan nuestro de cada día” y no les prestamos mucha atención.

Le he llamado José Luis Felipe porque he comprobado que el nombre completo de este periodista es José Luis Felipe Valenzuela Carrillo, hijo de la señora Eugenia (“Shenny”) Carrillo Meza y del desaparecido y muy querido abogado Luis Felipe (“Felipillo”) Valenzuela Lorenzana (1920-1998), uno de los 14 valientes jóvenes estudiantes universitarios que ingresaron al cuartel Guardia de Honor la noche del 19 de octubre de 1944 para sumarse a la insurrección contra la dictadura del general Federico Ponce Vaides, de los cuales, por cierto, ya sólo quedan cuatro sobrevivientes que andan cerca de los 90 años: licenciado Óscar Deleón Aragón, ingeniero Ángel Martínez Franco, doctor Ricardo (“Chicalote”) Asturias Valenzuela y el licenciado Julio Valladares Castillo, tío político de Felipe por el hecho de estar casado con la señora Marta Valenzuela Lorenzana, tía del comunicador herido. Y tanto por el lado paterno, como por el lado materno, en su familia ha habido varios personajes históricos ilustres que han hecho importantes aportes culturales y políticos al país, porque su madre, “Shenny”, es hermana del difunto escritor Raúl Carrillo Meza, un excelente cuentista, y del también recordado difunto notable dramaturgo Hugo Carrillo, así como también de Consuelo (“Connie”) Carrillo, quien radica en Suecia y fue esposa del culto  doctor Jaime Barrios Peña, notable escritor y catedrático de grata recordación. Así mismo, también era su tía la muy querida y bien recordada actriz y directora teatral Norma Carrillo, quien murió trágicamente cuando atravesaba a pie una calle al salir de una embajada y la atropelló un automóvil.

El abuelo paterno de Felipe fue el licenciado Luis Felipe Valenzuela, un hombre de extraordinarias cualidades que cuando trabajaba como Juez en Chimaltenango el partido oficial, Liberal Progresista, que tenía que elaborar la lista de quienes iban ser nombrados diputados al Congreso de la República, lo confundieron con otra persona que tenía ese mismo nombre y era el propietario de la cadena de farmacias Klée, íntimo amigo del dictador Jorge Ubico y se equivocaron al incluirlo en la lista. Pero fue muy grande la sorpresa -y el disgusto- del dictador de los 14 años cuando se descubrió el error cuando el diputado Luis Felipe Valenzuela fue el único que votó en contra de su segunda re elección presidencial.

En medio de lo que ha ocurrido al destacado periodista y querido amigo José Luis Felipe Valenzuela como consecuencia del asalto y el balazo que recibió el jueves pasado –ya sea por un asalto perpetrado por delincuentes comunes para robarle, o un atentado criminal para asesinarle por su valiosa actividad periodística–, ese querido amigo debe sentirse sumamente orgulloso de la reacción unánime de consternación que este cobarde hecho delictivo causó de inmediato a propios y extraños y del generalizado rechazo y repudio.

Es verdad que el hecho pudo haberle costado la vida, pero la insólita preocupación y la condena generalizada de tantas personas y organizaciones, que de inmediato se puso de manifiesto, demuestra el alto grado de respeto, afecto y simpatía que se le tiene; y, debo agregar que (como ya dije en un comentario anterior), éstas no son debidas exclusivamente a su excelente actividad profesional, sino a su forma personal de ser, a su habitual comportamiento y caballerosidad. Como consecuencia de estas características, han sido recibidos con mucho beneplácito los boletines del hospital en el que ha sido operado en dos oportunidades, operaciones que, afortunadamente, han sido exitosas y auguran que pronto volverá a sus actividades habituales.

Estas buenas noticias me alegran enormemente no sólo por él y por su amada esposa, Claudia, y por su adorable hijita Luz (“Lucita”), a quien bautizó con ese nombre como homenaje a la poeta, periodista y escritora Luz Méndez de la Vega, a quien admira desde hace largo tiempo.

Para terminar como él suele hacerlo en sus optimistas transmisiones, le digo: buenos días, buenos días, buenos días… querido amigo José Luis Felipe, y mis más sinceros deseos porque muy pronto volvás a estar bien. Siempre hay que recordar que la vida es un rato.

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