Golpe maestro diplomático
El jueves pasado, los embajadores acreditados en el país fueron convocados por el Nuncio Apostólico, embajador del Estado del Vaticano y Decano del Cuerpo Diplomático (por concesión acordada hace muchos años) Nicolás Thevenin al palacio que ocupa la Nunciatura Apostólica, situado en la zona 9 de la ciudad capital, para compartir un almuerzo y conmemorar el tercer año de la elección del cardenal jesuita nacido en Argentina Jorge Mario Bergoglio quien se convirtió en el papa Francisco. En el transcurso del ágape, el Presidente de la República Jimmy Morales leyó un discurso, en el que la mayor parte fue dedicada a un panegírico de las virtudes que han caracterizado al papa Francisco en el transcurso de los primeros tres años de su pontificado. Particularmente sobre lo que dijo en relación a los pobres en los discursos que pronunció en su reciente visita a México. Pero los tres últimos párrafos fueron dedicados a un tema que se venía criticando. Al extremo que, por ignorancia, una organización extremista presentó una demanda contra el Canciller por no haber actuado con drasticidad ante las intromisiones del embajador estadounidense Todd Robinson.
En los últimos tres párrafos, dijo el presidente Morales: “En otros asuntos, quisiera referirme a la cooperación que la Comunidad Internacional brinda al país. Dicha cooperación coadyuva a la construcción de una sociedad más justa y solidaria; acorde al apoyo del acceso efectivo de los bienes materiales y espirituales a los que se ha referido Su Santidad.
Sin embargo, agradeceré, de manera especial que se apeguen al espíritu de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, en el sentido de no inmiscuirse en asuntos internos de nuestro país. Es necesario que a través de sus actividades continúen apoyando la construcción del Estado guatemalteco, y a la unión de todos los sectores que lo conforman.”
El presidente Morales se anotó un 10 en diplomacia. Es así como se debe abordar el tema, sin enfrentamientos negativos. Es obvio que ese discurso fue cuidadosamente escrito por la Cancillería, a cargo del licenciado Carlos Raúl Morales.
Pero si las palabras del Presidente de la República no hubiesen sido suficientes, después lo reiteró en su discurso el Nuncio Apostólico y decano del Cuerpo Diplomático, monseñor Nicolás Thevenin, cuando dijo que “Guatemala merece respeto” y que “nunca puede un verdadero diplomático juzgar un país en el cual está enviado ni a su población”. Y agregó: “Ningún país puede permitirse cometer injerencias porque lejos de facilitar el crecimiento del pueblo que requiere ayuda, aumenta las tensiones o prioriza elementos que no son los más importantes en la situación actual del país”.
Y más adelante agregó: “Un diplomático tiene que ser una persona de mucha humildad, de mucha escucha, y nunca puede pretender entender perfectamente todo e imponer a un país soberano y digno, soluciones a lo que son retos y problemas reales, pero mucho más complejos de lo que uno se puede imaginar”, en un pasaje que fue interpretado como referencia a la conducta del embajador de Estados Unidos, porque se le ha señalado reiteradamente de que se está inmiscuyendo en asuntos internos de nuestro país, lo cual tiene prohibido de acuerdo a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961.
Por otra parte, el Arzobispo metropolitano, monseñor Óscar Julio Vian Morales, en su habitual comentario después de celebrar la misa dominical en la Catedral, dijo que el discurso del nuncio apostólico iba contra el embajador de Estados Unidos, Todd Robinson, y agregó que “actualmente se está metiendo demasiado en la política del país”. Y preguntó: ¿Serán políticas directamente emanadas del gobierno de los Estados Unidos? Y agregó “esto no significa que no pueda dar su opinión, pero no puede inmiscuirse directamente”.
Los discursos del presidente Jimmy Morales y del Nuncio Thevenin han sido un golpe maestro en diplomacia para pedir a los embajadores que no se entrometan en los asuntos internos del país, en vez de haberlo hecho como hubiese querido un intrigante oriental y un fanático extremista, declarándoles “personas non gratas” y expulsándoles del país. En la historia diplomática de Guatemala jamás se ha declarado “persona non grata” a un embajador de Estados Unidos de América. Se trató de hacerlo con el embajador Richard Patterson, durante el gobierno del doctor Juan José Arévalo Bermejo, porque se comprobó que estaba complotando para derrocar al presidente Arévalo con miembros del sector privado que eran enemigos del gobierno, pero se optó por una solución diplomática, que consistió en que el Canciller Ismael González Arévalo viajó a Washington a solicitar al Secretario de Estado, Dean Achesson, que le retirase porque podría ocurrirle algo malo por involucrarse en asuntos internos del país al colaborar con opositores al gobierno. Achesson era un hombre inteligente, así que comprendió el sutil mensaje y le retiró de inmediato.
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