MISCELÁNEA DEL 04/04/13

Ahora culpan a Ríos Montt hasta por las violaciones

No satisfechos con tratar de encajarle –como un zapato apretado– el delito de genocidio, los ex guerrilleros subversivos y demás izquierdistas, nacionales e internacionales, pretenden achacar también al general Efraín Ríos Montt las supuestas violaciones y otras vejaciones a mujeres en el llamado Triángulo Ixil durante el conflicto armado interno, cometidas por los soldados en el año 1982. ¡Como si el presidente de facto les hubiese ordenado a los soldados que lo hicieran! ¡Es el colmo! Si el juicio que le están siguiendo en el Tribunal Primero de  Mayor Riesgo A es para tratar de demostrar que cometió el delito de genocidio, ¿qué tienen que ver las supuestas violaciones que dicen unas mujeres indígenas que supuestamente cometieron los soldados? A tal extremo que una de ellas declaró: “Los soldados me violaron. Yo tenía seis meses de embarazo y producto de esa múltiple violación el hijo que esperaba murió”. Es verdad que son imperdonables las experiencias que sufrieron las campesinas indígenas que fueron maltratadas y violadas por los soldados. Pero no por eso se puede culpar a toda la Institución Armada. Fueron soldados los violadores, no el ejército. Pero, ¿a qué viene sacarse de la manga a esas indígenas anónimas que dicen ser del Triángulo Ixil? ¿Tiene eso algo que ver con el supuesto genocidio? ¿Qué tienen que ver en eso los generales Ríos Montt y Rodríguez Sánchez? ¿Acaso tuvieron ellos algo que ver con semejantes ultrajes individuales? ¡Claro que no! Pero los emplean los militantes izquierdistas incrustados en el Ministerio Público (MP) y en el Organismo Judicial (OJ) para impactar a la sensibilidad colectiva.

Desde antes de que se firmara el Acuerdo de Paz Firme y Duradero en un acto muy solemne que tuvo lugar en el Palacio Nacional de la Cultura, al cual asistieron varias personalidades internacionales, comenzando por el entonces Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el diplomático egipcio Boutros Boutros Galli y el entonce presidente del gobierno del Reino de España, José María Aznar. El Acuerdo de paz firme y duradera fue el último de los Acuerdos de Paz suscrito entre el Gobierno de la República y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) el 29 de diciembre de 1996. Este documento integra todos los acuerdos suscritos a partir del Acuerdo marco sobre democratización para la búsqueda de la paz por medios políticos, para alcanzar soluciones pacíficas a los principales problemas que generaron el Conflicto Armado Interno que se dio en Guatemala durante más de treinta años.  Según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, el enfrentamiento dejó un saldo en muertos y desaparecidos que supera las 200 000 personas.

¿Conocen los considerandos del Acuerdo de Paz Firme y Duradera firmado el 29 de diciembre de 1996 entre representantes del Estado de Guatemala y representantes de la Unidad Revolucionaria Nacionalista Guatemalteca (URNG)? Les invito a leerlos a continuación:

ACUERDO DE PAZ FIRME Y DURADERA

Guatemala, 29 de diciembre de 1996

Considerando:

“Que con la suscripción del presente Acuerdo se pone fin a más de tres décadas de enfrentamiento armado en Guatemala, y concluye una dolorosa etapa de nuestra historia,

Que a lo largo de los últimos años, la búsqueda de una solución política al enfrentamiento armado ha generado nuevos espacios de diálogo y entendimiento dentro de la sociedad guatemalteca,

Que de aquí en adelante empieza la tarea de preservar y consolidar la paz, que debe unir los esfuerzos de todos los guatemaltecos,

Que para ese fin el país dispone, con los acuerdos de paz, de una agenda integral orientada a superar las causas del enfrentamiento y sentar las bases de un nuevo desarrollo,

Que el cumplimiento de estos acuerdos constituye un compromiso histórico e irrenunciable,

Que para conocimiento de las generaciones presentes y futuras, es conveniente recoger el sentido profundo de los compromisos de paz.”

El Acuerdo de paz firme y duradera entró en vigencia “en el momento de sus suscripción”, el 29 de diciembre de 1996.

La suscripción del Acuerdo de paz firme y duradera puso en vigencia formal y total a los acuerdos que quedaron integrados en sus contenidos, los cuales fueron firmados con base en el Acuerdo marco sobre democratización para la búsqueda de la paz por medios políticos.

El proceso de negociación de la paz inició en 1987 y concluyó el 29 de diciembre de 1996, con la firma del Acuerdo de paz firme y duradera, el cual sintetiza los acuerdos firmados por el Gobierno y la URNG para poner fin al Conflicto Armado Interno.

El punto de partida para la búsqueda de la paz fue la suscripción del Acuerdo de Esquipulas II, el 7 de agosto de 1987, por los presidentes de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, para definir el procedimiento que permitiría establecer la paz firme y duradera en Centroamérica, con base en la Declaración de Esquipulas y el Acta de Contadora para la paz y la cooperación en Centroamérica.

El temario general y el procedimiento a partir de los cuales se llevó a cabo la negociación de los Acuerdos de Paz fueron definidos en el Acuerdo de México, suscrito el 26 de abril de 1991.

Los presidentes de Guatemala que participaron en la negociación de los 12 Acuerdos de Paz, que contemplan 300 compromisos específicos, fueron: Vinicio Cerezo Arévalo, de 1986 a 1990, Jorge Serrano Elías, de 1991 a 1993, Ramiro de León Carpio, de 1993 a 1996, y Álvaro Arzú Irigoyen, de 1996 a 2000.

Previo a la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera, fueron suscritos doce acuerdos durante la negociaciones de paz:

No. Nombre del acuerdo
1. Acuerdo marco sobre democratización para la búsqueda de la paz por medios políticos. (Acuerdo de Querétaro) Querétaro (México). 25 de julio de 1991.
2. Acuerdo global sobre los derechos humanos. México, D.F. (México), 29 de marzo de 1994
3. Acuerdo para el reasentamiento de las poblaciones desarraigadas por el enfrentamiento armado. Oslo (Noruega), 17 de junio de 1994
4. Acuerdo sobre el establecimiento de la Comisión para el esclarecimiento histórico de las violaciones a los derechos humanos y los hechos de violencia que han causado sufrimientos a la población guatemalteca. Oslo (Noruega), 23 de junio de 1994
5. Acuerdo sobre identidad y derechos de los pueblos indígenas México, D.F. (México), 31 de marzo de 1995
6. Acuerdo sobre aspectos socioeconómicos y situación agraria. México, D.F. (México), 6 de mayo de 1996
7. Acuerdo sobre fortalecimiento del poder civil y función del Ejército en una sociedad democrática México, D.F. (México), 19 de septiembre de 1996
8. Acuerdo sobre el definitivo cese al fuego Oslo (Noruega), 4 de diciembre de 1996
9. Acuerdo sobre reformas constitucionales y régimen electoral. Estocolmo (Suecia), 7 de diciembre de 1996
10. Acuerdo sobre bases para la incorporación de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca a la legalidad Madrid (España), 12 de diciembre de 1996
11 Acuerdo sobre el cronograma para la implementación, cumplimiento y verificación de los acuerdos de paz
Guatemala (Guatemala), 29 de diciembre de 1996
12 Acuerdo de la Paz Firme y Duradera
Guatemala(Guatemala), 29 de diciembre de 1996

El matutino Prensa Libre publicó anteayer dos brillantes artículos sobre este tema, uno del columnista Alfred Kaltschmitt y el otro del licenciado José Raúl González Merlo. Voy a reproducir ambos con el propósito de contribuir a que sean más leídos:

DE MIS NOTAS

Ríos Montt: lo dejaron solo

 

ALFRED KALTSCHMITT

“Ahí está sentado el anciano general en el banquillo de los acusados, con la mirada perdida y unos audífonos ridículos. Como si se estuviese comunicando con los laberintos del pasado a través de un túnel histórico que muchos conocieron perfectamente y del que hoy parecen querer distanciarse. Lo dejaron solo. Le quedan unos cuántos amigos y aliados que no temen hablar la verdad y enfrentar el asedio orquestado por una dirigencia internacional con tambores de resonancia en el mundo entero, y el bolsón “ese” de prima donas con unas ansias insoportables
de pasar a la historia como héroes de pacotilla, salivando ante la perspectiva de dorados tournees en salones con similar resonancia ideológica.Se han esfumado los finqueros y sus descendientes cuando fueron extorsionados con impuestos de guerra en aquellos días aciagos. Muchos secuestrados y asesinados y sus casas quemadas.¿Dónde está la Patrulla Aérea Civil, que llevó a cabo miles de horas de vuelo en misiones cívico-militares en las regiones de conflicto, y cuyos miembros pueden dar fe si bajo Ríos Montt había consigna genocida o era un militar con ideas de cambiar Guatemala: Ley de Partidos políticos, Tribunal Supremo Electoral, defenestración de personajes sanguinarios enquistados de otros gobiernos.Callados están los agroindustriales y empresarios que celebraron con tanta fanfarria el final de una larga noche bélica y el inicio de una era de paz ganada a pulso contra el terrorismo subversivo, a pesar de la traición del presidente Carter al dejar a Guatemala indefensa en medio de un conflicto este-oeste y a la merced de una ofensiva y financiamiento cubano/soviético implacable.

Ningún medio ha hecho reportajes sobre los actos de terrorismo guerrillero: bombas explotadas en el parque central y la cafetería American Donuts en donde murieron decenas de personas y hasta niños descuartizados. Ese no es un crimen de lesa humanidad, es perdonado por los Acuerdos de Paz y la Ley de Reconciliación. ¡Pero castigo y vergüenza a los militares asesinos que no tuvieron el cuidado de evitar disparar contra niños y niñas guerrilleros en medio del fragor de la batalla…! Ideologizar, reclutar, armar y enviar a combatir a niños, niñas y adolescentes no es un crimen de lesa humanidad.

¿Por qué nadie habla del terrible asesinato del periodista Chilolo Zarco y el largo secuestro del periodista Álvaro Contreras Vélez, ambos fundadores de Prensa Libre? Con este último fueron obligados a pagar un cuantioso rescate en momentos económicos muy vulnerables para la empresa, y a la humillación de publicar páginas completas de arengas revolucionarias.

Nota: interrumpo esta transcripción para agregar el secuestro de otro socio fundador y director de Prensa Libre, periodista Pedro Julio García. Es probable que Alfred lo olvidó. Continuemos:

¿En qué momento nos convertimos al coro internacional y dejamos de ver el cuadro grande de la guerra? —una guerra sucia, sanguinaria de ambas partes— ¿Hay tal cosa como una guerra buena? ¿Cuándo perdimos el norte y nos decantamos por la farsa del montaje subversivo?, que nunca vivió su idealismo, peleándose entre sí por el botín y la dirigencia de la URNG; llegando al colmo de torturar a uno de los suyos, hoy un conocido académico y columnista?

Ni hablar del secuestro de la señora Novella por una marufia de Gaspar Ilom y su angelical Sandinito… obligando a Arzú—ante el impacto internacional que implicaba suspender la firma de los Acuerdos de Paz— a voltear la vista en aras de firmar ese documento que al final no vale hoy un comino.

Pero cayeron mal los discursos del general chusema que pregonaba moralidad y responsabilidad paternal. Cayó de la patada que no perdonara a los condenados a muerte en ocasión de la visita del Papa a Guatemala. Un mensaje con subtexto político por los religiosos que contribuyeron en ideologizar a niños y niñas de bien, convirtiendo el mensaje de Jesucristo en un pasquín revolucionario, comprometiendo la neutralidad de la Iglesia, permitiendo que una parte de sus miembros se acostase impúdicamente con el César… Hay mucho más…” (Fin del artículo)

El licenciado José Raúl González Merlo publicó ayer en su acreditada columna en Prensa Libre lo siguiente:

HOMO ECONOMICUS

Justicia y percepción

“La mayoría de los ciudadanos no conocerán ni entenderán los detalles legales de los juicios contra oficiales del Ejército. Su aceptación o rechazo del veredicto será, en buena medida, producto de la percepción que se tenga respecto a lo “justo” de los procesos. La paradoja es que la población confía más en su ejército que en sus juzgadores. No hay que confundirse, la propaganda contra el Ejército en medios locales y a escala internacional tiene más respaldo afuera que adentro del país; como ha sido siempre.

 

 

 

JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO

El Ejército de Guatemala es una de las instituciones que más confianza ha generado entre la población en la historia reciente. Por ejemplo, para desagrado de la “comunidad internacional” y la guerrilla local, es normal que la población pida que el Ejército la proteja de los criminales como en el pasado les protegió del terrorismo guerrillero. Recién firmados los acuerdos de paz, en 1996, Latinobarómetro midió que el 31% de la población sentía “mucha” o “algo” de confianza en el Ejército, mientras que el poder judicial le superaba acumulando 34% de confianza. En el 2010, el Ejército mantenía la misma calificación —31% de confianza— mientras que el poder judicial caía a 17%; ¡la mitad de la confianza que inspiraba hacía casi 15 años! Peor aún, un 33% de los encuestados en el 2010 no tenía “ninguna confianza” en el poder judicial mientras que para el Ejército esa variable era de 26%. La población ha ido perdiendo confianza en sus instituciones públicas; pero el Ejército sigue siendo una de las entidades en las que la ciudadanía más confía. Quizás porque aún la identifica como la institución que nos libró, en las condiciones más adversas, de la amenaza totalitaria que representaba la guerrilla. Por cierto, si algo está claro es que los guerrilleros no gozan ni han gozado de popularidad entre la población. Para muestra, la candidata de la URNG, Rigoberta Menchú, apenas obtuvo 3% de votos en las últimas elecciones. Qué paradójico; una de las instituciones en la que menos confía la población —el Organismo Judicial— está juzgando a otra en que la población más confía —las fuerzas armadas—. No nos equivoquemos, no son personas, es el Ejército de Guatemala el que está en el banquillo de los acusados. La percepción es que “la sentencia ya está escrita”; se ha venido escribiendo mediante cuidadosos movimientos estratégicos. La guerrilla ha ido colocando a “su gente” en posiciones desde donde se ejecuta una emboscada legal a los oficiales, garantizando, al mismo tiempo, impunidad para los guerrilleros.

¿Qué tiene esto que ver con la “justicia”? Todo y nada. Nada, porque la justicia no debe estar sujeta a la popularidad de los involucrados. Todo, porque si los guerrilleros masacraron, secuestraron, torturaron y cometieron crímenes de lesa humanidad ¿por qué no se les juzga? La respuesta es clara. Porque lo que estamos presenciando no es justicia. La gente no cree en los “operadores de justicia”… y con razón. Estamos frente a un hábil manejo político de “la justicia” para continuar la guerra por otros medios”. (Fin del artículo de José Raúl González Merlo)

Sin comentarios.

Twitter: @jorgepalmieri

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