MISCELÁNEA DEL 16/04

Un poco de historia (21)

Jorge Ubico Castañeda (1878-1946)

Jorge Ubico Castañeda nació en la Ciudad de Guatemala el 10 de noviembre de 1878 y falleció de cáncer en los pulmones en la ciudad de Nueva Orleans, Estados Unidos, donde vivía exiliado, el 14 de junio de 1946. Fue el vigésimo primer presidente de Guatemala. Hijo de Arturo Ubico Urruela y de Matilde Castañeda y Castañeda. Su padre fue un abogado y político activista del Partido Liberal de Guatemala y presidente de la Asamblea Nacional Legislativa durante gran parte de los veintidós años del gobierno del licenciado Manuel Estrada Cabrera, y posteriormente gozó de estrecha amistad con el presidente Justo Rufino Barrios. Sus padrinos de bautizo fueron el presidente Justo Rufino Barrios y su esposa, Francisca Aparicio Mérida de Barrios.

Previamente fungió como Jefe Político y Comandante de Armas de Alta Verapaz y de Retalhuleu durante el gobierno del licenciado Manuel Estrada Cabrera. Seis años después de la caída de Estrada Cabrera, en 1926 se postuló candidato a la Presidencia de la República, pero perdió las elecciones. Pero en 1931 alcanzó la presidencia tras la enfermedad y la renuncia del presidente Lázaro Chacón, y se mantuvo impositivamente en el cargo hasta el 1 de julio de 1944, cuando fue obligado a renunciar. Sostuvo su mandato por medio de un régimen totalitario, de una Asamblea Nacional Legislativa supeditada a sus designios, y del apoyo político y económico de los Estados Unidos y de la United Fruit Company (UFCO). Se le reconoce por haber sido el ultimo gobernante liberal autoritario en América Latina y por haber mantenido la criminalidad común al mínimo en el país durante su gobierno por severas medidas de represión.

General de División Jorge Ubico Castañeda Presidente de la República de Guatemala.
General de División Jorge Ubico Castañeda
Presidente de Guatemala. 

El hecho de haber pertenecido a la clase más acomodada del país le permitió asistir a las instituciones educativas más prestigiosas del país, pero en vista de que en todas fue un pésimo estudiante fue enviado a Estados Unidos y a Europa, donde recibió educación en varias escuelas militares. En Guatemala, gracias a influencias ingresó en la Escuela Politécnica, pero el primer día recibió un golpe en un testículo y huyó saltando la pared del plantel, por loEl hecho de haber pertenecido a la clase más acomodada del país le permitió asistir a las instituciones educativas más prestigiosas del país, pero en vista de que en todas fue un pésimo estudiante fue enviado a Estados Unidos y a Europa, donde recibió educación en varias escuelas militares. En Guatemala, gracias a influencias ingresó en la Escuela Politécnica, pero el primer día recibió un golpe en un testículo y huyó saltando la pared del plantel, por lo que no estudió en esa escuela.

Le correspondía asumir la Presidencia de la República el 15 de marzo, pero adelantó la fecha y la asumió el 14 de febrero de 1931 porque obligó a hacerlo al presidente interino, licenciado José María Reina Barrios, porque aun antes de asumir la presidencia en su primer período de gobierno (de 1931 a 1937) demostró que se proponía imponer su voluntad.

Durante ese período los presidentes de cuatro de los cinco países de Centroamérica eran militares y dictadores que: en Guatemala, el General de División y dictador Jorge Ubico Castañeda, quien fue electo en 1931 para su primer período pero se prolongó fraudelentamente; en El Salvador el General de División y Teósofo Maximiliano Hernández Martínez, quien llegó a la presidencia por un golpe de Estado contra el presidente Tomás Regalado; en Honduras el General de División y abogado Tiburcio Carías Andino, quien llegó a la presidencia después de una revolución y de haber sido candidato en tres elecciones; y en Nicaragua el General de División Anastasio Somoza García, quien llegó a la presidencia tras haber traicionado y asesinado al General Augusto César Sandino y dar un golpe de Estado al Presidente Juan Bautista Sacasa. Los cuatro se empeñaron en eliminar a la oposición, especialmente a luchar contra los comunistas.

Los cuatro contaban con el irrestricto apoyo de los gobiernos de los Estados Unidos de América, por lo que se les llamaba “sons of the United States” (hijos de los Estados Unidos). Más adelante contaré una historia al respecto.

El peligro del Partido Comunista General Maximiliano Hernández Martínez Presidente de El Salvador de 1931 a 1944
General de División y Teósofo Maximiliano Hernández Martínez, Presidente de El Salvador. 

Al principio de la gestión como Presidente de El Salvador del General y teósofo Maximiliano Hernández Martínez, el 22 de enero de 1932 estalló en ese país una sublevación campesina como respuesta a las condiciones infrahumanas que la depresión había hecho aún más intolerables. La rebelión fue rápidamente reprimida. Los rebeldes mataron alrededor de cien personas, principalmente soldados y policías, pero el gobierno mató entre 10,000 y 30.000 campesinos, y con este hecho sentó los cimientos sangrientos de una “paz social” que sólo empezó a derrumbarse en la década de 1970. El recién formado Partido Comunista de El Salvador, que había participado en la preparación de la sublevación, fue acusado por las autoridades salvadoreñas de ser el principal organizador y responsable de todas las atrocidades cometidas durante esos días.

General y Abogado Tiburcio Carías Andino, Presidente de la República de Honduras.
General de División y Abogado Tiburcio Carías Andino, Presidente de Honduras.

El abogado, político, catedrático y militar con el grado de General de División Tiburcio Carías Andino, fue el trigésimo octavo presidente de la República de Honduras para el período constitucional de 1932 a 1936 pero continuó siéndolo de manera dictatorial hasta 1949. También estaba comisionado a eliminar a los comunistas.

General Anastasio Somoza García, Presidente de la República de Nicaragua
General de División Anastasio Somoza García, Presidente de Nicaragua.

El dictador de Nicaragua, General de División Anastasio Somoza García también siguió la consigna estadounidense de combatir a los comunistas, lo cual hizo durante muchos años. Hasta que el 21 de septiembre de 1956 fue herido mortalmente de cuatro balazos que le hizo en la Casa de los Obreros de la Ciudad de León el poeta comunista Rigoberto López Pérez, como consecuencia de lo cual murió en Panamá pocos días más tarde después de que el presidente Eisenhower le envió un avión para llevarle a un hospital en Panamá para que trataran de salvarle la vida. Pero fue inútil.

Ante el levantamiento comunista en El Salvador, Guatemala se estremeció. El miedo se propagó entre la clase alta. temiendo que una sublevación parecida ocurriera en el país. Pero el presidente Ubico, quien también era un rico terrateniente, ya había tomado cartas en el asunto: el 29 de enero, el gobierno gualtemalteco anunció que se acababa de evitar una “sublevación bolchevique, en unos de los trabajos más efectivos y benéficos, en pro de la seguridad pública, que se hayan efectuado en el continente de Colón, desde la llegada de los conquistadores hasta nuestros días”. Los comunistas, se explicó, habían controlado los sindicatos y habían empezado a hacer campaña en el área rural; su líder, el carpintero Antonio Obando Sánchez, había sido nombrado por el Kremlin “alto comisario y gran maestro de la estepa en el soviet de Guatemala”. De este modo, cientos de personas fueron mestados, entre revelaciones sensacionalistas entrelazadas con tonos racistas. “Hubo casa, reveló la policía, donde la cocinera, el chófer, una “china” y un jardinero, estuvieran enrolados en el comunismo, siendo los llamados a abrir las puertas y tomar parte en las violaciones, degollina y robos, el día del movimiento general. A un negro sirviente se le encontró encima algo en forma de herramientas para introducirse al dormitorio de dos de las más bellas muchachas de la alta sociedad guatemalteca y fueron incautadas las sogas destinadas al ahorcamiento de un ricachón y sus familiares domiciliados en un punto céntrico de la urbe.

Se reveló la naturaleza “demoníaca” de los líderes comunistas. Se dijo que Obando Sánchez “predica la matanza primero, para la repartición total de la propiedad después, incluyendo entre ella y en concepto de mueble, o esclava ‘únicamente para satisfacer las necesidades genésicas de la especie’, a todas las mujeres de 10 vencidos burgueses de ocho a treinta años, sin excepción, condenando al suplicio de la hoguera a las de más edad”.

Juan Pablo Wainwright, joven hondureño de la clase alta quien unos meses antes se había afiliado al Partido Comunista, mostraba instintos supuestamente también sanguinarios: “no hay por qué lado entrarle donde no hable de quemar, arrasar, partir, desflorar, hacer en dos, en cuatro, triturar y repartir lo que había tomado lugar tal conspiración”.

El Partido Comunista y el movimiento obrero de Guatemala eran mucho más débiles todavía que sus homólogos salvadoreños y hondureños. En enero de 1932 no estaban pensando en la revolución sino en la supervívencia. Sin embargo, es probable que la clase adinerada guatemalteca haya creído la propaganda del gobierno. Entonces, como ahora, tenía la mente deformada por el miedo excesivo de perder cualquiera de sus privilegios, por su tendencia a calificar de “subversión comunista” todo intento de reforma, y por su proclividad a creer cualquier cosa que pudiera confirmar su  visión deformada de la cruda realidad. Así, la clase alta, la prensa y la Iglesia Católica elogiaron con entusiasmo la “energía represora” del gobierno ubiquista contra el comunismo internacional. Sin embargo, advirtieron que una victoria no debía conducir al relajamiento y que había que estos países debían estar preparados para un próximo levantamiento. (Continuará)

Twitter @jorgepalmieri