Antes de que se celebraran las elecciones generales del año 1999, en las que Alfonso Antonio Portillo Cabrera (apodado “Pollo Ronco”), postulado por el Frente Republicano Guatemalteco (FRG) derrotó al licenciado Óscar Berger Perdomo, postulado por el Partido de Avanzada Nacional (PAN), publiqué muchos artículos en el periódico en el que entonces era columnista para advertir al pueblo de Guatemala que ese candidato no convenía por ser un farsante e impostor que decía ser lo que no era, porque decía que primero se había graduado de abogado en la Universidad Autónoma de Chilpancingo (Guerrero) y que después había obtenido un doctorado en Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero en ninguna parte había constancia oficial de que fuese verídico lo que afirmaba. Y había muchas razones para sospechar que realmente no era ni lo primero ni lo segundo. Pero era muy hábil conversador y se había aprendido algunos aforismos de grandes filósofos y escritores y los sacaba a relucir a cada rato.
Por otra parte, a finales de los años setenta Portillo se había vinculado a organizaciones subversivas indígenas en el Estado de Guerrero y después estuvo vinculado en Guatemala con el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), una de las cuatro organizaciones guerrilleras que por instrucciones de Fidel Castro integraron la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Y si todo eso no fuese suficiente para decir que no era conveniente votar por él, también tenía antecedentes criminales porque en un pueblo cercano a Chilpancingo mató a balazos a dos estudiantes desarmados y dejó mal herido a un tercero que está paralítico. Después de lo cual huyó de las autoridades y se convirtió en prófugo de la justicia mexicana hasta que en 1995 el delito prescribió y el caso fue cerrado.
Pero no se podía negar que el tal “Pollo Ronco” era un excelente candidato por su simpatía personal, su carisma, su elocuencia en el discurso, su demagogia, su desparpajo y su gran capacidad histriónica, sobre todo al compararle con su principal contrincante, “El Conejo”” Berger, que, lamentablemente, no tenía ninguna de esas características, sino era más bien un hombre tímido y serio, con escasas luces intelectuales y muy limitada cultura.
Por otra parte, aunque me duele muchísimo reconocerlo, tal parece que por ciertos motivos ancestrales a la mayoría de los votantes les gustó que Portillo hubiese sido capaz de matar a balazos a dos mexicanos, aunque los homicidios hayan sido cometidos con los agravantes de nocturnidad, alevosía y ventaja, porque era de noche, ellos estaban desarmados cuando Portillo fue a buscarles para darles muerte por haber sostenido una acalorada discusión que terminó a trompadas y él sacó la peor parte.
Cuando regresó a Guatemala, en 1989, Alfonso Portillo Cabrera (“Pollo Ronco”) estuvo afiliado al Partido Socialista Democrático (PSD) pero poco tiempo después se incorporó al partido Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG) gracias a su estrecha amistad y el decidido apoyo del entonces secretario general de esa entidad, Alfonso Cabrera Hidalgo, al punto que en 1993 llegó a ser secretario general adjunto, a pesar de que era un prófugo de la justicia mexicana. También fue director del Instituto Guatemalteco de Estudios Sociales y Políticos, director de estudios universitarios de Derecho, Política y Economía en Latinoamérica y columnista del periódico Siglo Veintiuno por su amistad con el ingeniero José Rubén Zamora, quien por esos días era el presidente de ese medio.
A pesar de que todavía era prófugo de la justicia mexicana, porque el delito aún no había prescrito ni se había cerrado el caso, fue electo diputado al Congreso de la República por el partido Democracia Cristiana Guatemalteca y no fue sino hasta 1995 cuando, para ser candidato presidencial, logró que uno de sus camaradas en la Universidad de Chilpancingo prescribiera el delito y cerrara el caso contra él para que pudiera ser candidato a la Presidencia sin tener ese juicio pendiente.
En el año 1995 se retiró del partido Democracia Cristiana Guatemalteca y poco tiempo después, gracias a la amistad que tenía con la licenciada Zury Ríos, se integró al partido de extrema derecha Frente Republicano Guatemalteco (FRG), fundado por el controvertido general (retirado) Efraín Ríos Montt para postular a su fundador y máximo dirigente que siempre h anhelado ser electo presidente, pero un mandato constitucional le prohibe optar a ese cargo por haber sido presidente de facto después de participar en un golpe militar contra el gobierno del general Romeo Lucas García, y se vio obligado a ceder el lugar a Portillo, quien esta vez perdió las elecciones de 1995 contra Álvaro Arzú Irigoyen, pero a la segunda fue la vencida y en 1999 las ganó contra el licenciado Óscar Berger Perdomo.
El caso es que a pesar de todos esos antecedentes y de que muchas veces previne a los guatemaltecos de la clase de persona que era, Portillo ganó las elecciones y fue el 34º. presidente de Guatemala del 14 de enero de 2000 al 13 de enero de 2004.
Y para emplear una expresión muy mexicana, ¡nos fue de la chingada! Portillo fue un pésimo gobernante, demagogo, populista, de lo más corrupto y ladrón que ha habido en Guatemala. No pudo ser de otra manera porque no se le puede pedir peras al olmo. Y poco tiempo después de haber concluído el período de su mandato, salió del país en automóvil rumbo a El Salvador y después volo a México, donde actualmente se encuentra gozando de sus millones y tratando de impedir ser extraditado a Guatemala para que rinda cuentas a la justicia.
Lamento tener que decirlo -ustedes perdonen- pero ¡se los dije! No pueden decir que no se los dije. No pueden decir que no se los advertí a tiempo. Pero tampoco me escucharon.
Luego, a pesar de que Óscar Berger Perdomo (“El Conejo”) había dicho cuando perdió la elección con Portillo la primera vez que fue candidato que se retiraba para siempre de la actividad política, otra vez fue candidato presidencial para las elecciones que se celebrarían en los últimos meses del año 2003 porque logró ser postulado. Y como esta segunda vez no fue postulado por el mismo partido que originalmente le postuló la primera vez (el PAN), sus partidarios armaron una extraña alianza de tres pequeños partidos hechos a la medida que conformaron la denominada ?Gran Alianza Nacional? (GANA) -que de “grande” sólo tiene el nombre- y ahora la mayoría de los votantes confió en él por su personalidad sencilla y de apariencia bonachona, proviene de una familia de reconocida honorabilidad y creo que influyó también la grata presencia de su esposa Wendy Widmann. Ademas, la decepción que causó la gestión de Portillo hizo que los votantes se percataran de la equivocación que habían cometido y desearan rectificarla. El caso es que “El Conejo” Berger ganó la elección y tomó posesión de la Presidencia de la República el 14 de enero de 2004 en sustitución del nefasto “Pollo Ronco” Alfonso Portillo Cabrera.
Pero como yo ya conocía cómo era Berger desde la primera campaña electoral en la que participó, cuatro años antes, cuando le ganó Portillo, publiqué varias columnas en el periódico en el que entonces escribía y de nuevo previne a los ciudadanos guatemaltecos de que no debía ser Presidente de la República porque, en mi opinión, no tiene la suficiente inteligencia deseable, ni la adecuada preparación, ni la necesaria capacidad política para ser un estadista y gobernar nuestro sufrido país que es digno de mejor suerte.
Pero otra vez la mayoría de los votantes tampoco me escuchó y Óscar Berger Perdomo pudo ser el 35º. Presidente de la República. Su gestión presidencial ha sido menos que mediocre, aunque soportable. Muchas tonterías, errores, metidas de pata y constantes frivolidades, pero poco de sustancioso. Se dice que él hace lo que puede, pero eso es insuficiente, es muy poco. De nuevo debemos concluir que no se puede pedir peras al olmo. Cada quien puede dar solamente lo que tiene y hacer lo que puede.
Para terminar, en la página 7 del vespertino La Hora de ayer hay un reportaje firmado por Mario Cordero titulado ?El peor de Latinoamérica. Sólo el 20% de la población aprueba a Berger?. Y como entrada explica: ?De acuerdo con la consultora Mitofsky, el presidente de Guatemala, Óscar Berger, es el menos popular en el continente americano, dentro de sus gobernados?.
La consultora Mitofsky es de lo más serio y responsable que hay en el continente americano. Es muy profesional. No engaña a nadie. No inventa. No miente. La otrora elevada popularidad de Berger, especialmente al principio de su gobierno, se ha desplomado ante la nueva decepción que ha tenido el pueblo de Guatemala insatisfecho o decepcionado.
No digan que no se los advertí. Otra vez tengo que decirles ¡se los dije!