BUENOS DÍAS VENEZUELA

Queridos amigos:

En el transcurso de hoy –domingo 14 de abril de 2013–, aproximadamente 19 millones de venezolanos van a tener oportunidad de votar por quien desean que sea el sucesor constitucional del presidente Hugo Chávez Frías, quien falleció en Cuba el 28 de diciembre del 2012, después de haber sido electo en octubre del mismo año para ejercer otra vez la presidencia durante el período 2013-2019.

Los dos candidatos presidenciales en la contienda de hoy son un ex chofer de camiones que llegó a ser canciller y vicepresidente de Chávez, Nicolás Maduro, de 50 años de edad, y el líder opositor y gobernador del Estado de Miranda, Henrique Capriles, de 40 años. Maduro asumió el poder como “presidente encargado” tras la muerte de Chávez a pesar de que la Constitución estipula que el sustituto presidencial debió ser el presidente del Senado, Diosdado Cabello. Pero Chávez le designó su sucesor y, aun muerto, su designación fue ciegamente obedecida. Y cabe esperar que la mayoría de venezolanos continuará votando por el difunto Hugo Chávez, a pesar de que ha dejado a ese país sumido en un gravísimo desastre económico, no obstante el alto precio del barril de petróleo.

Sin embargo, las encuestas de intención de voto realizadas anticipan el triunfo del candidato chavista Ignacio Maduro sobre el candidato opositor, Henrique Capriles. Y en esa forma los venezolanos se perderán de una oportunidad de sacudirse constitucionalmente a la dictadura chavista para no verse en la necesidad de tener que recurrir más adelante a un golpe de Estado o a una sangrienta revolución. Pero algo tendrán que hacer para sacar del poder al nefasto chavismo.

Hugo Chávez continuará en el poder por medio de Nicolás Maduro

Esto significa que si gana Maduro, Venezuela continuará siendo la República Bolivariana de Venezuela, cabecilla del Marxismo siglo XXI. Pero no será lo mismo sin Chávez porque es innegable que aquel fue un lider populista con extraordinario carisma y contó con el total apoyo de las fuerzas militares y de los pobres a quienes ayudó. Pero el sucesor de Chávez heredará una Venezuela que posee las mayores reservas de crudo en el mundo, pero con la inflación  más alta de Latinoamérica, de 20.1% en el 2012), una industria totalmente deprimida, ciclos de escasez y una deuda pública  que supera el 50% del PIB.

Hoy, los ciudadanos venezolanos asisten a las urnas por tercera vez en seis meses y es la quinta oportunidad en la que deberán elegir presidente desde que el chavismo irrumpiera en el poder en 1999. Esta vez tienen dos opciones: el delfín del fallecido Hugo Chávez, ex ex chofer, ex canciller y ex “presidente encargado” Nicolás Maduro, y el joven líder opositor y gobernador de Miranda Henrique Capriles.

Es indudable que Nicolás Maduro es el delfín de Hugo Chávez y durante su campaña electoral insistió en que que es “su hijo” y legítimo sucesor, como lo demuestran las ilustraciones pintadas en las paredes de Caracas. 

Chávez arriba y Maduro por abajo

Si semejante gimnasia electoral ayudara a la independencia de las instituciones y a que las relaciones desde el poder fuesen menos autoritarias, la venezolana sería la mayor democracia del mundo. Pero el voto no garantiza nada en ese país. Ni las elecciones garantizan que los votos serán limpios porque Chávez dejó establecido un mecanismo de numerosos afiliados al chavismo, entre funcionarios públicos, militares y miembros de las fuerzas populares chavistas, entre quienes se dice que hay por ceca de 300 mil cubanos castristas a quienes se otorgó nacionalidad venezolana para conformar las fuerzas de choque populares chavistas a cambio de los miles de barriles de petróleo que Chávez le regala constantemente a Cuba. Así también es el caso de Nicaragua, donde el presidente Danilo Ortega pide a Dios que Maduro gane la elección de hoy y continúe la misma política exterior de Chávez.

La Venezuela que surgirá hoy de las urnas no difiere mucho de la que Chávez dejó cuando en diciembre cedió las riendas del poder en Maduro: una crisis económica galopante, un endeudamiento gigantesco del que no hay cifras creíbles porque el gobierno se encarga de proporcionarlas, los acostumbrados problemas de infraestructura que los 14 años de chavismo no supieron solucionar y una oposición que hace lo poco que sabe y lo poco que puede para mantenerse unida y expectante, a la espera de que todo cambie.

En el seno del chavismo, los grupos de poder interno mantienen la tregua, a la espera de ver la reacción social una vez que, pasadas las elecciones —y si Maduro se impone, como indican las tendencias—, el gobierno aplique la segunda devaluación del año para paliar su gigantesco déficit fiscal. Entonces se sabrá si Maduro, ex conductor de camiones, puede conducir el camión nacional por caminos apacibles o todo le explota en sus manos.

“Tenemos menos capacidad de producir alimentos. Entre 2010 y 2012 la misma mermó 12% y la inflación se dispara, ya está en 25% mensual, lo cual agrega un dato de gravedad a la ya difícil situación económica”, explica el economista José Guerra. Venezuela vive una crisis económica sólo frenada por los altos precios del petróleo. Los 48 mil millones de bolívares (8 mil millones de dólares), que el gobierno obtuvo mediante la última devaluación no fueron suficientes para paliar el déficit y por eso hace falta más. “La nueva devaluación no puede hacerse esperar. Era para ayer”, añade.

El contexto se torna sangriento considerando la cifra de vidas humanas que se cobra la violencia. De cinco mil registradas en 1998, a 12 mil en 2012. Durante su campaña electoral, Capriles presentó una política tanto de desarme como de combate a la violencia. Maduro esperó hasta el jueves para hablar sobre el tema, siempre fiel al estilo del chavismo. Dijo que varios jóvenes de pandillas juveniles se presentaron en el acto para darle su apoyo y su promesa de querer reinsertarse socialmente. “Un enunciado más para un problema que atraviesa a toda la sociedad venezolana desde hace años”, explica el sociólogo Adán Vázquez, de la Universidad Central de Venezuela, en Buenos Aires.

Las elecciones de hoy, para las que están habilitados a votar 18 millones 903 mil 143 venezolanos, sólo podrían marcar un antes y un después si el electorado se pronuncia por una transición que sea avalada por el Consejo Nacional Electoral (CNE). “Un gobierno de Capriles no entra en los análisis pero es evidente que en el hipotético caso de que eso ocurra, la tarea será ardua, dura y llena de obstáculos”, explicó el analista Carlos Blanco.

Si se cumplen los pronósticos de las encuestas y “el heredero” legitima su lugar en la cima del poder chavista, deberá lidiar no sólo con la crisis y la inseguridad, sino con los grupos de poder internos. “Ya no está Chávez para ordenar a la tropa. Y esa es la gran incógnita. Qué pasará dentro del chavismo y con las Fuerzas Armadas”, señala Blanco. Pero no toma en cuenta al “pajarito” que dijo Maduro que era el espíritu de Chávez que le había dado un mensaje desde el más allá. Con lo cual trató de hacer creer a los venezolanos que Hugo Chávez Frías está en el cielo, al lado de Dios, y le dieron permiso para transformarse en pajarito y bajar a darle ese mensaje. ¡Al extremo de la ridiculez fanática que en pleno siglo XXI es tanta la fe arraigada de los chavistas que lo han creído!

La pregunta se resolverá próximamente. Por lo pronto, todo está listo para la jornada de hoy. Las casillas abren a las 6 de la mañana y cierran a las 18:00 horas locales. Se prevé que se anuncien resultados tres horas después del cierre. La seguridad estará a cargo de 141 mil 393 efectivos. Más cerca de 300 mil cubanos, entre profesores de escuela y médicos, que integran los grupos de choque chavistas en Venezuela, al mando del tenebroso Ramiro Valdés, genio de la inteligencia militar de Castro. No cabe duda de que todos estos elementos votarán hoy por Maduro a cambio de los miles de barriles de petróleo que Petrocaribe envía a Cuba. Porque es improbable que Fidel y Raúl Castro quieran perder ese apoyo que ha servido a Cuba para evitar los apagones eléctricos. Para demostrarlo, desde La Habana hizo personalmente campaña proselitista por televisión en favor del ex canciller que se dice heredero de Chávez.

Desde La Habana Castro hizo campaña en favor del sucesor de Chávez 

 Por otro lado, en el seno del chavismo los grupos de poder interno mantienen la tregua, a la espera de ver la reacción social una vez que, pasadas las elecciones —y si Maduro gana, como indican las tendencias—, el gobierno aplique la segunda devaluación del año para paliar su gigantesco e incontrolable déficit fiscal. Entonces se sabrá si Maduro, ex chofer de camiones, al fin puede conducir el camión nacional por caminos apacibles, o si todo le explota en sus manos.

Todo esto se lo habría evitado la oposición si cuando el sector privado derrocó a Chávez en abril de 2002 y le tenía prisionero en la Isla de Orchila, le hubiese fusilado o asesinado tras el golpe de Estado, que se produjo por la polarización que se había creado por las nefastas medidas populistas que habían sido adoptadas por el gobierno de Chávez.

Esta es la historia:

En enero de 2002 renunció Luis Miquilena, ministro del Interior. El 7 de febrero, un coronel de aviación interviene en un foro televisado y pide la renuncia de Chávez. Poco después lo hicieron también los oficiales de las Fuerzas Armadas Pedro José Flores, Carlos Molina Tamayo, Alberto Pogglioli y Guaicapuro Lameda. El 5 de marzo, Fedecámaras, CTV, la Universidad Católica Andrés Bello y la cúpula de la Iglesia Católica firmaron un pacto contra Chávez. Mientras tanto, siguieron las deserciones de las Fuerzas Armadas. El 7 de abril, el presidente Chávez anunció por televisión el despido de altos gerentes de la empresa Petróleo de Venezuela, Sociedad Anónima (PDVSA) porque se habían negado a seguir sus órdenes porque las consideraban perjudiciales para Venezuela. Las protestas en las calles se intensificaron. El 9 de abril la CTV y Fedecámaras anuncian el paro general de 24 horas para apoyar a los gerentes de PDVSA. La oposición convocó el 11 de abril a una marcha que reunió a cientos de miles de personas, que originalmente iba destinada y autorizada hasta la sede de PDVSA ubicada en Chuao, pero los ánimos se caldearon y fue desviada hacia al Palacio de Miraflores, el cual se encontraba rodeado por manifestantes partidarios de Chávez. Al llegar al centro de la ciudad, las protestas se convirtieron en violentos disturbios y enfrentamientos entre los opositores, los partidarios del gobierno y la intervención de la Guardia Nacional y la Policía Metropolitana de Caracas.

Durante los hechos, Chávez se encontraba en el Palacio presidencial de Miraflores, desde donde se dirigió al país en cadena nacional de radio y televisión y pidió a las Fuerzas Armadas la activación del llamado “Plan Ávila”, un plan especial de las Fuerzas Armadas venezolanas para cuando se produce una conmoción interna que amenaza la estabilidad y seguridad nacional. Mientras tanto, las estaciones de televisión privadas dividieron las pantallas. En un lado se veía a Chávez y en las otras escenas de los disturbios que ocurrían en el centro de Caracas. El gobierno, ante esto, respondió mandando a sacar del aire a dichas televisoras pero éstas con un plan alterno, lograron, cinco minutos después, seguir transmitiendo aunque con una imagen de menor calidad. Los heridos y muertos comenzaron a sucederse a eso de la 1:30 p.m. Terminando la tarde, las televisoras transmitieron un mensaje que luego se presumió que pudo haber sido previamente grabado (según investigaciones que hicieron instituciones del estado y reporteros como Otto Neustald de la cadena CNN a lo ocurrido ese día) de un grupo de almirantes y generales donde desconocían al gobierno de Hugo Chávez y donde además afirmaban que para ese momento habían ya fallecido seis ciudadanos víctimas de los hechos ocurridos en la manifestación. Poco después, la cadena televisiva Venevisión transmitió imágenes de un grupo de afectos al gobierno de Chávez que disparaban desde el puente Llaguno ubicado en medio de la manifestación hacía el sur, dirección en la cual tendrían ángulo visual de los manifestantes que por ahí transitaban, mas no de alcance balístico. Estas imágenes, según Chávez y voceros de su gobierno, eran editadas y nunca se muestra a quiénes les disparaban, aunque el locutor hablando desde el estudio decía que eran milicianos chavistas que disparaban a los manifestantes. Los tiradores dirían, días después, que ellos disparaban en modo de defensa en contra de unos francotiradores apostados en los pisos superiores de unos edificios y contra funcionarios de la policía Metropolitana de Caracas. Finalmente, hubo doce muertos. Nueve policías metropolitanos y dos efectivos de la Guardia Nacional fueron enjuiciados por varias de esas muertes. Se acusa de francotiradores (entre ellos a un concejal del partido oficialista MVR, imputado ante el Tribunal de Control de ser los causantes de otras, si bien fueron declarados inocentes en 2004.

En horas de la noche, Chávez fue presionado por los militares que lideraban el golpe, quienes le exigieron entregarse y renunciar o, si no, atacarían el palacio presidencial de Miraflores, aún rodeado de civiles chavistas. A las 12:00 AM aproximadamente, el general Lucas Rincón Romero, ministro de la Defensa para el momento se dirigió al país por televisión y expresó que al presidente “se le solicitó la renuncia, la cual aceptó”. En horas de la madrugada del 12 de abril, Chávez accedió a entregarse, abandonó el Palacio de Miraflores y fue transportado inicialmente a la base militar ubicada en Fuerte Tiuna, Caracas.

En horas de la tarde del día 12 de abril, sorpresivamente se auto juramentó presidente interino de la República el industrial Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras. Acto seguido emitió un decreto que derogó las leyes habilitantes, disolvió el Parlamento, el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo y se dio a sí mismo poderes por encima de la Constitución, lo que causó una gran indignación entre los partidarios del Presidente Chávez y en algunos sectores moderados de la oposición y terminó por restarle apoyo internacional. Catorce presidentes latinoamericanos, reunidos en la XVI Cumbre del Grupo Río condenaron la interrupción del orden constitucional en Venezuela e instaron a la normalización de la institucionalidad democrática. Colombia fue el único país de Latinoamérica que elogió a Pedro Carmona.

El sábado 13 de abril, desde horas de la mañana, muchos seguidores de Chávez comenzaron a manifestarse por las calles y avenidas de Caracas. La autopista que enlaza la capital con el Oriente fue cerrada por los manifestantes, al igual que la autopista que la comunica con La Guaira (donde se encuentra el principal puerto y el principal aeropuerto del país). De ese modo, igualmente comenzaron protestas en todo el país, algunos canales de televisión sólo se limitaron a transmitir películas y series de dibujos animados, en lo que fue denominado una censura informativa. Los venezolanos, ya en la tarde de ese sábado, comenzaron a enterarse de lo que sucedía gracias la cadena de noticias CNN. También la cadena radial Caracol de Colombia ofreció valiosa información sobre lo que acontecía. Los captores de Chávez lo trasladan a una base naval en Turiamo, donde escribe una nota dirigida a los venezolanos expresando: “No he renunciado al poder legítimo que el pueblo me dio”. De aquí, Chávez fue trasladado a la Isla La Orchila con la intención de convencerlo para llevarlo fuera del país por su propia solicitud.

En la noche de ese día, partidarios de Chávez lograron tomarse el canal “Venezolana de Televisión” y comenzaron a transmitir mensajes en favor de Chávez. La estación había sido tomada previamente por la policía de la gobernación del estado Miranda, la cual era controlada por Enrique Mendoza, gobernador de la entidad mencionada y un agudo opositor a Hugo Chávez. Un importante batallón asentado en Maracay, bajo el mando de Raúl Islas Baduel, declaró su adhesión a la Constitución “que el pueblo venezolano libérrimamente se dio” y activaron lo que llamaron la “Operación de Rescate de la Dignidad Nacional”. Y los partidarios de Chávez tomaron el Palacio de Miraflores, abandonado por los golpistas a primeras horas de la tarde. El Presidente del Congreso tomó juramento al nuevo vicepresidente, Diosdado Cabello, como presidente provisional. Horas más tarde, en la madrugada del 14 de abril un comando libera a Chávez en la Isla La Orchila y lo trasladan a Caracas por vía aérea. Diosdado Cabello le transfiere el mando. Chávez se dirige a la nación, mostrando un crucifijo y llamando a la calma. El gobierno de Chávez, sus simpatizantes y la gran mayoría de las fuentes de referencia y de información fuera de Venezuela consideraron al derrocamiento temporal de Hugo Chávez como producto de un fallido golpe de Estado por tratarse de un intento de derrocar mediante la fuerza a un presidente electo democráticamente. Además, no se siguieron los procedimientos constitucionales establecidos: en caso de renuncia del Presidente, el vicepresidente Diosdado Cabello debía tomar su lugar previa aceptación de la renuncia por parte del Parlamento. Si el Vicepresidente tampoco estaba disponible, el Presidente de la Asamblea Nacional tiene que asumir la Primera Magistratura. Si éste tampoco puede hacerlo, le corresponde al presidente del Tribunal Supremo de Justicia.

El 14 de agosto de 2002, el Tribunal Supremo de Justicia dictó una sentencia según la cual en Venezuela no ocurrió un golpe de estado. Esta decisión fue acatada, pero no compartida por Chávez. En el 2005 fue anulada por el mismo tribunal.

Insisto en que Venezuela se habría evitado tanto desastre que ha sufrido por la larga dictadura del chavismo si hubiesen fusilado o dado muerte a Chávez quienes lo derrocaron y le tenían preso en la Isla de La Orchila en el año 2002. Pero cuando le sugerí hacer eso mismo a mi querido amigo el doctor Sadio Garavini Di Turno, brillante ex embajador de Venezuela en Guatemala, éste me respondió indignado: “¡No hombre! ¡Nosotros no somos asesinos!”. ¡Y ya vieron lo que les pasó! Sospecho que se habrán arrepentido de no haberlo hecho entonces. Pero es evidente que no han leído a Nicolás Maquiavelo en El Príncipe, porque a veces se deben tomar medidas drásticas para obtener o conservar el poder con su filosofía de que “el fin justifica los medios”.

Hoy deseo buena suerte al pueblo venezolano. Pero no me hago ilusiones. Estoy seguro de que la demagogia populista de Chávez ha dejado profundas raíces en sus seguidores. Y la maquinaria política del gobierno es imbatible. Sólo para que se den una idea: en la papeleta electoral hay 24 fotografías de Maduro y una sola de Capriles. ¿Quién con una luz se pierde? No hay que ser adivino para predecir que Maduro “ganará” la elección de hoy. Aunque las perdiera. ¡Pobre pueblo venezolano! Si hoy gana Maduro –que es lo más seguro– tendrá que seguir soportando al desvelado marxismo en pleno Siglo XXI. ¿Hasta cuándo? ¡Solo Dios lo sabe!

Twitter: @jorgepalmieri