La nutricionista, modelo y presentadora del segmento del pronóstico del clima en el noticiario A las 8 y 45, que dirige el periodista Juan Luis Font y transmite Canal Antigua, ha sido víctima del robo de su teléfono celular y de la violación a su intimidad, de parte de personas inescrupulosas que han venido difundiendo por las redes sociales unas fotografías de ella en las que posó desnuda, y otras que ella dice que no es su cuerpo sino el de otras mujeres haciéndose pasar por ella. Protesto enfáticamente por semejantes abusos y delitos contra la intimidad de una persona –mayormente tratándose de una mujer que se dedica a una actividad pública, como es el caso de Diana Guerra–, pero, al mismo tiempo, debo decir que es lamentable que haya tenido guardadas en su teléfono celular fotografías de ella desnuda y en poses comprometedoras. Aprovecho esta oportunidad para sugerir a todas las personas –y en especial a las mujeres– que no guarden selfies de ese tipo en sus teléfonos celulares, sino que tengan el cuidado de borrarlos, particularmente si se han tomado fotos que puedan comprometerlas. En el caso de Diana Guerra, si bien es condenable que sus fotos íntimas se hayan publicado en las redes sociales, sin su permiso –lo cual es una violación a la ley–, todas esas fotos que tenía guardadas en el teléfono celular que le robaron, que me perdone pero es una tontería haberlas mantenido guardadas en su teléfono. Por eso es que ha pagado las consecuencias de su imperdonable descuido.
Diana Guerra se presentó anoche en el popular programa nocturno de televisión de Canal Antigua titulado No somos Ángeles, en el cual los principales protagonistas son la encantadora “rubia peligrosa”, Emily Ovando, y el simpático y ocurrente “presentador del pueblo”, el argentino Ariel Amaya, y tuvo el coraje de dar la cara sin complejos para explicar lo ocurrido. Creo que su coraje merece el aplauso y el respeto de todos.
Por cierto que el nombre del programa No somos Ángeles fue tomado originalmente de la película del mismo nombre dirigida por Michael Curtiz, en la cual los protagonistas fueron los actores del cine Humprey Bogart, Peter Ustinov, Aldo Ray, Joan Bennett, Basil Rathbone y Leo G. Carrol, que fue estrenada en 1955; y otra película posterior con el mismo nombre fue estrenada en 1989, dirigida por Neil Jordan y protagonizada por Robert De Niro, Sean Penn y Demi Moore. Asimismo, en Asunción, Paraguay, hay un programa de televisión dedicado a chismes de la farándula que tiene el mismo nombre en el que participan Leticia Medina, Carmiña Masi, Marco Chavez, María Laura Olitte, Álvaro Mora, Zuny Peralta, Lilian Caballero, y otros más.
Protagonistas del programa No Somos Ángeles, de Asunción, Paraguay
Set del programa No somos Ángeles de Asunción, Paraguay
Volviendo al tema de la presentadora Diana Guerra y el robo de su teléfono celular, los ladrones cometieron, además del delito de robo de su celular, el delito de violación de su privacidad. Por lo que en la página web Nómada se publicó un artículo sobre este mismo tema firmado por una tal Lucía Canjura (a quien no conozco ni quiero conocer), en el que mencionó mi nombre en forma irrespetuosa y peyorativa, calificándome de “machista”, no obstante que ella misma se auto califica de “feminista”. Entonces, ¿de qué “machismo” está hablando? ¡Que no joda! ¡A saber qué fumó! Dice también que soy “de otros tiempos, bla, bla, bla” y no niego que en eso tiene razón, porque –como dijo una vez mi estimado amigo Pedro Trujillo, a quien felicito porque está recién casado– ya me encuentro “en la postrimería de mi vida”, porque tengo 86 años cumplidos y estoy próximo a cumplir los 87 si acaso llego a vivir hasta el próximo 11 de noviembre, y llevo 70 años dedicados al periodismo; y porque en uno de mis blogs mencioné la aparente competencia en la que han caído los canales de televisión con las nalgas a cuales más prominentes de las presentadoras del tiempo.
Todo comenzó con la guapa periodista Marisol Padilla, en Canal Guatevisión, después siguió la joven y también guapa abogada Massiel Carrillo, de Telediario, de Canal 3, de quienes se ha dicho que se habían hecho implantes de cirugía estética para aumentar el volumen de sus glúteos (nalgas, pues), a lo cual creo que tienen derecho si eso les complace; pero el colmo fue la sorpresiva aparición en el programa A las 8 y 45 de la nutricionista Diana Guerra, con unas nalgas muy exageradas, francamente de mal gusto, y una evidente liposucción en la cintura. ¡Nadie podrá decirme que no porque lo consulté a un cirujano plástico!
Lucía Canjura pretende que las mujeres no sean de “dominio público”, pero es el caso que, aunque no le guste, algunas mujeres lo son por derecho propio desde el momento en que participan en la vida pública como conductoras de segmentos de televisión, como las antes mencionadas. Con mayor razón cuando algunas de ellas les gusta retratarse desnudas y hasta en poses comprometedoras. También se me tacha de ser “machista” porque en una ocasión llamé “bonita” a la periodista Paola Hurtado, conductora del programa A las 8 y 45. ¡Con lo bonitos que son sus grandes ojos! Por lo cual declaro que hasta el último día de mi vida voy a echar piropos (o flores) a todas las mujeres que me gusten. ¡No faltaría más! Y no me importa si por ello me califican de “misógino” o “machista” o lo que les de la regalada gana.
Yo nunca aceptaré lo que llaman “igualdad de género”, porque una cosa somos los hombres y otra muy distinta las benditas mujeres, a quienes Dios bendiga. Por lo que repito la famosa frase en francés para señalar que existe por naturaleza una distinción anatómica entre las mujeres y los hombres: ¡Vive la différence!”, que significa: ¡Viva la diferencia! Por otra parte, desde hace muchos años he aprendido que la única importancia que tienen las cosas desagradable que otras personas dicen de uno es la importancia que uno quiera darles. O, como decíamos antes los patojos que ahora ya somos catalogados como dinosaurios: barajo y reviro en contra. Eso es lo único que respondo a la joven y bonita señorita Lucía Canjura. ¡Barajo mi trecho! Y agrego: con su pan se lo coma.
Este es el artículo publicado en Nómada:
Cinco razones por las que
lo de la presentadora
debería
avergonzarnos
Diana Guerra es una nutricionista y modelo de 25 años que presenta el pronóstico del clima en Canal Antigua. Hace unos días le robaron el celular y publicaron algunas de sus fotos desnuda. Se convirtió en noticia cuando PubliNews, Soy502 y otros medios publicaron una nota sobre el tema, y en Twitter fue trending topic. Creo que a todos nos hace falta una dosis de feminismo.
Diana Guerra, nutricionista y modelo.
La noticia indigna por varias razones. Los ladrones no sólo son ladrones, fueron más allá: violaron su intimidad. Y todavía se pone peor porque mucha gente se aprovechó de ello a través de twitter y grupos de Whatsapp. Eso es lo que a mí me enoja, me enoja muchísimo.
Y no es un enojo al aire. La difusión de estas fotos nos atrasa como sociedad y deberíamos sentir indignación también ante situaciones como ésta. Por, al menos, estas cinco razones.
1.- Constituye una violación sexual
Queridos “machos” de twitter, les cuento que cometieron un delito por el que podrían ir a la cárcel por 1 a 3 años, o tener medidas sustitutivas como trabajo comunitario. Los ilustro con el artículo 190 del Código Penal:
Artículo 190. Violación a la intimidad sexual. Quien por cualquier medio sin el consentimiento de la persona, atente contra su intimidad sexual y se apodere o capte mensajes, conversaciones, comunicaciones, sonidos, imágenes en general o imágenes de su cuerpo, para afectar su dignidad, será sancionado con prisión de uno a tres años.
De hecho, estas nuevas viralizaciones digitales ya empiezan a ser delitos más específicos en otros países. En Inglaterra existe una ley que regula el “Porno Vengativo” (Revenge Porn), que es la publicación de material explícito sin la autorización del sujeto que aparece. Las personas que cometan este delito van a la cárcel por dos años y deben pagar una multa.
Ese tipo de leyes mandan un mensaje muy directo y fuerte: este tipo de comportamiento es criminal y no será tolerado. Es un delito.
Y ojalá que así lo consideren los tribunales guatemaltecos. Que lo investigue la PDH y la fiscalía de los delitos contra la mujer en el MP.
Quizás pueden ir preparándose como Mr. Fer después de sus tuits racistas.
2. La soberanía sobre tu propio cuerpo
Somos dueños de nuestro cuerpo, y podemos hacer con él lo que se nos dé la gana. Yo me puedo tatuar, perforar, emborrachar, embarazar (debería poder abortar en Guatemala también), tomarme fotos desnuda, mandárselas a mi novio, comer nachos con queso, fumar cigarros, etcétera.
Mi papá lo primero que me preguntó cuando le conté lo de la presentadora fue: “¿para qué se toma fotos pues?” y estoy segura que muchas personas reaccionaron igual, pero es que eso es culpar a la víctima. Ella puede tomarse las fotos que quiera y vestirse como quiera y eso no justifica la difusión de las fotos sin su autorización.
Así como las mujeres podemos vestirnos de minifalda o de short y nadie tiene por qué meterse con nosotras.
Cuando este tipo de cosas suceden, como cuando hackearon a Jennifer Lawrence y a las demás famosas, parece como si a todos convenientemente se les olvidara que las personas que aparecen en las fotos son seres humanos que tienen el mismo derecho que nosotros a hacer de su vida lo mejor que pueden. Les arrebatamos colectivamente el poder soberano sobre su cuerpo.
Jennifer Lawrence escribió un artículo muy sólido en respuesta. En resumen, recordó que el hackeo y la viralización de sus fotos privadas era un crimen sexual. Y titularon la entrevista en Vanity Fair con una frase: “Es mi cuerpo y debería ser mi decisión”.
Y es que nuestros cuerpos son nuestros.
3. Es una violación a la privacidad
La tecnología y la conectividad son una cosa maravillosa, pero es importante entender cómo movernos en estas aguas en donde absolutamente todo lo que hacemos es, o puede convertirse, en público. Eso no quiere decir que solo porque puede publicarse, deba publicarse.
Los ladrones de celular, los hackers de 4chan, los ex-novios criminales que amenazan con publicar las fotos que les mandaste, son una nueva amenaza a nuestra privacidad y dignidad como seres humanos. Este tipo de ataques son violaciones a una retahíla de derechos humanos, y son aceptados como algo que viene con el territorio de ser figura pública (o mujer). Y no los podemos aceptar.
4. Destruye la solidaridad de género
Como Diana, la presentadora del clima, yo puedo tomarme las fotos que se me dé la gana o vestirme como me da la gana, eso no le da el derecho a nadie de criticarme o tacharme de puta.
Además que es un concepto, puta, que está en el centro del patriarcado, de la misoginia, de denigrar a las mujeres por el hecho de ser mujeres. Porque en esa visión del mundo, las mujeres somos o castas y santas, o putas. No podemos decidir, no podemos pensar, no podemos ser nosotras mismas.
Esto va dirigido en especial a las mujeres porque son las primeras en tirar el adjetivo. Hablando con mi amiga Rocío, nos parece alarmante y triste cómo se convierte en algo normal esta actitud (que esté normalizada no la hace correcta).
Mujeres: unámonos, no nos destruyamos.
Así como nunca se es suficientemente libertaria o comunista, o decente, o puritana, nunca podremos estar a las expectativas de la sociedad. Así que no denigremos a otras mujeres.
5. Perpetúa el agobiante y (muy) dañino machismo en nuestra sociedad
Investigando sobre este tema, me topé con el blog de Jorge Palmieri, un lector de Nómada (lo cual implica que alguna curiosidad por cambiar tiene) pero es un machista de primera, “es de otra generación, creció en otros tiempos, bla bla blá”. En una entrada hace una crítica a cómo los canales televisivos parecieran competir por quién tiene a la presentadora más bonita, crítica escondida detrás de una serie de comentarios de mal gusto (empezando por la expresión “tacos de ojo”). Este tipo de artículos promueven la objetivización de la mujer y perpetúan el machismo en nuestra sociedad. El machismo no le hace bien a nadie. A nadie.
Yo me pregunto qué hubiese pasado si la víctima en lugar de Diana hubiese sido Erick de Paz, el presentador del clima en Notisiete. ¿Habrían los ladrones publicado sus fotos privadas y tanta gente habría mandado su número para ser incluída en grupos de whatsapp? ¿Habría sido viral el pene de Erick de Paz?
¿Hasta cuándo el cuerpo de la mujer va a ser de dominio público?
Desde el feminismo les tenemos una respuesta: hasta nunca. Nunca más.