1. ¡Qué diferencia de personalidad!
Este señor costarricense es el sustituto del antipático fiscal español Carlos Castresana Fernández en el cargo de Jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). ¿Cuándo le vimos al nefasto Castresana sonreir de esta manera tan franca y sencilla? ¡Jamás! ¡Siempre aparecía con el ceño fruncido y en actitud de creerse émulo del tenebroso monje dominico Tomás de Torquemada, jefe de la “santa” Inquisición de España, responsable de una gran cantidad de crímenes de lesa humanidad contra los derechos humanos, como el Edicto de Granada, por el que se proscribió y expulsó a los judíos y, en nombre del catolicismo, quemó vivos a miles de personas y millones de libros! ¡Qué diferencia de estilo de personalidad! ¡Bienvenido sea el doctor Francisco Dall’Anese! Le deseo muchos éxitos en sus investigaciones y demás trabajos estrictamente apegados al controvertido convenio firmado entre la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el nefasto y corrupto gobierno del presidente Óscar Berger Perdomo y el vicepresidente Eduardo Stein Barillas.
Doctor Francisco Dall’ Anese, actual Jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)
2. Carta apócrifa que circula por correo electrónico, supuestamente escrita por Condoleezza Rice
Por correo electrónico está circulando una carta que se dice que fue escrita por la ex Secretaria de Estado de los Estados Unidos de América, doctora Condoleezza Rice, de la cual he recibido varias copias, pero desde que recibí la primera sospeché que era apócrifa, porque desde hace muchos años tengo el honor de conocer a esta señora y me consta que tiene una calidad intelectual y una cultura muy superior a lo que denota la carta, que, sinceramente, me parece mal escrita, y después lo he investigado hasta llegar a la conclusión de que, tal como lo sospeché, ella no la escribió. Es indudable que se trata de una carta apócrifa. En primer lugar, estoy seguro de que ella la habría escrito mucho mejor y, en segundo lugar, no creo que sea capaz de bajar al nivel de dirigir una carta como ésta al dictador venezolano Hugo Chávez, porque sería como rebajarse. No obstante, la reproduzco a continuación para que ustedes no se dejen sorprender si la reciben.
Ella es la mujer afroamericana que más alto ha llegado en el escalafón político de Estados Unidos de América. Fue la segunda mujer en desempeñar el importante cargo de Secretaria de Estado. La primera mujer que desempeñó este cargo (entre 1997 y 2001 en el segundo período presidencial del demócrata Bill Clinton), fue Madeleine Albright (nacida en Praga, Checoslovaquia, con el nombre de Marie Jana Korbelova). Condoleeza Rice asumió el cargo de Secretaria de Estado en enero de 2005 tras la reelección presidencial del republicano George W. Bush, sobre quien ya venía ejerciendo un poderoso ascendiente como Consejera de Seguridad Nacional. Rice, una antigua sovietóloga bregada en los paradigmas de la Guerra Fría, figura entre los artífices de la estrategia de seguridad nacional que apuesta por el unilateralismo y el ataque preventivo para abortar las amenazas del terrorismo islamista y la proliferación de armas de destrucción masiva. Partidaria de sancionar a Irán por su programa nuclear e interlocutora de dudosa capacidad mediadora en el conflicto palestino-israelí; sin embargo, su inequívoca defensa de la desastrosa guerra de Irak no le ha deparado los niveles de desgaste y descrédito sufridos por otros halcones de la Casa Blanca y por el propio Bush.
La carta que le atribuyen dice así:
Ex Secretaria de Estado de los Estados Unidos, doctora Condoleezza Rice
Esta es la carta que le atribuyen a Condoleeza Rice, dirigida a Hugo Chávez, presidente de la República Bolivariana de Venezuela:
Sr. Presidente Chávez:
Había estado esperando mi salida del gobierno, a que transcurriese un tiempo prudencial para enviarle esta misiva. Aunque desde el punto de vista geopolítico sus expresiones desconsideradas contra mi persona fueron deleznables, por lo cual no fueron respondidas oficialmente, no puedo negar que me produjeron malestar. Ningún ser humano puede dejar de molestarse cuando alguien se refiere a él o ella en términos procaces y desconsiderados. En el caso que nos ocupa ello estaba magnificado por el hecho de que: (1) usted era el presidente de un país con el cual mi país tiene relaciones diplomáticas; (2), usted violó el viejo dicho español que reza: “a la mujer, ni con el pétalo de una rosa”; y (3), sus comentarios tenían un componente racista que en mi país es ya definido como “politicamente incorrecto”, pero que usted aún practica con entera impunidad en el suyo.
Se refirió usted a mis escasa cultura y a una pretendida atracción que yo sentiría por usted. En primer lugar, debo decirle que anoche tuve el honor de tocar con la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, como solista, el concierto número 20 para piano de Wolfang AmadeusMozart, K.466 (sabe usted el significado de K.? No lo creo). Soy una de las más destacadas concertistas no-profesionales de los Estados Unidos. Estudié piano al mismo tiempo que me graduaba de politóloga en la Universidad de Denver. ¿Y usted, Sr. Chávez? Me dicen que aparte de haber sido un estudiante mediocre de la Escuela Militar de Venezuela, aparentemente el refugio de quienes no dan la talla en la universidad, usted no tuvo otra educación formal. Parece ser que ello es la razón por la cual insiste en que 8×7=52 y que el hombre llegó al planeta Tierra hace 2000 años. Sin olvidar que su ortografía parece dejar bastante que desear. Sus pomposas citas son cursilonas y con frecuencia inexactas. Fíjese que solo es ahora que le digo esto, ya que jamás le hubiera echado a usted en cara su incultura y patanería, a no haber mediado su agresión a mi persona.
En segundo lugar, no creo que sentiría atracción por alguien como usted. No me refiero a su aspecto físico, el cual ciertamente no es de concurso sino, digamos, simplemente sub-standard. Me refiero a sus maneras, a la pobre calidad de su lenguaje y a la agresividad que muestra hacia el sexo femenino. Estoy informada de su manera de tratar a su ex-esposa, hasta en público, de sus ofertas machistas por televisión acerca de ‘darle lo suyo” y de la violencia que usted utilizó contra las mujeres con quienes tuvo relación en el pasado. Afortunadamente hoy no se le conoce relación con fémina alguna, excepto alguna que otra zalamería ocasional hecha a algún travestís brasileños. Por ello no podría sentir atractivo alguno por alguien que, más bien, me causa repulsión. Tampoco me sentiría muy a gusto con alguno de sus acólitos, llámese Cabello o Istúriz, apenas marginalmente más aceptables.
Usted se mofó de mi nombre, Condoleezza, relacionándolo con condolencias y tristeza. No es tal cosa, Sr. Chávez. Mi nombre es derivado de la expresión musical italiana “con dolcezza”, es decir, con dulzura. Se lo explico porque es evidente que sin esa explicación usted no tendría la menor idea de su verdadero significado. Los idiomas no son su fuerte, como lo recuerdo bien de su intento de insultar al Presidente Bush en una curiosa versión del idioma Inglés, algo que sonaba como “iu ar a donki”.
He tenido la suerte de llegar a los más altos niveles del gobierno de mi país debido a mi formación intelectual. No me hice notoria liderando un golpe de estado sangriento que dejó más de 200 venezolanos muertos, algo de lo cual usted se ha jactado, al decir “yo si estuve en un golpe, echando plomo de verdad”. En mi país generalmente (hay excepciones) la gente intelectualmente sólida entra al gobierno buscando reconocimiento y no tiene necesidad de robar. Entiendo que en regímenes como el suyo, ustedes llegan al poder sin muchas credenciales intelectuales y lo usan para enriquecerse o, como dicen algunos, “para comer completo”. Fíjese que no compartimos filosofías de la vida y que mientras yo toco a Mozart con la Orquesta Sinfónica de Filadelfia usted canta rancheras mexicanas a capella, es decir, a palo seco. Mientras yo doy conferencias en las universidades usted cuenta sus peripecias peristálticas, sus retortijones en un túnel.
Bien, creo haber puesto las cosas en su sitio. Usted ha elegido su camino, junto a los estados forajidos y grupos terroristas y narcotraficantes del planeta. Esa ha sido su decisión. Pero ella lleva consigo responsabilidad indelegable. Usted ha podido ser un discipulo de Mandela y eligió ser un discípulo de Mugabe. Ha podido sentirse orgulloso de Jose Maria Vargas y decidió sentirse orgulloso de Ezequiél Zamora. Usted eligió su camino. Su régimen terminará, como decía T.S. Eliot (un poeta de mi país, Sr. Chávez) acerca del fin del universo: “no con una conmoción sino con un susurro”. No tendrá donde esconderse.” (Traducción libre de Gustavo Coronel)
Biografía que publica la Enciclopedia Libre Wikipedia de Internet
Nacida el 14 de noviembre de 1954 en Birmingham, Condoleezza Rice se graduó como Bachiller cum laude en Ciencias Políticas y Phi Beta Kappa, de la Universidad de Denver en 1974 y obtuvo el grado de Master de la Universidad de Notre Dame en 1975. En 1981 obtuvo el doctorado (Ph.D.) de la Escuela de Estudios Internacionales para Graduados de la Universidad de Denver. Es Miembro de la American Academy of Arts and Sciences. En 1994 el Morehouse College de la Universidad de Alabama le confirió el grado de Doctora Honoraria y recibió igual honor de la Universidad de Notre Dame en el año 1995. Reside en Washington, D.C.
Fue miembro de los comités directivos de diversas entidades como la Corporación Chevron, Charles Schwab Corporation, William & Flora Hewlett Foundation, la Universidad de Notre Dame, el Consejo de Asesoría Internacional de J.P. Morgan y el Consejo de Gobernadores de la Orquesta Sinfónica de San Francisco. Fue miembro fundador del Centro por una Nueva Generación, fondo de apoyo a la educación dirigido a escuelas de Palo Alto/Este y Menlo Park/Este, en California, y Vicepresidente del Club de Jóvenes de Península. Adicionalmente, la señora Rice ha sido miembro de los directorios de organizaciones como Transamerica Corporation, Hewlett Packard, Carnegie Corporation, Carnegie Endowment for International Peace, la Rand Corporation, The National Council for Soviet and East European Studies, The Mid-Peninsula Urban Coalition y KQED, empresa pública de radiodifusión de San Francisco.
Desde 1989 hasta marzo de 1991, período marcado por la reunificación alemana y el final de la Unión Soviética, brindó sus servicios a la Administración Bush, primero como Directora y luego como Directora de Alto Nivel del Consejo Nacional de Seguridad para Asuntos Soviéticos y de Europa Oriental. También fue Asistente Especial del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional. En 1986, mientras era becaria de asuntos internacionales del Consejo de Relaciones Exteriores, trabajó en la planificación de la estrategia nuclear como Asistente Especial del Director del Estado Mayor Conjunto. En el año 1997 fue miembro del Comité Federal de Asesoría en temas de Género —Programa Integrado de Capacitación de las Fuerzas Armadas.
En Stanford ha sido miembro del Centro Internacional de Seguridad y Control de Armas, Investigadora Senior del Instituto de Estudios Internacionales y Miembro Honorario de Hoover Institution. Sus libros incluyen “Germany Unified and Europe Transformed” (1995) con Philip Zelikow, “The Gorbachev Era” (1986) con Alexander Dallin, y “Uncertain Allegiance: The Soviet Union and the Czecholovac Army” (1984). Asimismo, ha escrito numerosos artículos sobre la política exterior y de defensa de Europa Oriental y se ha realizado presentaciones públicas en temas diversos que varían desde “La Residencia del Embajador de los Estados Unidos en Moscú” y el “Club de la Comunidad de Naciones“, hasta las “Convenciones Nacionales Republicanas de 1992 y el 2000”.
Como catedrática de ciencias políticas, la señorita Rice ha sido miembro de la facultad de Stanford desde 1981 y se ha hecho acreedora de los más distinguidos reconocimientos –el Premio Walter J. Gores de 1984 por Excelencia en la Enseñanza y el Premio de la Escuela de Humanidades y Ciencias Dean, por Enseñanza Distinguida.
En el mes de junio de 1999, Condoleezza Rice concluyó seis años de labor como directora de la Universidad de Stanford, período durante el cual se desempeñó como jefa de presupuesto y funcionaria académica. En el ejercicio de sus funciones, la doctora Rice fue responsable de un presupuesto anual de $1,5 mil millones y del programa académico integrado por 1.400 miembros de la facultad y 14.000 estudiantes.
Fue nombrada Asistente del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional, cargo conocido bajo el nombre de Asesor de Seguridad Nacional, el 22 de enero de 2001.” (Fin del Currículum Vitae de la doctora Condoleezza Rice publicado por la Universidad Libre Wikipedia de Internet)
Otra biografía oficial
Condoleezza Rice es la hija única del matrimonio formado por el reverendo presbiteriano y propietario algodonero John Wesley Rice y la profesora de música Angelena Rice, quien inculcó en su hija unas tempranas aficiones artísticas, especialmente musicales. Los Rice eran una familia acomodada de Birmingham, Alabama, estado sureño conocido por el ultraconservadurismo de su población blanca y los agudos conflictos que allí produjeron las disposiciones federales para terminar con la exclusión social de la población de color. De Birmingham eran también los Johnson, una familia de la reducida burguesía negra local: una de sus miembros, Alma Johnson, se convirtió en la esposa de quien décadas más tarde sería el predecesor de Rice en las oficinas del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) y la Secretaría de Estado, Colin Powell, como ella, un afroamericano, aunque en su caso hijo de inmigrantes jamaiquinos de clase media-baja radicados en Nueva York.
Condoleezza Rice creció y se educó en Alabama durante los años en que el movimiento de los derechos civiles, gracias al decisivo impulso legal de la Administración demócrata de Lyndon B. Johnson, empezó a cosechar frutos para los de su raza, después de una espiral de agresiones provocada por el Ku Klux Klan, violencias de la que ella fue testiga directa. En 1967, dos años después de fijar su residencia en Tuscaloosa, no lejos de Birmingham, donde el padre venía fungiendo de deán del Stillman College, la familia Rice se marchó a vivir a Denver, Colorado, en cuya Universidad John Rice había recibido el puesto administrativo de director adjunto del departamento de admisiones. La intención original del progenitor habría sido construirse una carrera académica en la Universidad de Alabama, pero este bastión del segregacionismo blanco seguía resistiéndose a las directivas de equidad educativa impartidas por las autoridades democráticas.
Mientras su padre desempeñaba las funciones de asistente de decanato y conferenciante de historia, la joven Condoleezza, que aún no había cumplido los 16 años de edad, se vinculó al campus universitario para recibir clases de música en la Lamont School of Music, a la vez que se aficionaba al patinaje sobre hielo y completaba su enseñanza secundaria en la St. Mary’s Academy de Englewood. Lo cierto era que tenía dotes para el piano y su ambición era convertirse en una instrumentista de orquesta.
Sin embargo, sus inclinaciones cambiaron radicalmente cuando asistió a un curso sobre política internacional impartido por el profesor Josef Korbel, un refugiado checoslovaco nacionalizado estadounidense que era el padre de Madeleine Albright, futura –y primera mujer- Secretaria de Estado (entre 1997 y 2001). El magisterio de Korbel, un académico anticomunista experto en la Rusia de Stalin, fascinó a Condoleezza porque descubrió el mundo de las Relaciones Internacionales y halló como aspecto más sugestivo todo lo relacionado con la Unión Soviética, aunque sólo como objeto de investigación politológica, toda vez que ella procedía de una familia de ley y orden, clásicamente conservadora. Si bien su padre estuvo afiliado al Partido Republicano, Rice, todavía por entonces, estaba vinculada al Partido Demócrata, aunque no cabe duda de que sus simpatías se dirigían a su ala conservadora. El ferviente patriotismo estadounidense del profesor Korbel, que defendía a capa y espada la política exterior de su país de adopción, fue una influencia importante que ayudó a perfilar el derechismo, si bien moderado todavía, de quien era una de sus discípulos más entregados.
Animada por su mentor, Condoleezza se matriculó en la Graduate School of International Studies (GSIS), un centro de la Universidad de Denver fundado por el propio profesor Korbel. La decisión levantó mucha perplejidad en su entorno familiar y en la propia universidad, ya que se trataba de una disciplina prácticamente exclusiva de hombres y, además, blancos. En 1974, a los 19 años de edad, aprobó cum laude el grado de bachelors degree en Ciencias Políticas y al año siguiente ya tenía terminada la licenciatura por la Universidad Notre Dame de Indiana.
A continuación, regresó a Denver para profundizar en su especialidad académica. En 1977, mientras sacaba el doctorado en su alma máter, inició prácticas profesionales en la Oficina de Asuntos Educativos y Culturales del Departamento de Estado, a cuyo frente acababa de ser reemplazado el republicano Henry Kissinger por el demócrata Cyrus Vance, el jefe de la diplomacia de la nueva Administración de Jimmy Carter. En 1980 trabajó para Rand Corporation, una organización privada sin afán de lucro dedicada a la consultoría de análisis en múltiples áreas de los ámbitos público y privado.
En 1981, el año del regreso al poder de los republicanos en Washington, de la mano de Ronald Reagan, Condoleezza obtuvo el doctorado por la GSIS y acto seguido se marchó a la Universidad de Stanford de California para disfrutar de una beca de investigación en el afamado Center for International Security and Arms Control (CISAC). Transcurridos unos meses en su condición de becaria, fue seleccionada para cubrir una plaza de profesora asociada con arreglo a un programa de affirmative action, o discriminación positiva, que reservaba determinados puestos académicos a personas de color. Por otra parte, en 1982, decepcionada con la pasividad de Jimmy Carter frente al órdago soviético en Afganistán, abandonó el Partido Demócrata y se hizo miembro del Partido Republicano.
La brillantez lectiva e investigadora de Condoleezza Rice, ávida lectora de Tolstoi y Dostoyevski que quería penetrar en la psique del pueblo ruso y sus dirigentes, no tardó en merecer el reconocimiento de su comunidad y en llamar la atención más allá de las aulas. En 1984 fue galardonada con el Premio Walter J. Gores a la Excelencia Docente y la Universidad de Princeton le publicó el estudio The Soviet Union and the Czechoslovak Army, 1948-1983: Uncertain Allegiance, un sesudo análisis de las opacas relaciones internas en la Organización del Tratado de Varsovia (OTV).
En 1985 ya era adjunta a los codirectores del CISAC, John Lewis y Sidney Drell, éste un crítico del desmesurado –y jamás realizado- programa antimisiles balísticos basado en el espacio exterior, la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), vulgarmente conocida como Guerra de las Galaxias, que gozaba de la defensa entusiasta del presidente Reagan. Asimismo, daba conferencias sobre su especialidad dentro de un programa de colaboración entre las universidades de Stanford y Berkeley. En 1986, con el sello editorial de Stanford y en coautoría con Alexander Dallin, reputado sovietólogo y director del Center for Russian and East European Studies (CREES) de la Universidad, Condoleezza publicó el libro The Gorbachev Era, que fue visto como un ambicioso intento de interpretar la novísima perestroika gorbachoviana y de diagnosticar con precisión la encrucijada histórica en que se encontraba la URSS.
También en 1986, fue becada por el Council on Foreign Relations (CFR), poderoso y muy influyente think tank que, entre otras muchas actividades, financiaba el trabajo de numerosos kremlinólogos enfrascados en averiguar las intenciones de los dirigentes soviéticos en estos años de transición de la Guerra Fría a la posguerra fría, análisis que no pocas veces destilaban un profundo recelo o un sesgo ideológico, diciendo a los jerifaltes de la línea dura bien asentados en la Casa Blanca lo que querían oír. Por añadidura, fue contratada para prestar asesoría durante un año al director de la Junta de Jefes de Estado Mayor, o Estado Mayor Conjunto, de las Fuerzas Armadas, entonces comandada por el general William Crowe. En 1987 apareció su tercer libro, titulado The Party, the Military, and Decision Authority in the Soviet Union.
Pregunta final: ¿Creen ustedes que podría ser posible que una persona con tan brillante Currículum Vitae pudiese tener algún interés en dirigir esa carta tan mediocre a un hombre tan vulgar como el dictador de la República Bolivariana de Venezuela, comandante Hugo Chávez? Es verdad que ese burdo militarote se merece que le digan eso -¡y mucho más!-, pero no creo ella se rebaje a dirigirle una carta.
3. Necesita presentar su finiquito
El nuevo ministro de Finanzas Públicas, licenciado Edgar Balsells Conde, ya tomó posesión de ese alto cargo, aunque todavía no ha presentado su finiquito que ordena la Ley de Probidad, aunque tenía pendiente una deuda de Q.67 mil con el Estado por una sanción que le impuso la Contraloría General de Cuentas en el año 2007, mediante el pliego de cargos 2-2006 en el que se le responsabiliza por “falta de documentación de soporte por un monto de Q213 mil 939 cuando fue tesorero de la Comisión Normalizadora de la Federación Nacional de Atletismo. Esos cargos fueron ratificados en el convenio de pago 4-2007 por el que Balsells se reconoce como “liso y llano deudor del Estado de Guatemala por un monto de Q106 mil 969”, equivalente a la mitad de los fondos “perdidos” en la Federación de Atletismo. Se supone que el responsable de la otra mitad es Federico Guillermo Moreno, quien era presidente de esa institución. ¿Qué pasa que el Contralor General de Cuentas, Carlos Mencos, no le ha exigido cumplir con ese requisito indispensable? Como solíamos decir antes, ¿Qué corona tiene?